Es horrible ser un animal

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Sin poder encontrar una forma de salir de casa de Taylor. Solo pudo esperar a que él regresará y que lo sacará a pasear, para averiguar qué fue lo que sucedió con su cuerpo.

Mas, cuando regreso Taylor, parecía estar otra vez de ánimos bajos, con la mirada baja, caminando y expresión apática.

Ray ya un tanto más acostumbrado a manipular este cuerpo, se acercó mirando seriamente al otro.

—Hola lobo, ¿Te portaste bien?

Pregunto Taylor, fingiendo estar de buen animo, con una sonrisa forzado.

El ahora animal no sabía el por qué del desánimo de niño, notando después que sostenía en su mano izquierda un ramo de flores muy bonito, con fragantes aromas.

Taylor acariciaba el lomo de su mascota y continuo caminando por interior de la casa.

—Abuela voy a salir un momento.

Grito Taylor desde su cuarto.

—¡No Taylor! Aún no almuerzas niño.

Grito su abuela desde la cocina.

—Regresare pronto.

Dijo él mientras salia de su habitación, con su ropa cambiada y el ramo de flores en mano.

—¿Taylor a dónde vas? Llevame contigo, estoy arto de estar aquí.

Decía Ray, llamando la atención de él.

—Perdóname Lobo, no puedo sacarte a pasear, talvez otro día.

Respondió Taylor sonriendo un poco triste, dandole palmaditas en la cabeza al animal, y luego saliendo por la puerta.

¡¿Cómo voy a saber que rayos paso, si no puedo salir de estás paredes?! ¡Es horrible ser un animal, uf cuánto odio esto!

Ray gruño malhumorado; Se sentía impotente, no podía hablar con nadie y nadie sabía que él no estaba en un su cuerpo, solo podía estar mal humor.

Al salir de su hogar, Taylor borro instantáneamente su sonrisa y volvió a demostrar una expresión apagada con los ojos caídos, mientras miraba al ramo de flores en su mano y apretaba fuertemente los labios...

Ya había transcurrido tres horas desde que Taylor salió y todavía no había regresado.

—Ese niño apestoso y distraído. Dijo que volvía pronto y todavía no llega ¿En dónde cielos se metió?

Habla enojada la abuela del niño, sin ser la única que se lo preguntaba en la casa.

En ese instante la puerta de la entrada se abrió y Taylor entró.

—¡¿Dónde rayos estabas?! ¡Te la pasaste por seis horas afuera y ni siquiera has comido!

Exclamó entre enojada y preocupada su abuela.

—Perdon abuelita, el tiempo se fue volando jiji.

Explico Taylor sonriendo y con una risita nerviosa.

—Que esto no vuelva a ocurrir.

Sentenció la abuela, llendo a su habitación con el ceño fruncido.

—Hola lobo, ¿Me extrañaste? —Pregunto Taylor cariñoso queriendo acariciarlo pero, Ray lo miro con disgusto alejándose de su persona— No estés de mal humor, hoy tenía que hacer algo —Hablo con una risita en su voz, mientras seguía a Lobo hasta su habitación.

Taylor noto el mal humor de su mascota y le parecía algo cómico, se le acercó, dió golpecitos en su pierna indicando que apoyara su cabeza en su regazo.

Ray no quería hacer eso, aunque está como un animal, él recordaba que era en realidad un humano.

Al ver que su mascota no le prestaba atención, Taylor extendió su mano y acarició la cabeza y la espalda de Lobo, lentamente tomando su cabeza y apoyándola sobre su regazo,  comenzando a consentirlo con cariño y dulzura.

Ray no comprendía por qué a este animal le encantaba acostarse en el regazo de Taylor, pero ahora lo entendía. Se sentía comodo y confiable, con sus caricias, el calor de su mano, era agradable y reconfortante. Se sentía bien e inconscientemente comenzó a sacudir su cola como si estuvieras feliz.

De repente notó que su colita se sacudía, se sintió avergonzado y se cubrió la cara con una de sus patas delanteras.

—Jaja eres tan lindo.

Decía Taylor mientras reía y acariciaba su lomo.

Ray estaba enojado por escuchar como Taylor se seguía riendo, estaba a punto de gruñirle, mas, al ver la sonrisa feliz de Taylor, solo lo dejo tranquilo, hasta ahora nunca pensaría que extrañará tanto escuchar la risa y ver la sonrisa feliz de esa persona.

En la noche Taylor volvió a poner a su mascota sobre su cama, acurrucandolo junto a él.

El chico dormía profundamente, con Ray pensando que no podría dormir en toda la noche, pero al volver estar acurrucado junto al chico, se sintió bien, se sintió agusto, lleno de comodidad, cerrando sus ojos lentamente, terminando dormido.

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