Despierto en el hospital

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Al despertar Ray, el hospital informo directamente a su padre, y este fue de inmediato al hospital.

En la habitación del hospital, vio a su hijo despierto acostado sobre la cama.

Acercándose de forma torpe, vio a su hijo con los ojos llenos de ilusión y preocupación.

—Ray, ¿Estás bien?

Decía el señor, parándose junto a la cama de su hijo.

Él era un hombre poco emotivo pero, en el tiempo que su hijo estuvo en el hospital, solo sentía preocupación y temor.

Fue su tortura la posibilidad de perder a su único hijo.

Ray se sentía que todo sucedió muy rápido, solo unas horas antes estaba como un animal, una mascota, junto a Taylor... Ahora estaba despierto acostado en el hospital en su propio cuerpo, y ahora llegaba su padre.

Su mente tenía demaciado para procesar.

Sus emociones estaban hechas un lío.

Todo pareció ser simplemente un sueño, un producto de su imaginación.

—Sí...... Estoy bien...

Decía el muchacho con voz ronca y mirada perdida.

—Es un alivio.

Dijo su papá, soltando un suspiro de alivio, desplomando se sobre la silla junto a la cama.

Ray intentó levantarse de la cama, pero su padre lo detuvo.

—¿Ray, qué haces? ¡Acabas de despertar!

Exclamó su padre intentando acostarlo de nuevo.

—Estoy bien, no me pasa nada.

Habló Ray sin mostrar señales de querer estar más tiempo en ese lugar, intentando levantarse.

—¡No Ray! Debés descansar.

Ordenó su padre.

—Tengo que buscar a Taylor.

Intento decir Ray pero, su padre no lo escucho, acostandolo nuevamente, obligándolo a detener el forcejeo.

—Escuchame, debes descansar, ¿Entendido? Recién despiertas. Por favor, solo quiero que te mejores, aunque no me creas, quiero que estés bien.

Habló el señor mirando con preocupación y suplicante, sujetando al chico.

Ray se detuvo y exhaló con melancolía.

Su padre llamo al personal médico a cargo para hacerle un chequeo a su hijo.

Examinaron a Ray de forma detenida, llegando a la conclusión de que no tenía ningun problema.

—Parece estar bien, pero sería bueno dejarlo un par de días por si surge algo.

Explicó el doctor mirando al padre preocupado.

—Entiendo, dejo a mi hijo en sus competentes y capaces manos.

Expresó el padre de Ray un tanto cansado, mirando el interior de la habitación del hospital con una mirada preocupante.

Ray escuchaba desde la habitación la conversación entre el galeno y su padre, pero sin prestar atención, pasó un mes en el cuerpo de un animal, y un momento pensó que lo que había vivido como Lobo era un sueño, mas, veía las flores que compraba Taylor desde su cama.

Un hermoso ramo de flores frescas, en un jarrón.

—¿Ray cómo te sientes?

Pregunto su padre, viendo las flores que adornaban la habitación.

—Como si me hubiera atropellado un camión dos veces.

Respondió sarcástico, mostrando una expresión cansada.

—Ray, ah, te quedarás unos días para asegurarme que estés bien. ¿Entiendes? Sólo es para procurar que no tengas nada.

—Papá estoy bien, no es necesario.

—Debes recuperarte, debes descansar. Hasta estar seguro que estás bien, no saldrás de este hospital.

Sentenció su padre, mirando a su hijo con cariño y después saliendo de la habitación, prometiendo volver mañana.

Ray se quedó solo en la habitación.

Todo era un caos en su cabeza, su padre tenía razón al preocuparse, pero quería saber si Taylor estaba bien.

¿Qué sucedió después de regresar a su cuerpo?

¿Taylor estaba bien?

Le dolía el pecho con pensar en eso.

Sintiéndose ansioso...

Taylor venía todos los días al hospital, solo tenía que esperar y verlo, pero hoy no llego.

No tenía forma de saber que estaba pasando fuera de esas cuatro paredes.

Paso toda la noche despierto, con la cabeza llena de preocupación.

—...Taylor...

Murmuró él soltando un suspiro pesado y melancólico.

La enfermera entro para ver cómo estaba.

—Eres un chico muy guapo, no deberías tener una mirada tan tristes.

Decía la enfermera de forma amable.

Pero Ray no respondió, sin dedicarle si quiera una mirada.

La enfermera lo observa un poco triste, saliendo de la habitación.

—¿Por qué me pasó esto a mí?

Expresó él con frustración.

Era extraño volver a estar dentro de su propia piel, pero era más extraño estar sin Taylor, ya estando acostumbrado a su compañía, a su calor, su olor, su voz.

Todo era tan tranquilo, silencio, pacífico, resultaba molesto y sobretodo aterrador.

Convertido en tu mascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora