Boulevard of broken dreams

155 21 5
                                    


-Les dije que esa chica traería problemas. Pensé que ya eran demasiados, pero veo que continúa.

-Brian, tu opinión no cuenta.

-Sabía que dirías eso, John.

-¿Ahora van a pelear ustedes? –George se veía exasperado –Ya cansan...

-Yo sólo dije lo que pienso. –se excusó Brian –¿Qué tenés para decir Paul?

-¿Yo? Yo nada, ¿qué quieren que diga? Me miran como si fuera un jodido traidor.

-Paul tiene razón, no es su culpa, son cosas que pasan. –dijo Ringo, que también se veía cansado por la situación.

-Al fin alguien que me apoya.

-Bien muchachos, ya están grandecitos, así que arreglen ustedes mismos sus líos de alcoba. –Brian se puso de pie y luego de darles un escueto saludo, salió del estudio.

John sólo hizo una mueca, negó con la cabeza y miró a Paul.

-¿Qué?

-Tranquilo Macca, sólo te miraba.

-Últimamente me mirás como si fueras a matarme.

-Ganas no me faltan...







Miraba todo con profunda tristeza. Paul, su Paul, se iba. Ella ya no significaba nada en su vida y era inútil tratar de buscar una solución, porque no la había. Lo único que le quedaba era resignarse. Resignarse, qué palabra tan...cansada. Sí, era una palabra cansada, como ella, que estaba cansada de sufrir.

Suspiró, mirando una vez más el cuarto de Paul, el cuarto que éldejaría esa misma noche, cuando volviera del estudio para recoger las dos maletas que estaban sobre su cama e irse para comenzar una nueva vida. Una vida con otra mujer.

Tomó su cámara, que había quedado abandonada en el sillón de su habitación. En aquellos momentos, su única escapatoria era tomar fotografías o encerrarse a fumarse todo lo fumable. Optó por lo mas sano. Tomar fotografías, aunque fueran de cualquier cosa, pero tratando de transmitir el dolor que sentía, en cierto modo la liberaba. De paso, se despejaría y continuaría pensando si era correcto o no algo que había ya decidido. Algo que garantizaría que Paul fuera feliz.





George dio una vuelta mas a la manzana con su coche, mirando a todos lados. Al fin la vio y frenó casi en seco, y le quitó el seguro a la puerta del acompañante. Vio que ella corría hacia su auto, agarrando con firmeza un bolsito marrón.

-Pattie, te estaba buscando. –dijo él, ni bien ella abrió la puerta.

-Lo supuse, perdón. –entró al auto –Pero me pareció poco prudente esperarte afuera del estudio, con todas las fans.

-Tenés razón ¡qué tonto! –George se golpeó la frente con la palma de la mano –Si te veían subiendo a mi auto te hubieran despellejado. Perdón por no pensar antes.

-Está bien, de todos modos me encontraste.

-Sí, y eso es una suerte. Bien, ¿qué te gustaría? ¿Tomar algo, ir al cine?

Ocho brazos para abrazarte (Novela The Beatles) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora