Capítulo 1

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Un sonido invadió mi cabeza, el sonido del metal contra metal era insoportable, estaba tirada en un suelo frío con pequeños agujeros en forma de rombo, parecía una jaula.

—¿Hola?— pregunté poniéndome de pie.

La jaula comenzó a subir, y yo miré hacia abajo, no había nada, solo un vacío.

—¿¡Hola!?— grité.

Escuché un chillido a mi lado, y me asusté, pegué un salto y me senté en una esquina poniendo mi espalda en una de las paredes.

Me quedé un rato mirando de donde había provenido el sonido, hasta que me armé de valor para ir, levanté una sábana negra que había cubriendo algo, y vi un cerdo.

—¿Cómo ha llegado esto aquí?— pensé.

Me puse a inspeccionar alrededor, y había varias bolsas, y unos barriles que ponían "CRUEL" en ellos.

Me puse a pensar en cómo yo había llegado ahí, pero no lo recordaba, de hecho, no recordaba nada, ni mi nombre, ni mi edad, absolutamente nada, era una sensación rara, ya que no recordaba nada de mi misma, o del mundo exterior, pero si recordaba cómo hablar, caminar, el nombre de las cosas, de los animales...

Me senté en el suelo para ver que ocurría cuando la jaula parara, ya llevaba subiendo un rato, aproximadamente unos veinte minutos, pero no lo sabía a ciencia cierta, ya que segundos se sentían horas.

De repente, la jaula aumentó la velocidad, me asusté y me puse en el fondo esta.

Esta paró en seco, y una luz roja se iluminó, y pocos segundos después pasó a verde.

—¿Que carajos?— miré a las luces.

Unas puertas metálicas se abrieron, y la luz que entró me cegó, haciendo que me tapara los ojos con las manos.

Sentí como alguien bajaba a la jaula, y se acercaba a mí.

—¡Es una chica!— exclamó.

Yo seguía con los ojos tapados, no quería mirar, no quería saber dónde la jaula me había llevado.

Escuchaba cuchicheos arriba, eran conversaciones inaudibles, la única que si escuché con claridad fue el grito de un chico.

—¡Callaos de una maldita vez garlopos mierteros!

Me destapé los ojos, y vi a un chico agachado en frente de mí.

—Hola verducha, bienvenida al claro— este me sonrió.

¿Claro?, ¿que es eso?, ¿a donde me había llevado aquella jaula?

Miré hacia arriba, y habían muchos niños alrededor de la jaula, todos eran hombres, no vi ni a una sola mujer.

—Soy Gally, por cierto— el niño me sacó de mis pensamientos.
—Yo... no me acuerdo...— no terminé la frase.
—¿De tu nombre?, lo sé, lo recordarás en uno o dos días— me dio una sonrisa cálida.

Me levanté del suelo, y con la espalda aún pegada en la pared, miré otra vez hacia arriba.

—Vamos, salgamos de aquí— Gally me extendió su mano.
—¿Cómo?, esta jaula es bastante alta.
—Te alzo en cuello y te ayudan desde arriba, a mi me suben con una cuerda— sonrió.

Dicho y hecho, Gally me tomó de la cadera, y me alzó hacia arriba, luego un chico de tez morena me cogió por debajo de los hombros, y me posó en el suelo.

—Gracias— agradecí con una pequeña sonrisa.

Miré a mi alrededor, habían muchos niños, unos cincuenta, incluso más, abrí paso entre los niños para ver dónde estaba, lo primero que vi, fue una pared grisácea de piedra, en ella había una abertura en la que se veía otra pared al fondo, y luego una bifurcación. También pude ver varias cabañas, y un par de animales comiendo hierba.

Contigo [Newt y tú] {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora