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—Sara...— Escuché una voz cerca mío. Me quejé al querer seguir durmiendo y metí mi cabeza donde sea para evitar sentir la luz de la habitación. Suspiré sintiendo el olor de Miguel, sintiendo como mi cuerpo liberaba toda su tensión, relajandose. Dios, como me encanta su olor.

¿"Su olor"?

Saqué mi cabeza de golpe de donde la tenía metida, dándome cuenta que la tenía entre el brazo y pecho de Miguel. No me había percatado que estaba durmiendo aferrada a él. Fue entonces que mi mirada se topó con la suya, pegué un grito asustada, separandome rápidamente del calor de su cuerpo.

—¡L-Lo siento! ¡Y-Yo...!— Miguel se rió al ver mi reacción y se sentó en la cama. Mi cara estaba completamente roja por la situación.— Perdón, no estaba conciente de lo que hacía...

—No te preocupes. Buenos días.— Susurra sonriendome. Aún nerviosa acomodé mi cabello, el cuál estaba hecho un desastre por haberme movido tanto mientras dormía.

—Buenos días...— Susurré nerviosa y recordando lo de ayer, hice que Miguel me mirara tomando su mentón con mi mano, moviendo su rostro de un lado al otro. El me miró confundido.— Tus ojeras siguen marcadas... ¿Aún te sientes cansado?

—Ahora me siento mejor que antes, aunque sigo algo cansado.— Responde intentando levantarse de la cama, pero lo detuve haciendo que se recueste de nuevo al empujarlo por los hombros.

—¿A dónde crees que vas? Tú sigue descansando, yo me encargo por hoy.— Dije aún con mis manos en sus hombros, evitando que pueda levantarse.

—Pero aún no tengo listo tu traje...—Susurró al verme aún cerca de él.

—Tranquilo, tengo unos trucos bajo la manga.— Le sonreí y lo solté.— Voy a traerte algo para que comas. Tú me cuidaste por cuatro días seguidos, esto ni siquiera es lo mínimo que puedo hacer por ti.— Sin dejarlo decir más, salí de la habitación para dirigirme a la cocina, preparé un sándwich y un café junto a una fruta picada. Puse todo en una bandeja y empecé a subir hacía la habitación del Miguel.

—Después de comer vas a descansar todo lo que necesites.— Dejé la bandeja con su desayuno en la mesita de noche que estaba a su lado.— Si me llego a enterar qué te pusiste a trabajar, te voy a atar a la cama ¿Entendido?— Le dije mirándole molesta, cruzandome de brazos.

—Está bien, mamá.— Bromeó riéndose de mí. Negué con mi cabeza, aunque también me reí un poco.—Lo que tu digas. — Sonreí cuando por fin me hizo caso, me despedí de él y salí de su habitación.

Antes de salir de su casa, cree con mi telaraña una especie de tela con la que me cubrí el rostro. Salí de la casa de Miguel y empecé a andar por las calles con mi telaraña, tratando de ser lo más discreta posible, aunque por esa calle no había casi nadie. Al llegar a la cuidad dónde había más gente, me fui por encima de los edificios, dónde casi nadie podría verme, hasta que llegué a mi casa. Me metí por una de las ventanas de mi apartamento, me quité la máscara improvisada que tenía en mi cara y suspiré.

Me preparé algo que logre alimentarme por ahora y me di una ducha para iniciar el día, sequé mi cabello mientras miraba las cámaras de los drones, al ver una pequeña explosión me alerté. Corrí a mi habitación, tomé una sudadera negra con unos pantalones grises y me los puse, tejí nuevamente una tela con mi telaraña para hacer una máscara que cubra parte de mi rostro, y así poder mantener mi identidad oculta.

Salí de mi departamento por una ventana y me acerqué a la zona de la explosión, la cuál estaba marcada en mi bio-impulsador. Al llegar, había fuego por el segundo piso de una casa, me acerqué viendo como la gente miraba el incendio asustados. Sin perder tiempo, corrí de aquí para allá haciendo una especie de cinta que no dejara que los ciudadanos se acercaran al incendio, lo menos que quería es que intentaran hacerse los héroes y se metan en problemas. Entré en la casa derribando la puerta, eso fue fácil ya que ahora contaba con más fuerza que antes.

Examiné el primer piso, revisando si no había heridos, pero sólo encontré a un gato y un perro que estaban asustados. Por suerte en este piso todavía no llegaban las llamas, pero si había un poco de humo. Tomé a los animales y los saque de la casa. Escuché un grito provenir del segundo piso, así que me apresuré en entrar nuevamente para salvar a la persona dentro. Mi nariz estaba totalmente irritada, tenía que apresurarme. Al tener el sentido del olfato más agudo que antes, el humo estaba haciendo que me sienta ahogada con más facilidad.

Tosi un poco, pero logré subir al segundo piso, encontrandome el sitio rodeado en llamas. Miré a todos lados en busca de la persona que gritó, hasta que logré ver a una chica llorando debajo de un armario. El mueble estaba encima de ella, haciendo que no pudiera moverse. Al ver que las llamas estaban llegando a ella, rápidamente corrí en su dirección y levanté el armario que la aplastaba, tirandolo a otro lado para que no moleste. Al empezar a sentirme algo ahogada por el fuego y humo cercanos tomé a la chica en mis brazos y corrí hasta sacarla de la casa sin perder tiempo. Los bomberos ya habían llegado y empezaron a apagar el fuego, intentando hacerlo lo más rápido que podían. Tosi varías veces y deje a la chica en el suelo, ella estaba llorando por el pánico que había sentido, pero me abrazó fuerte por el cuello mientras me agradecía a gritos.

—¡Muchas gracias!— Dijo mientras lloraba, yo le di unas palmadas en su espalda devolviéndole el abrazo. Ese gesto hizo que sintiera algo cálido en mi pecho, se sentía bien haber podido rescatar a esa chica del incendio.

Al separarnos del abrazo, los ciudadanos nos rodearon celebrando que la chica estaba bien. La multitud rápidamente me rodeó y de entre ellos se hicieron paso los reporteros, los cuales no tardaron en hacer preguntas sin parar, como si de metralletas se trataran.

"¿Tienes poderes?" "¡Estuviste increíble!" "¿Eres una nueva heroína?" "¿Haces equipo con Spider-Man y Spider-Woman?"

Me puse nerviosa al escuchar como me rodeaban con preguntas, sintiéndome mareada al ser el centro de atención. Les sonreí algo incómoda, aunque la máscara improvisada que hice tapaba mis expresiones.

—¡Perdón, me tengo que ir!— Me despedí tirando una telaraña y me alejé de la multitud. Me subí a un edificio sintiendo mi corazón palpitar en mi pecho mientras jadeaba, nunca me gustó estar rodeada de tanta gente.

Al ya estar algo más segura, me quité la telaraña de mi cara, sintiendo mi nariz irritada por todo el humo que inhalé. Intenté regular mi respiración, por fin ya no estaba respirando el humo de ese incendio. Fue entonces que un holograma salió de mi bio-impulsador, mostrando a Miguel.

—¿Así que ahora tenemos una nueva heroína en la cuidad?— Habló con ironía mientras me sonreía, yo reí por lo que dijo mientras seguía jadeando por todo lo que pasó, pero entonces mi sonrisa se esfumó después de unos segundos cuando procesé lo que estaba pasando.

—Oye, te dije que tenías que estar descansando.— Dije frunciendo el ceño, mirandolo molesta.

—Tranquila, estaba viendo televisión, no me he levantado de la cama.— Dijo mostrando la televisión frente a él, en el cual se mostraba la noticia de la supuesta nueva heroína en la cuidad, quien obviamente era yo.

—Genial, lo que faltaba.— Suspiré amargamente, rascando mi nariz roja ya que estaba irritada por todo el humo del incendio, fue entonces que un estornudo hizo que mi cuerpo hormigueara por completo de una sacudida. Pude ver cómo Miguel sonrió y soltó una pequeña risa al escuchar mi estornudo repentino.

—Pareces un payaso con esa nariz roja.— Al escuchar su comparación obviamente le mire mal, y eso hizo que se riera con más fuerza.

—Chistoso.— Respondí a su burla sintiendo como mis mejillas se sonrojaban por la vergüenza, sin dudarlo más corté la llamada. Rasqué mi nariz irritada y como si eso lo hubiera provocado, estornudé otra vez. Maldito Miguel, me las vas a pagar.

Déjame ayudarte, Miguel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora