EXTRA DAMON MORELLI

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EL INICIO DEL PODER

Damon Morelli Salvatore. 18 años.

Miro al hombre frente a mí que intenta lanzar un golpe en mi dirección, mismo que esquivo para después lanzar una patada en su dirección y hacerlo retroceder para caer sobre su trasero. La adrenalina me invade de arriba a abajo pero es más el maldito enojo que me hace maldecir una tras otra vez en mi cabeza.

—¡¿Es todo lo que tiene el próximo líder?! —grita Domenico mientras se pone de pie, lo miro con enojo y la sonrisa de superioridad que me da me hace molestar aún más haciendo que lance un golpe más en su dirección.

Mi puño impacta con fuerza en su mejilla haciéndolo caer, no lo dudo ni un segundo más para lanzarme sobre él, montándome sobre su torso y llevando mis puños una tras otra vez a él, siento como mis nudillos le golpean la piel y el olor a sangre no tarda nada en hacerse presente.

—¡Damon! —alguien grita a mis espaldas mientras Domenico sigue riendo como un maldito psicópata, aunque, no dudo en que lo sea—. ¡Damon, detente!

Un toque en mi espalda me hace detener de golpe, mi cuerpo se tensa y giro el rostro mirando los ojos azules de mi hermana menor.

Mailen me mira aterrada, aunque eso no le ha impedido acercarse a detenerme.

Mi respiración está alterada, siento como mi pecho se mueve con desenfreno, alejo la mirada de Mailen y bajo a mirar mis puños, ambos están llenos de sangre, miro el rostro de Domenico aún debajo de mí, la sangre le mancha todo el rostro y pese a los ojos hinchados y la sangre escurriendo por su boca y nariz me da una sonrisa siniestra que me hace encabronar de inmediato una vez más.

—Este es el líder que quiero ver siempre, Damon —intenta palmear mi mejilla pero me pongo de pie antes de que lo haga. Lo miro mal y esa es la última mirada que le doy antes de alejarme de aquí.

Puedo escuchar los pasos de Mailen detrás de mí.

—Casi lo matas —susurra con el tono de voz suficiente para que pueda escucharla.

—Es él quien se busca su propia muerte siempre —siseo mientras quito mi camisa y la lanzo a un costado en el almacén donde nos encontramos.

Puedo sentir mi cuerpo rígido y tenso, la maldita adrenalina todavía corre en mi interior como un maldito río.

Camino hasta el baño en donde cierro la puerta con fuerza dejando a Mailen del otro lado.

Recargo ambas manos en el borde del lavamanos mientras miro mi reflejo en el espejo, el sudor me corre por los costados de mi cabeza y por mi frente, los ojos cafés que me identifican están completamente oscuros volviéndose casi negros y la piel blanca hace que mi cabello castaño mojado de sudor se impregne y resalte más.

Trago saliva con fuerza, bajo el rostro y cierro los ojos con aún más fuerza.

Intento controlar la rabia, el enojo, intento controlar cada maldito latido de mi corazón que ruega por más.

Intento controlar a la maldita bestia que todos están creando y que me he negado a liberar.

—Mamá nos espera, Damon —la voz de Mailen del otro lado ayuda a que la rabia parezca desaparecer pero solo logra que lo haga en un cinco por ciento—. ¿Estás bien?

Quiero responder que no lo estoy, quiero decirle que estoy peleando conmigo mismo y que siento que en cualquier momento todo se irá a la mierda.

Tomo un par de respiraciones hasta que finalmente me estabilizo un poco. Lavo mis manos haciendo que el rastro de la sangre de Domenico desaparezca, una vez que el agua deja de pintarse de rojo, mojo mi rostro.

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