Hal

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Dominique.

Uno de mis pasatiempos favoritos era observarlo, ver sus pestañas, sus lunares y su cabello revuelto.
Me gustaba la forma de su nariz y la curvatura de sus labios, el como su pecho subía y bajaba para respirar.

"Tu eres mi verdadera Reina"

Conocía a Hal gracias a mi padre, el era en herrero trabajador al qué le gustaba llegar tarde a casa para seguir trabajando. Una tarde mientras Caminaba por las calles para volver a casa se encontró con un pobre muchacho a unas cuadras de nuestra casa ahogado en alcohol.

Se apiado de el y lo acogió en nuestra casa durante esa noche, en la mañana lo vi despierto por primera vez. Sus curiosos ojos verdes viajaron por toda la casa hasta encontrarme sirviendo su desayuno.

Desde ese día se empeño en cruzarse en mi camino. Las veces que iba a comprar Vegetales o el pan siempre decía que el destino nos volvía a acercar. Una noche me lo confesó y fue la primera vez que había sentido el calor del amor florecer en mi pecho.

Días después de eso ocurrió el gran llamado del Rey, y el resto es Historia.

Menos el final.

Cuando Hal por fin logro volver a casa no lo hizo solo.

A sus espaldas venía ella.

La hermosa princesa Catherine.

Y el Odio me recorrió, no lo entendía.
¿Por que me ordenó vivir en su gran Palacio? Si luego llegaría de la mano de otra mujer.
Y fui ingenua, el es el rey de Inglaterra y su descendencia debía ser reclamada.

Era obvio que una simple hija de un herrero no podría concebir hijos dignos del Trono.

Por lo que indignada volví a mi casa, al calor de mi hogar con mi padre y mi hermano.
Largos 3 meses pasaron, Hal nunca me busco, y no esperaba que lo hiciera.

Y lo conocí a el.

Gerald era el hijo de uno de los carniceros, el no ejercía el mismo trabajo que su padre. El era un gran Soldado, era un hombre grande, fuerte y con un gran corazón.

Me negaba a sus insinuaciones durante meses, hasta que le correspondí con el fin de sacar al gran Rey de Inglaterra de mi corazón.

Pero la felicidad nunca perdura.

Y el volvió, pero yo no estaba sola, Hal conoció a Gerald y logre ver la diferencia entre ambos.
Hal se había vuelto serio y duro, como un Rey debería de ser, ya no quedaba nada de lo que había llegado a ser en algún momento.

Mientras que Gerald solo buscaba mi protección, y no solo hacia mi, si no que a mi familia también.

"Gerald se encontraba sentado en la mesa junto con mi hermano, Josef, ambos comían de la sopa qué acababa de preparar.

Mientras servía mi plato la puerta fue tocada, dejé el plato en la mesa y me dirigí a abrir la puerta.

Sus ojos verdes me apuntaron.

Hal se encontraba parado en mi puerta con una capa qué sólo dejaba ver su cara si es que el lo deseaba.

-¿puedo pasar? -deje que pasara sin decir palabra alguna.

Sus ojos escanearon la casa hasta llegar a ver a ambos hombres conversado amenamente en la mesa.

-¿Quién era Cariño? - se escucho la voz de Gerald.

Al no haber respuesta se giro a ver, su expresión cambio a confusión, ¿Como era que el Rey estaba en una casa cualquiera?

-¿Quién es el? - Pregunto Hal clavando su mirada en mi.

No pude mirarlo a los ojos.

-Soy Gerald Faith, un soldado de la... -no lo dejo terminar.

-¿Quién es el? - su voz era dirigida a mi.

-Es mi esposo- mire su cara ceñirse.

-Tu... ¿Te casaste? -Gerald estaba cada vez más confundido."

Los días pasaron y Gerald fue llamado a ser uno de los soldados qué conformaban el primer grupo combatiente en un combate con Suecia.

Nadie sobrevivió.

El momento en que Erik uno de sus amigos, se presentó en mi puerta con aquel pañuelo qué me había pedido.

"-Lo vas a perder- dije intentando alcanzar en lo alto de su mano mi pañuelo.

-Quiero tu olor para recordarte cad a que lo necesite- su otra mano paso por mi cintura y me acerco a él.

-Promete que volverás, y traerás mi pañuelo limpio.-Sonreí acariciando sus mejillas.

-Lo prometo- y beso mi sonrisa."

Meses pasaron y con eso mi vientre también, Gerald no se podía ir de este mundo sin dejar su huella.

A los nueve meses nació él.

Roderik, la gran copia de su padre.
Cuando Roderik llevaba tan solo tres meses Hal volvió. Y me pidió que volviera al palacio.

Buscando darle una mejor vida a mi hijo acepte.

Y desde ahí todo cambio, mi hijo siempre tiene presente a su padre como el gran soldado qué fue.

Culpe a Hal por lo que paso, pero el me juro que no fue así.

Roderik al cumplir un año volví a caer.

Hal me encontró en un momento de debilidad y volvió a tenerme entre sus manos, su relación con Catherine no era buena, ella lo amaba pero el no a ella.

Y eso hacia qué hubiesen diferencias y Hal corriera a buscarme.

Hasta que me harté.

Los sonidos en la puerta me despertaron de mis pensamientos.
Me levante a abrir, Hal entra a la habitación como alma qué lleva el diablo.

-Ya no puedo más, ya no aguanto estar junto a ella- dijo en voz baja al ver a Roderik dormir en la cama.

Se acercó.

-Ya no puedo más, te necesito-paso su nariz por mi cuello haciendo estremecerme.

-Hal ya no puedo seguir con esto, tu estas casado. -su cabeza se separó de mi cuello.

-Sabes que eso no me importa.

-Pero a mi sí, no quiero que mi hijo me vea como la amante del rey.- me separe de el y camine buscando alejarme de el. - me iré del palacio.

-No, no, no, Ya te perdí una vez y no lo volveré a hacer.-dijo acercándose desesperadamente.

-Lo siento Hal.

☁︎ 𝚃𝚒𝚖𝚖𝚢'𝚜 𝙻𝚘𝚟𝚎 ☁︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora