Todo volvió de golpe.
Cieno Cieno Cieno Cieno, el corazón de Peligro cantó. ¿Cómo ha podido olvidarse de él? ¿Cómo pudo un hechizo hacer eso?
Miró a su alrededor, al círculo de Alas Celestes que la observaban, las cabezas naranjas y rojas que se asomaban a los balcones y los batidos de las alas que traían más... Rubí y Acantilado atrapados bajo las garras de Escarlata... los guardias que la observaban con recelo...
¿En esto me convierto sin él? ¿Vuelvo a ser un monstruo?
Extendió sus garras. De ellas empezaron a salir volutas de humo.
Las escamas de fuego no son lo que me hace peligrosa. Incluso sin ellas, era tan mala como siempre, porque estaba dispuesta a seguirla.
Peligro bajó sus garras y avanzó hacia Escarlata.
—Aléjate de mí —siseó Escarlata. —Retrocede. ¿Me oyes? Soy tu reina, ¿recuerdas? Eres mi campeona. Haces lo que te digo.
—Ya no —dijo Peligro. Se acercó a la ex reina con cicatrices y Escarlata saltó de Rubí con un grito. Sus alas naranjas se agitaron en el aire mientras se alejaba de Peligro.
—¿Te has preguntado alguna vez qué se siente? —dijo Peligro. —Lo que me hiciste hacer a todos esos dragones? Porque ahora se acabó. Eres la última dragona que mataré jamás.
—Espera —dijo Rubí de repente. —Peligro, para.
¿Parar? Escarlata estaba tan cerca ... y Peligro finalmente tuvo el valor de hacer lo que debería haber hecho hace mucho tiempo ... y este era el momento adecuado, con todos mirando para animarla...
Pero Rubí era su nueva reina, y si Peligro quería demostrar que se podía confiar en ella... si es que se podía volver a confiar en ella... debía empezar por escucharla.
Se detuvo, manteniendo sus alas abiertas para que Escarlata no pudiera escapar. —¿Sí, Su Majestad? —dijo a Rubí.
Hubo una pequeña pausa aturdida, salpicada de gruñidos y siseos de Escarlata, y luego Rubí se recompuso.
—No la mates —dijo Rubí. —No deberías hacerlo. Esta es mi lucha. Movió suavemente a Acantilado detrás de ella, arropándolo contra la pared, y luego se puso de pie. —Reina Escarlata de los Alas Celestes, te reto a un duelo por el trono y el reino.
Un grito ahogado se esparció por la sala como hojas en una tormenta de viento.
—No tienes que hacer eso —dijo uno de los guardias cercanos, muy valientemente, pensó Peligro. Significaba que él sería el primero en arder si Escarlata terminaba ganando. —Tú eres la reina que queremos, la Reina Rubí. Ordénanos que la matemos por ti.
—O a mí —ofreció Peligro. —Ordéname que lo haga.
Rubí negó con la cabeza. —Quiero tomar mi trono de la manera correcta, como debería haberlo hecho antes si no hubiera sido tan cobarde. Voy a seguir la tradición Ala Celeste, y cuando gane, nadie podrá cuestionar ya mi posición.
Escarlata se rió, con el humo saliendo de su hocico. —¿Cuando ganes? Qué emocionantemente hilarante. Después de todos las retadoras que he matado, ¿crees que tienes alguna posibilidad? Mi hija tímida que apenas puede hablar en una habitación con más de dos dragones.
—Averigüémoslo —dijo Rubí, flexionando sus garras. —Tal vez no soy quien crees que soy.
La Reina Escarlata se echó a reír. Se reía y se reía tanto que Peligro tuvo la enorme tentación de prenderle fuego sólo para callarla.
ESTÁS LEYENDO
Alas de Fuego #8: Escapando del peligro
FantasyLa dragona más peligrosa de Pirria tiene una misión... Peligro siempre ha sido leal a la Reina Escarlata, que utilizó sus fatales escamas de fuego para matar a innumerables dragones en la arena Ala Celeste. Pero las cosas han cambiado, y ahora Pelig...