11

523 48 54
                                    

— USA... — habló suavemente.

— ¿Si, honey? — miró al ruso.

— ¿Alguna vez quisiste unirte con una persona por toda tu vida? —

— hablas del... — pudo encontrar la palabra que estaba en la punta de su lengua — ¿Matrimonio? —

— si, eso mismo — miró al estadounidense, atento a lo que iba a decir.

— bueno... Si — respondió — pero ya pasó mucho tiempo y dejó de interesarme —

Eso hizo que Rusia mirara a otra lado, avergonzado. Él estuvo pensándolo y contándoselo a su familia de que le podría pedir algo así en su futuro, ya ha pasado un año desde que ha estado viviendo con USA y su hijo.

No podía y no quería obligarlo a que esté sujeto a él por medio de un anillo. Él sabía que USA podía rechazarlo, él también tenía sus propias decisiones y lo respetaba.

Salió de sus pensamientos cuando una fresa se acercó a sus labios.

— di ahh — indicó su vaquita, sonriendo.

El ruso abrió la boca y se la comió, ellos estaban desayunando unas fresas que USA había encontrado el día de ayer cuando estaban paseando por el bosque.

Algo que hacía aún más tierno a USA es que las fresas dejaban un lindo rojo carmín en sus labios que el ruso se contenía de morder, chupar y besar con deseo aquellos labios.

— ¿Tengo algo en la cara? — preguntó al ver la mirada de su pareja. Lo estaba viendo fijamente y no se atrevía decirlo, le daba algo de miedo.

— no — respondió — es que eres lindo — el miedo del estadounidense desapareció de su ser, nada más era su pareja solo mirándolo con amor.

El americano tuvo una idea, se acercó y empezó un beso tierno, sin ninguna otra intención. Aunque el ruso tenía otras intenciones, agarró a su vaquita de la cadera y se puso encima de él. Comenzaron un baile entre sus lenguas para poder conseguir dominio sobre el otro.

Claramente, ganó Rusia. El ruso acariciaba con sumo cariño el cuerpo del estadounidense, sin querer lastimarlo en el proceso aunque en la vaquita, provocaba escalofríos. De pronto, se escuchaban risas por los besos que el ruso le daba en el cuello.

Un aclarar de garganta se escuchó desde la puerta, era el pequeño con el ceño fruncido mientras estaba ya listo con su mochila para ir a su escuela. Sus padres se separaron por la vergüenza, sonrojados.

Si ustedes vieran la expresión del niño, el pequeño sería la viva representación del: >:(

— ¿Nos vamos o que? — preguntó con los brazos cruzados — ¡Ya debemos irnos! —

— perdón, mi amor — dijo el estadounidense levantándose rápidamente mientras acomodaba como podía su ropa y se iba con su hijo — ¡Ahí vuelvo, no tardaré mucho! — habló desde el piso de abajo.

Desde que su hijo pudo tener tiempo en ir a la escuela, todo fue de maravilla. Sus estudios eran de los mejores que tuvieron que trasladarlo de primero a tercero en un mes por como eran sus respuestas, soluciones, emprendimiento y coeficiente para un niño de tan sólo ocho años.

Pensar que el niño nunca pudo ir a una escuela por querer ayudar a su padre era algo triste pero desde que puso entrar, ahora era uno de los mejores alumnos. Se sentía orgulloso de su hijo.

Pero viéndolo todo, hay algo que no andaba bien. Cuando USA volvía de ese lugar se le notaba algo decaído, le preguntaba que era lo que había pasado y él decía que nada. También pasaba con su hijo, le preguntaba que era lo que pasaba y decía que no era nada.

~ 𝑚𝑜𝑜 ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora