Matar a pobres corazones

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-Excelentes Sheels, éstas fotografías son excelentes. –dijo Scott, y Murray asintió con la cabeza.

-¿Seguro?

-Claro que sí, sino no lo diría.

-Pero....necesitará más, ¿no es cierto?

-Por supuesto, es un libro, hay que presentar más.

-De acuerdo, seguiré tomando y seleccionando.

-Me parece bien. –dijo Murray–¿Con dos semanas más te alcanza?

-Si, si, me alcanza y me sobra.

-Perfecto, te vemos en quince días.

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Salió del edificio prendiéndose un cigarrillo y cerrando bien su cartera, ya que allí llevaba el dinero que acababa de cobrar. Subió al primer autobús que pasó y se ubicó en el primer piso, que casi siempre iba prácticamente vacío. Allí, mirando a todos lados para que nadie la descubriera, contó los billetes y sonrió, ya que era bastante. Cerró otra vez y se abrazó a su cartera, mirando por la ventanilla. Pese que estaba contenta, una sombra se interpuso: ¿Qué estaba pasando? No entendía porqué siempre tenía una pregunta persiguiéndola. Al principio era cuál de los cuatro elegiría. Y ahora, qué estaba sucediendo con ellos. Esa distancia qué había comenzado a sentir se hacía cada vez más intensa, y lo peor era que ellos ya lo sabían, sin que le dijeran nada, supo que lo sabían. Y ni ella, ni ellos, hacían nada para remediarlo, quizás porque no había remedio. La locura en la que se habían embarcado no tenía solución cuando empezó a hacer aguas por todos lados. Eso le estaba matando el corazón.

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-¡Jenny qué suerte que volviste! –exclamó ni bien vio a su amiga parada en la puerta.

-¿Por qué "qué suerte"? ¿Pasó algo? –preguntó entre risas.

-Ehh...no, no. ¿Pero qué? ¿No puedo alegrarme de tu vuelta?

-Tenés razón, es que ya sé que te alegro la vida.

-Vení, charlemos.

Ambas se encerraron en la habitación de Eva, a tomar té y comer cupcackes que Jenny había traído.

-¿Y cómo estuvo todo?

-¡Genial! ¿Y a que no sabés qué? ¡Patrick grabará un disco!

-¿De verdad? ¿No es broma?

-¡Claro que no! ¡Estoy feliz!

-¡Me alegro muchísimo!

-Esta noche iremos a festejar, ¿venís?

-Mmm....no creo que los chicos quieran.

-Ay, ni que fueran tus padres...

-Ya lo sé pero...prefiero que las cosas no empeoren.

-¿Empeorar? ¿Está todo mal?

-No, no...En realidad, no pasa nada.

-No entiendo. ¿No pasa nada, o no pasa nada en el sentido de que se ignoran?

-Eh...no sé...

-¿Se pelean? ¿Discuten?

-A veces. Cada vez más. 

-¿Tienen sexo?

-Si...

-¿Y entonces? ¡Está todo perfecto! Las discusiones son normales.

-Ya te dije, no sé.

-Son ideas tuyas, no te enrosques.

-Si quizás si....Cambiemos de tema, ¿Joseph no te molestó más?

Ocho brazos para abrazarte (Novela The Beatles) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora