°Capítulo 1:°

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Habías pasado los últimos 8 meses como Spider-Persona combatiendo con ladrones y pandilleros de poca monta que habían cometido fechorías menores; en general, tu trayectoria desde que tomaste el manto ha sido bastante sencilla. Pero ese día, habiendo visto a las unidades de la policía movilizarse fue que decidiste seguirlas, siendo así como llegaste a un Alchemex con la puerta destrozada y algunos agujeros en las paredes, donde con las palabras de la policía y los testigos fue que te diste cuenta de que Otto Octavius se convertiría en tu primera gran amenaza. La policía no te tenía en su mejor estigma llamándote "vigilante" como si eso fuera algo malo, pero eso no te impidió colarte dentro de las instalaciones de Alchemex hasta donde el doctor estaba haciendo sus movidas, ocultándote en el techo desde donde sabías que no podía verte.

Usando sus brazos extra fue que lo viste arrancar una de las puertas metálicas de las bóvedas y mirar con emoción un trozo de tecnología al que por tu limitado conocimiento no podías darle nombre. Tea aclaraste la garganta y te pusiste de pie sobre la estructura del techo desde donde lo habías estado vigilando.

—Oye doc, esta debe de ser una investigación de verdad importante para que reúnas a tantas personas allá afuera— le dijiste, usando ese tono de broma que te había hecho tan popular con el vecindario, especialmente con los niños

—Vaya vaya, la última persona que esperaba ver aquí. ¿No deberías de estar deteniendo a los ladrones de goma de mascar? — mencionó, apenas y prestándote atención y continuando con lo suyo

—Tienes razón, así que debería de detenerte rápido para volver a mis rondas en el vecindario— dijiste un momento antes de dispararle telaraña a sus brazos —Ten paciencia conmigo, eres mi primer gran villano

Fue con eso que la atención del doctor estuvo sobre ti, quien hizo apenas un movimiento abriendo la punta de sus brazos para romper tu telaraña. De verdad que ya no estabas contra un ladrón de bicicletas. No podías evitar el miedo que te recorría, pero era como una bolita que debías de tragarte para columpiarte y comenzar con tu deber.

Cualquiera diría que le diste una buena pelea usando tus poderes y las habilidades que habías adquirido desde que decidiste convertirte en héroe como ninguna de tus misiones te lo había exigido antes, pero tu inexperiencia pareció ser más poderosa de lo que eras tú.

El doctor había mantenido escondido un explosivo que utilizó en cuanto se dio cuenta de que se te había terminado la telaraña como para salir de su rango de esa manera que se te había hecho costumbre, tu sentido arácnido te avisó para saltar y que la explosión no te cocinara con vida, pero saltaste tarde. Todo se movió en cámara lenta mientras estabas en caída libre y de repente estabas debajo de una pila de escombros pertenecientes a la estructura de Alchemex. El aire se colaba por el agujero que se hizo en tu mascara por la explosión, y sacar tu fuerza para salir de ahí no parecía una opción cuando no podías ni sentir tus piernas.

Sentiste el metal de los brazos de Octavius tomarte de las muñecas mientras que otro parecía quitarte un trozo de concreto de encima, pero lo había hecho para sacarte de los escombros y observarte con el velo de la derrota cubriéndote, tal vez solo para regocijarse de lo que había logrado. Te dolían tus piernas colgando y el solo intento de darle una patada para seguir peleando te hizo derramar una lagrima que quedó absorbida por lo que quedaba de tu mascara, en definitiva, había algo roto ahí.

—No puedo esperar que alguien de tu calibre lo entienda; esto es más grande que tú o que yo— mencionó triunfante —El multiverso no es un tema para las mentes pequeñas

—Tu eres el doctor, ¿Por qué no me lo explicas? — dijiste con debilidad más que obvia pero siempre manteniendo tu humor

Se te quedó mirando mientras que tu vista comenzaba a nublarse por el dolor de tus piernas y las heridas que estaban derramando sangre. Tú lo mirabas de vuelta intentando adivinar lo que pensaba en hacerte.

¿Te iba a entregar a la policía? Habían querido arrestarte desde hace meses, serias la foto en la primera plana por la mañana, y no de la manera en cómo te habías fotografiado para vendérsela al periódico, sino con unas esposas, bajo la escolta de un par de oficiales o detrás del vidrio de la patrulla.

¿Iba a matarte? Pensaste que si quisiera matarte solo te habría dejado debajo de los escombros y habría salido con lo que había ido a robar en primer lugar, aunque eso le habría privado de tu expresión de derrota.

No... No era ninguna de esas opciones, o no era lo que delataba la sonrisa que te dio. Con uno de sus brazos mecánicos tomó tus dos piernas por los tobillos y con otro te tomó de ambas muñecas y solo comenzó a sacudirte y doblarte, moviéndote como si fueras no más que un gusano de gomita.

Tus gritos se hicieron inevitables; tus piernas estaban rotas en una medida desconocida y ahora tenías la certeza de tener un trozo de cristal en tu abdomen que ahora solo se metía más y más en tu carne. Te dolía, estabas suplicando por piedad, aunque el doctor ni se inmutaba ante tus peticiones. Pedías más que nunca que apareciera un policía, aunque eso te llevara a tu arresto, pero tus súplicas no eran escuchadas.

—Dime arañita, ¿Quién se ríe ahora? — mencionó con una voz macabra y sádica

Finalmente, tu cuerpo cedió; era demasiado el dolor que tenías. Perdiste la consciencia, pero el si era por la pérdida de sangre o por el dolor era debatible.

Si esa era su manera de matarte, era más cruel que haberte dejado en los escombros.

"¡Tú me salvaste!" | Miguel O'Hara FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora