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El pequeño se había despertado por un extraño sonido proveniente del cuarto de su padre. Mientras más se acercaba, más fuerte se oían aquellos... Jadeos? Llantos?

Su papi estaba llorando mientras se aferraba a una almohada cuan koala a su bambú, buscando consuelo en ello. El niño caminó con pasos algo torpes mientras se acercaba hasta su padre y acariciar con melancolía su cabeza para tranquilizarlo.

Su padre siempre le decía que era su mayor orgullo pero en esta ocasión, no gritaba aquella frase. Él siempre hacía sonreír a su padre pero él haría lo posible para que su papi dejara de llorar por las noches. Nunca supo la razón de su silencioso llanto.

USA no quería decirle a su hijo el culpable de sus lágrimas. Temía que su hijo saliera afectado y que aquellos que estaban a su alrededor se alejaran por esa absurda verdad. A Veces se odiaba y se preguntaba.

"¿A caso fue mi culpa?"

"Si, si y si", se respondía a si mismo. Quería arrancar hasta el último trozo de su piel para que aquel peso que cargaba en su espalda desapareciera. Su pequeño retoño era lo que más lo mantenía con vida y con esperanzas.

Su pequeño retoño era lo único que le quedaba y lo que más lo sustentaba después de todo.

— me siento cansado... — dijo en un tono de voz apagado — siempre te querré, mi amor... — se levantó y bajaba las escaleras — hay tarta de manzana si quieres... — se sentía mareado y distraído, ignorando el viento de la noche que entraba apenas abrió la puerta.

— papi, ¿A dónde vas? — preguntó el pequeño detrás suyo.

— sólo iré a dar un paseo... — respondió — no te preocupes, no tardaré mucho... — le dedicó una débil sonrisa y de ahí, empezó a caminar sin rumbo a algún lugar de ese sombrío y oscuro bosque.

El sonido del crujido de las hojas se hacía presente en todos los pasos del americano y los del menor. El niño se abrazaba a sí mismo para mantenerse con algo de calor mientras su padre casi no le importaba el frío.

Siguieron caminando hasta toparse con un gran y precioso lago. El pequeño no entendía porque habían parado a ese peculiar lugar. Él vió cómo su padre, a pasos lentos, se adentraba lentamente al lago. Su niño, por el gran temor de que su padre no supiera como nadar, lo detuvo justo a tiempo.

— papá, ¿No quieres que volvamos a casa? — preguntó el niño manteniendo la calma.

Su padre volteó a mirarlo. Vió cómo su hijo estaba temblando por la brisa que se avecinaba. Con sus pies mojados, se acercó a abrazar a su hijo. Se sentía culpable de no haber hecho que no le haya dicho su hijo que se abrigara.

— lo siento, lo siento, lo siento... — se disculpaba una y otra vez, sentía que no era el padre que su hijo necesitaba. Era un irresponsable para él.

Su hijo correspondió al abrazo de su padre. Él lo abrazaba dándole de su calor para que su papi no tuviera frío. Con algo de calma, USA secó sus lágrimas y le sonrió a su pequeño.

— perdón... — se disculpó de nuevo — ven — le ofreció la mano — vamos a casa — el pequeño se aferró a él y empezaron a caminar.

El pequeño lloraba en silencio. Solo quería que su padre dejara de hacer esas tonterías. Tan sólo pedía que su padre dejara de sentirse así. Quisiera que él nunca más haga esto. Él nada más era un niño pero lloraba como un adulto, en completo silencio.

La única forma de hacerlo sonreir era que el señor Rusia estuviera aquí, su papá. Cuando era de día, su papi era la persona más feliz que hubiera visto junto a su papá pero de noche, era un infierno para detener a su padre de hundirse en aquel lago.

~ 𝑚𝑜𝑜 ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora