—Davo, veo que estás renovado. —Le dio la sonrisa más falsa posible y extendió la mano hacia el imponente hombre. Traum se sentó en el sillón y acarició el cuero del apoyabrazos—. ¿Así que de vacaciones? ¿A esta altura del año? Vaya, si tu padre te viera...
Traum no dejaba pasar una oportunidad para lanzar su veneno.
—Me envidiaría, sin duda. —Davo sentía que la mandíbula se le iba a acalambrar al mantener la sonrisa—. Me da gusto que hayas aceptado el acuerdo después de todo. Me sorprendió que quisieras cambiar los términos a último momento. —Bebió agua. La necesitaba porque controlaba las enormes ganas de insultar al idiota que tenía delante, el cual les había complicado la vida.
—Davo, solo haz que firme el maldito acuerdo. Sin acotaciones de lo que pasó. Ya lo resolvimos. ¿Para qué seguir agitando las aguas?
—Por supuesto.
—Te conozco, bastardo. Déjale pasar esta. Date por perdedor una vez.
La conversación con Neben todavía estaba en su cabeza. Era incapaz de dejarla pasar. Neben era consciente de que su hermano era revanchista.
Traum se aclaró la garganta y luego se humedeció los labios.
—Sí, estuve pensando, y había cosas que simplemente no cerraban.
Davo frunció el ceño.
—¿Cuáles, por ejemplo?
Traum miró hacia el enorme ventanal detrás de Davo.
—Considero que había materiales con los cuales podíamos tener un estándar alto sin gastar una suma exorbitante.
—Pediste lujo, ¿recuerdas? Eso fue lo que te di en el proyecto inicial.
—Davo, ¿hay algo que te moleste? —inquirió Traum, que había empezado a sudar a pesar del aire acondicionado que congelaba todo en la oficina.
—Sí, tu falta de franqueza, que busques importunarnos cuando hemos gastado tiempo y recursos en un diseño fascinante orientado a un público exigente. Y resulta que ahora el cliente ya no es tan exigente y solo quiere que el bolsillo no le duela.
Traum se puso de pie.
—¿Quién mierda te crees?
—No te confundas, Lehman. Eras amigo de mi padre, no mío. ¿Exiges excelencia? Pues yo pido lo mismo. Si hay algo que no te gusta, me lo dices. Si te parece caro, me lo dices. Si crees que es una mierda, lo dices. En el momento, no me apareces un mes después con un pergamino de quejas de precios y cosas que consideras desagradables. No es ético. Y para mí es vital tener un código de conducta y convivencia.
Traum se rascó barbilla y luego se cruzó de brazos.
—Sigues siendo el mocoso pedante que conocí hace treinta años.
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Locura de amor T.L.A Libro 2 (+18)
RomansaLa vida de Neben Petrich, un hombre de 35 años, al fin tiene el equilibrio que soñó. Su hermano dejó atrás el dolor y está comprometido con su hermoso asistente. Neben tiene a Carter, su novio de 20 años, loco y apasionado que cumple todas sus fanta...