Nadie te quitó las telarañas hasta que regresaste a la oficina de Miguel... Donde te cambiaron las telarañas por una pequeña prisión parecida a la crisálida que iba a llevarte a casa, pero esta era más como una jaula que no podías mover y de la que tampoco podías escapar.
—Eso fue estúpido e irresponsable— mencionó Miguel desde el exterior de tu prisión —Eras libre de ir a donde quisieras mientras que no salieras del edificio y no intentaras algo así, ¿¡En qué diablos estabas pensando!?
—¡En mi hogar! — le gritaste de regreso —¡En mi familia, en mí y en este ridículo manto!
Fue cuando te rendiste por fin. Te sentaste y solo te llevaste las rodillas al pecho queriendo llorar. Supiste que ya no tenías manera de escaparte de tu confesión. Podías mentir, pero como Layla era capaz de detectar tu ritmo cardíaco preferiste evitar el enojo de Miguel; ya el rostro con el que te miraba era suficiente para saber que estaba a poco de perder la paciencia.
—He hecho... Cosas muy malas... Gente de los distintos universos ha muerto por mi culpa— confesaste en medio de lágrimas —¡Pero yo nunca quise nada de eso! Pero si no lo hacía, el universo anfitrión y el mío serían destruidos. Como héroe, es mi deber proteger a las personas, y a cada universo al que iba era como tener el doble de personas que proteger.
Miguel y aquella Spider Woman se quedaron viéndote. Ella se te quedó viendo y se quitó sus lentes para que vieras su rostro completo y acercó una silla para quedar en frente de tu prisión. También le acercó una silla a Miguel, pero él prefirió quedarse de pie observándote.
—Creo que debería de presentarme otra vez. Soy Jessica Drew. ¿Por qué no me dices lo que te pasó? — te dijo
—Sé... Sé que lo que he hecho seria merecedor de que me encierren aquí por mucho, realmente mucho tiempo, o de que me envíen a casa y ahí tomaran justica en mi caso, pero la cárcel me aterra ya sea aquí o allá
Con Jessica mirándote en un tono casi maternal de su parte fue que solo... Hablaste.
Comenzaste hablando de tu autentico papel en el plan de Octavius; hablaste de que la tecnología de tu espalda era la que te había dado mil caras para ser cómplice de los robos multiversales que habían tenido lugar; se te hacia un nudo en el estómago solo de pensar que personas podían haber salido lastimadas a base de tus acciones. Y de alguna manera, tus palabras se deslizaron hacia lo que te había hecho intentar escapar así.
Todas las Spider-Personas tenían una tragedia con la que de alguna manera se les inspiraba a ser héroes, la tuya era que un familiar tuyo había sido condenado a ir a la cárcel injustamente a la espera de su próximo juicio, le transfirieron algo lejos de casa y fue cuando su vida llegó a su fin en una pelea de comedor. Viste a tu familia llorar y fue con lo que te inspiraste a que si alguien iba a ir a prisión serían los verdaderos criminales, aunque fueras tú quien los pusiera ahí. Aún mantenías en celoso secreto que cuando volvieras a casa abandonarías el manto que habías tomado antes de que más villanos intentaran destruir tu versión de Nueva York.
Tu historia fue la justificación de que quisieras escapar de ahí cuanto antes, querías creer que los dos adultos que te miraban podían comprender que la cárcel te daba miedo, dentro de la Sociedad Arácnida porque había cientos de villanos encerrados y te preocupaba que tu familia seguía sin saber en dónde diablos estabas y en casa porque sabías que no sobrevivirías ni un día sin usar tus habilidades, y sabias bien que tú habrías puesto a más de uno ahí, que supieran tu identidad secreta era lo peor que podía pasarte. Viste a Miguel revisar su reloj, haciendo un pequeño sonido que llamó la atención de Jessica y solo se le quedó viendo con duda.
—Déjanos— dijo Miguel con una voz algo escalofriante
Eso fue suficiente pata encender tu sentido arácnido. Te pusiste de rodillas y colocaste tus manos en la pared de tu prisión para mirar a la mujer y darle un vistazo al hombre.
—Jessica...— mencionaste con algo de miedo por la expresión que tenía Miguel en su rostro
—Lo siento, es una orden directa— te contestó mirándote con un poco de pena
La viste alejarse caminando por un lado de tu prisión mientras que tú no podías hacer más que respirar pesado esperando que lo que ese imponente hombre quisiera hacer contigo, que por favor no te fuera a doler.
—Me llegó el informe. Lo que detuvo tu escape no fue que pudiéramos detener el proceso, es de que la maquina detectó en ti 14 ADN distintos— mencionó muy serio —Y con lo que acabas de decir, creo saber el porqué. Estarás aquí unos días más hasta que podamos resolverlo
—Espera, ¿De qué hablas? ¿Como que 14? — dijiste con nerviosismo por lo que acababas de escuchar
—Es apenas una hipótesis, pero por los escaneos casi diría que la tecnología de tu Camaleón podría ser apenas un prototipo. Tiene fallas, entre ellas que parece estar afectándote a nivel molecular, tu Camaleón parece no ser demasiado listo.
—Pero... Tú puedes curarme, puedes hacer que me vaya a casa. Eso dijiste— casi parecía que estabas suplicando porque te enviara a casa
Te miró de regreso. Tú estabas casi llorando de la desesperación y de la frustración que se ponía frente a ti, sin mencionar que tenías miedo de lo que pasaba a tu alrededor. Miguel te miró con un semblante serio, pero levantó las cejas mientras te analizaba con cuidado. El rostro que tenías... él lo había visto antes... Gabriela.
Lo viste presionar la pantalla de su reloj y al poco tiempo fue que tu prisión digital desapareció y Miguel estaba tendiéndote una mano, una que tú tomaste y te ayudó a ponerte de pie.
—Como líder de la Sociedad Arácnida, haré lo que está en mis manos para que tu ADN vuelva a ser normal. Te irás a casa apenas termine y te saque esa tecnología de la espalda. Solo no vuelvas a intentar nada estúpido como lo que hiciste hoy y este proceso será rápido.
De cerca de una de las consolas que tenía en su oficina fue que tomó algo que te arrojó sabiendo que tu sentido arácnido reaccionaria para atraparlo como lo hiciste. Era un reloj como se lo habías visto a Miguel y al resto de Spider-Personas en la base desde que despertaste.
—Lo que tienes ahora en la muñeca es un pase por un día, y dado que tu estadía aquí se verá indefinida, lo vas a necesitar. Póntelo— mencionó Miguel
—¿Dices... ¿Que no voy a ir a la cárcel? — mencionaste mientras te colocabas el reloj y te quitabas aquella aparente pulsera de plástico
—No veo porque deberías. Eras rehén de Octopus, todo lo que hiciste, al menos en este universo, puede entrar como defensa propia y del multiverso. Así que no, a menos de que hagas algo en el futuro que sea merecedor de que vayas a la cárcel.
Sonreíste y con emoción fue que te lanzaste a abrazar a Miguel. Él no te abrazaba de regreso, pero tampoco te quitaba de encima a pesar de que tenía la fuerza para hacerlo, eso para ti ya era más que suficiente.
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"¡Tú me salvaste!" | Miguel O'Hara Fanfic
Hayran KurguLos ultimos 8 meses desde que te mordio esa araña radioactiva habian sido tranquilos; apenas deteniendo fechorias menores. Pero ese día te diste cuenta de que Otto Octavius se convertiría en tu primera gran amenaza. Pero con ello te llegarían una se...