°Capitulo 8:°

465 41 0
                                    

La computadora cedió en cuanto le pediste la ubicación de aquel que te había metido en esa situación tan complicada en primer lugar, y teniéndolo en frente solo golpeaste una de las paredes de su celda para llamar su atención ya que parecía estar pasando por algún tipo de dolor en el abdomen que lo tenía recostado en el suelo. Te volteo a ver y sonrió socarronamente

—Habla, Octavius, ¿Qué le hiciste a los brazos?— le dijiste sin pensarlo demasiado

—¿Mis asistentes? No he sabido de ellos desde que tu amigo de traje azul me los quitó

—¿En serio? ¿Tus preciados brazos, conectados a tu sistema nervioso se vuelven locos y tu no sabes nada?

—No sabía que fueras fan de mi trabajo

—En casa usted solía ser una figura respetada en el campo de la ciencia, ahora seguro lo ven solo como un criminal sin remedio. Supongo que ya no tiene nada que perder, así que hable

Octavius se te quedó viendo. Jamás lo ibas a admitir, pero estar en esa posición sintiendo con tu sentido arácnido todo el alboroto que estaban armando los brazos a la distancia de esa habitación y teniendo que encarar a tu secuestrador, todo a combinación te daba un poco de miedo, pero una vez más tomando tu papel de héroe es que tuviste que pararte y evitar esa bolita que te subía y bajaba de la garganta.

Lo viste ponerse de pie con algo de dificultad y acercarse a la pared desde donde tú lo observabas

—Mirate nomás, ¿Qué pasó con la versión de ti que siempre intentó agradar a todo el mundo en el vecindario?— dijo Octavius

—Primero conteste mis preguntas y luego consideraré contestar las suyas. ¿No le suena como un trato justo?

Te lanzó una sonrisa ladeada, era casi como si se estuviera burlando de ti. Otros días seguro poco te hubiera importado, pero con todo lo que llevabas en tu espalda fue que golpeaste de nuevo la pared, viendo como se conmocionó tal como si fuera un pez dentro de una pecera.

—¡Hable! Y no quiero volverlo a decir— le gritaste

—Está bien, está bien, con calma— te contestó, algo temeroso —En uno de nuestros viajes, instalé una tecnología con la que los brazos han estado aprendiendo de lo que hay a su alrededor aún estando apagados, debieron de ver la oportunidad de escapar y la tomaron sin dudarlo.

—Bien, ahora tus brazos son más inteligentes que algunas personas. ¿Cómo los detengo?

—No puedes. La inteligencia artificial tiene como prioridad encontrarme a mí, y si el resto de insectos están peleando con ellos, ellos están aprendiendo de los insectos... Ya no deben de tardar en tomar sus patrones de pelea y usarlos en su favor

Miguel... Jessica... ¿En peligro?

La simple idea te hizo golpear de nuevo el vidrio, con algo más de fuerza para que el doctor cayera hacia atrás. De verdad que tantos viajes por el multiverso lo habían alejado de ser la persona respetable que había sido en tu universo, o quizás ya había dejado de serlo hace mucho y solo intentabas darle una excusa.

Tenías suerte de que tus "Por si acaso" solían salir bien; tu reloj tenía una función de grabar, lo descubriste un tiempecillo atrás, y todo lo que el doctor había dicho había quedado en el banco de memoria de Lyla.

Pero la idea de que las personas que te habían protegido y te habían ayudado a intentar regresar a casa estuvieran en peligro solo te hizo pensar en la idea más loca y desquiciada que pudiste tener después de haber leído todos los expedientes de quienes estaban encerrados en la sociedad aracnida.

Lyla debió de ver lo que estabas buscando en tu reloj como para aparecer

—¿De verdad piensas hacerlo?— te preguntó

"¡Tú me salvaste!" | Miguel O'Hara FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora