4

67 4 0
                                    

—¿Qué pasó?— Escucho como Miguel pregunta con la voz adormilada. Sonreí al imaginarme la escena, pero rápidamente aparte esos pensamientos.

—Un hombre tiene a una mujer como rehén, la está apuntando con su pistola.— Respondo nerviosa, las patrullas empiezan a rodear al sujeto.

—¿Pistola...?— Miguel tardó en reaccionar ya que estaba entre dormido.—¡Ah, voy para allá!— Dice finalmente despertando y colgando la llamada. Rápidamente le envio mi ubicación, mientras pienso en que hacer. Es la primera vez que lidio con algo así...

Miguel no tardó mucho en llegar junto a mi, ambos miramos la escena atentos, por si llegaba a ocurrir algo.

—¿Qué hacemos?— Pregunto manteniendo la calma.

—Tenemos que lograr que deje de apuntar a la chica.— Dice escuchando la voz de aquel hombre hablando a gritos con los policías.

—Tengo una idea, puedo distraerlo para que me apunte a mi. Es arriesgado, pero se que puedo esquivar las balas. Después tu vas por detrás de él y lo derribas.— Miguel niega con la cabeza.

—No. Tu traje no es lo suficientemente resistente, te van a atravesar las balas. Yo lo distraigo, mi traje está hecho con moléculas inestables, eso puede reducir el impacto.— Dijo y sin dejarme decir más se empezó a acercar al sujeto.— Espero que tu plan funcione.

Iba a detenerlo, pero decidí llevar mi plan a cabo. Me acerco a la tienda que estaba detrás del hombre que no dejaba de gritar, entrando por una ventana abierta. Veo como unos empleados están escondidos mientras ven desde lejos la escena, les hago una señal de silencio, para que no me delaten, ellos asienten frenéticamente mientras lloran.

—¡Quiero que me den cien mil dólares!— grita sin dejar de apuntar a la chica con la pistola. Pude ver cómo Miguel se hizo paso entre las patrullas de los policías, acercándose un poco al hombre, pero guardando distancia.— ¡Ni un paso más o la chica muere!

La pobre chica lloraba de pánico, tenía que apresurarme. Sin hacer mucho ruido quité la campana de la puerta, para que no hiciera ruido una vez que saliera. Lentamente abrí la puerta, por suerte no me escuchó.

—Tranquilo ¿Qué tal si sueltas el arma y terminamos rápido con ésto?— Pregunta Miguel levantando sus manos, mostrando que no tenía nada con que atacarlo. El sujeto comenzó a gritar cosas sin sentido y yo me acerqué lentamente a él por la espalda.

Cuando levantó a la chica unos centímetros del suelo y empezó a gritar más histéricamente, aproveche y golpee sus piernas, haciendo que pierda el equilibrio, soltando a la chica en el proceso. Miguel rápidamente agarro su mano donde tenía el arma y se la quitó, tirandola lejos y neutralizando al hombre, quien gritaba sin parar. Yo cargué a la chica en mis brazos y la alejé lo más posible del hombre, quien intentaba arrastrarse hacia ella.

—Tranquila, tranquila, todo está bien.— La dejé en el suelo en frente de la tienda. Empecé a tranquilizarla mientras lloraba por un ataque de pánico que estaba teniendo. Tome sus mano y hice que empezara a hacer ejercicios de respiración conmigo.

Los policías fueron a arrestar al sujeto, suspiré aliviada al ver cómo lo metían en la patrulla. La puerta de la tienda se abrió, aquellos empleados que antes vi adentro salieron para ver cómo estaba la chica. Apenas la vieron corrieron hacia ella y la abrazaron fuerte.

—¡M-Muchas gracias por salvar a nuestra hija!— Gritaron mientras lloraban los tres. Yo los miré sorprendida, no pensé que eran sus padres. Sonreí y asentí con mi cabeza.

—Buen trabajo.— Sentí cuando una mano se puso en mi hombro. Giré mi cabeza y vi a Miguel, quien estaba felicitandome, yo solo le sonreí feliz. Me alegra que todo haya salido bien.

Déjame ayudarte, Miguel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora