Strangers in the Night

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John, Paul y George salieron más que enojados de la casa. No tenían ganas de hablar con nadie, estaban cansados de responder preguntas tontas y sonreír constantemente. Lo peor era que Ringo se quedaría solo y quién sabe qué haría.

Cuando se cercioró de que se habían ido, Ringo tomó el teléfono y llamó a una casa de comidas y preparó una mesa con velas, perfumó todo y se fue a bañar.

Mientras, Eva llegaba a su casa y al abrir la puerta se encontró con la sonrisa de Dante.

-¡Hola Eva! ¿Hoy me darás clases? –preguntó poniendo su mejor carita de niño bueno.

Eva se sintió un poco mal, el nene la esperaba ansioso y ella no podía darle clases.

-Dante perdoname...pero hoy no puedo, tengo salir otra vez en un rato...

-Pero ayer tampoco estuviste –dijo poniendo carita triste.

Eva lo alzó y le dio un beso en la mejilla.

-Ya lo sé, pero mañana te daré clase sí o sí, es una promesa, nada será más importante que vos.

-Eso espero, así jamás llegaré a ser como George. –se cruzó de brazos y la miró con una expresión de enojo que la hizo reír.

-Ohh...¡había olvidado que estaba frente al próximo Harrison!

Anne se asomó desde la cocina, estaba despeinada y olía a ajo y cebollas.

-Dante, no la molestes. ¿Como estás, Eva?

-Bien Anne. ¿Y vos?

-Bien, cocinando la cena.

-No prepares comida para mi, tengo que salir.

-¿Con George? –preguntó Dante pícaramente.

-¡Dante! –lo reprendió Anne- ¿Qué decís? Yo no te enseñé eso.

-No lo retes...-se acercó a Anne- En cierto modo, Dante acertó –le dijo al oído.

Anne la miró sorprendida y Eva le guiñó un ojo. Subió las escaleras y entró a bañarse.

Trató de vestirse acorde a la ocasión, aunque no sabía cuál era la ocasión. Todo se le hacía un poco raro. Se decidió por una blusa blanca con voladitos y puntillas, una falda corta rosada, zapatos, y su amado tapado violeta. Se maquilló, se peinó tratando de que las puntas fueran hacia arriba, se puso una vincha con una flor y bajó. Dante jugaba con unos autitos y la miró un poco enojado, ella solo rió ante su expresión. Escuchó que un auto se estacionaba frente a la casa, se despidió de Anne y del pequeño y salió.

Ringo la esperaba en su auto, le abrió la puerta y ella subió.

-¿Como estás? –preguntó él muy sonriente.

-Muy bien, ¿vos?

-Excelente.

Comenzó a conducir por la ciudad, no se decían nada, sólo escuchaban la radio.

-Tapado violeta –pensó- le debe gustar George, por eso ese color....

Llegaron a la casa y Eva se encontró con la mesa con velas y flores.

-¿Y los chicos? –preguntó preocupada, pero disimulando.

Ringo se apoyó en el marco de la puerta , la miró y suspiró.

-No están. Te mentí.

-No entiendo.

-Te invité porque sabía que ellos no iban a estar esta noche. Si te hubiera dicho la verdad, no habrías aceptado.

Ocho brazos para abrazarte (Novela The Beatles) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora