Takeshi llegó a su hogar, su padre no se encontraba ahí, fue lo que le informó una criada. Subió a su habitación, y dejó la mochila en el suelo mientras él se echó a la cama, estaba exhausto. Se volteó y se puso boca arriba, sus días eran tan monótonos cuando su padre no estaba y su tío se encerraba en la oficina. Claro, podía llamar a un amigo o amiga, pero los había visto hasta hace poco y no harían nada que él no pudiera hacer solo. Se levantó de la cama al escuchar el sonido de algo romperse, salió de la habitación y bajó sin precaución, inmediatamente Kenta agarró un arma y se puso de espalda a Takeshi para protegerlo, eso le sorprendió al menor, se le había olvidado de que él sería su guardaespaldas.
En ese breve momento, en el que Kenta le hizo una indicación para que él se pusiera tras la pared, salió Haruchiyo, Kenta había apuntado a la entrada de la cocina donde recién iba saliendo el de pelo rosa, el cual sonrió.
―Que precavido, incluso en una casa con esta seguridad no dudaste en pensar en la peor situación; un asesino o algo por el estilo. Relájate, solo era una prueba.
Kenta chasqueó la lengua y bajó el arma, la sonrisa de Sanzu se esfumó rápidamente, simplemente no toleraba ese comportamiento irrespetuoso, pero se contenía por su jefe, quien lo acompañaba.
―¿Es él? ―balbuceó un hombre de ojos negros, opacos, quien en su mano tenía un dorayaki.
Kenta se puso recto, Takeomi le había hablado de su jefe, y por como lo describía no tenía dudas de que era él. Quería que viera lo que tenía para ofrecer, si bien podía ser el pupilo de Takeomi, Mikey sería el que decidiría si podía o no llegar a sustituir a algún integrante cuando este haya muerto. Sabía que podía llegar a dar miedo, pero la mirada fría que le dio no pensó que lo haría tiritar.
Takeshi salió, y solo cuando Mikey lo observó sus ojos se volvieron un poco menos atemorizantes, unas facciones no tan tensas. El menor se acercó a Mikey y este le dio una leve sonrisa, Takeshi estaba rodeado de gente que lo quería, él debe ser... increíble, o lo suficientemente bueno como para que alguien que alberga esa oscuridad, y el líder de la mafia más grande de Japón, apiadara su mirada, y tuviera una leve chispa de cariño. Le recordaba a Takeomi, él también veía a Kenta con esa tenue chispa. Decidido, iba a llamarlo en la noche.
Takeshi se separó del abrazo que le dio a Mikey, y le regaló una gran sonrisa.
―Ha pasado un tiempo, lo extrañe, Mikey-kun.
―Has... crecido ―murmuró―, yo igual te extrañé, un poco.
Kenta dejó de observar a aquellos cuando notó como Sanzu se acercó a él con seriedad.
―Vámonos, dejémoslos solos.
Kenta asintió y se fue con él, obviamente percibía la mala vibra que tenía Sanzu hacia su persona, pero era su superior, no podía hacer nada.
―¿Sabe dónde está Rindou-sama, señor?
―¿Por qué te interesa? ―preguntó tajante.
―No bajó cuando ocurrió el estruendo.
―Salió, que no te importe dónde. Ahora sígueme.
Kenta acató la orden y terminaron en la sala de billar del segundo piso, Sanzu le dio un palo de billar.
―Dime, ¿cómo conociste a Takeomi?
Las dudas de Kenta salieron a flote, se supone que Takeomi se lo había contado.
Se sentía tan fuera de lugar, Kenta no era para nada respetado, y él sabía que sería así en un principio, que no confiarían en él, que costaría llegar a la cima... pero no que debía lamerle el culo a un niño de su edad, ¿aprender disciplina? No quería ser un perro, por mucho poder que alguien como Sanzu pueda tener Kenta quería ser el amo.
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Sigo Aquí
FanfictionKenta Kaneko es el hijo que Rindō Haitani negó, le negó la existencia y los genes. Un chico producto de un amor que culminó con una malinterpretación. Criado en un ambiente humilde, siempre siendo visto con pena o con superioridad, quiere cambiar es...