Epílogo

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Nocturno estaba trabajando hasta tarde en la biblioteca... ¿o era temprano? No estaba seguro de cuánto tiempo llevaba allí, pues ya no necesitaba luz para trabajar. Pero pensó que aún no había salido el sol cuando oyó unos pequeños pasos que entraban en la sala.

—¿Hola? —dijo. Intentó repasar en su cabeza a todos los estudiantes. Pequeñas garras, ligeras... pero no Kinkajú... con un sonido extra de aleteo cuando golpean el suelo. Garras de Ala Marina. —¿Anémona? —adivinó.

—Sí, soy yo —dijo la pequeña princesa Ala Marina.

—¿Qué haces despierta? —preguntó.

—Tuve una pesadilla —dijo —y entonces algo me despertó. ¿No lo sentiste?—

—¿Sentir el qué?—

La oyó cruzar hacia la pared de las ventanas. Le pareció que ponía una garra en las hojas translúcidas y se quedaba un momento en silencio, sin hablar.

—Algo que sacudió la tierra —dijo al fin, tan suavemente que se preguntó si habría sido capaz de oírla antes, cuando podía ver.

—No he sentido nada —dijo.

Un pequeño sonido... las alas de Anémona temblando juntas.

—Se sintió —dijo —como si alguien se deslizara sobre mi tumba.

Alas de Fuego #8: Escapando del peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora