Miré por el retrovisor delantero y vi a Carolina. Estuvo quieta y callada durante el viaje de vuelta a Barcelona. De vez en cuando sonreía, y juro que pagaría lo que fuera por descubrir algún pensamiento suyo. Reconozco que en ese momento estábamos viviendo en una burbuja; y, por el bien de mi polla, estaba deseando que se normalizara.
No soy soñador ni inocente: sé que nos queda mucho camino y cosas que resolver juntos. Tengo que normalizar mi vida y buscar un trabajo que no solo me guste, sino también que nos de dinero. Además, me gustaría buscar un piso en otra zona mejor. Paralelamente, Carolina tiene que recuperarse de todo el dolor que lleva dentro y saber lo que desea hacer en la vida: si, estudiar o si trabajar; en definitiva, lo que le haga feliz. En fin... Tenía infinidades de preocupaciones que debíamos solucionar, pero no iba a dejar que me comieran los miedos; en esos momentos, no. Mañana ya veríamos cómo afrontaríamos la vida y de qué forma la caminaríamos. De momento, solo quería parar y vivir; vivir ese momento, que es de ella y mío.
Matt estaba absorto en un pequeño libro que juraría que no llevaba en el viaje de ida. Alex estaba durmiendo, y Abu estaba a mi lado, esforzándose para seguir despierta. En fin... Menuda copiloto me había tocado. Mientras mis ojos se concentraban en la carretera, pensaba en cómo me gustaría vivir en un lugar así. Estar junto a todos ellos, alejados de la ciudad... Aunque adoro Barcelona y la llevo tatuada en mi corazón, a veces me llega a abrumar. Estaba en un momento de mi vida en el que solo quería paz mental y tranquilidad. Deseaba crear una rutina que nos llenara: sentía la necesidad de saber lo que haría la mañana siguiente. Esa rutina que a la mayoría de los mortales nos da paz, felicidad y sobre todo estabilidad. ¡Qué importante es la paz mental y qué poco la valoramos a veces...! Cuando vives rodeado de caos, solo deseas encontrar el silencio. Un silencio que solo quieres que se vaya con la voz de la gente que más amas, que se vaya corriendo por culpa de ellos; o de ella, concretamente...
En esos dos días junto a Carolina, aprendí mucho sobre ella. Encajamos a la perfección. Enamorarme no entraba en mis planes, y me acojonaba un poco que alguien tuviera ese control sobre mí. Sin embargo, deseaba que Carolina caminara junto a mí. Habíamos alcanzado un punto en la relación en que solo quería ayudarla a olvidar cada uno de los demonios que llevaba dentro de sí misma. Sabía cómo se llamaba ese demonio, y tenía claro que iba a destruirla si se acercaba a Carolina. Úrsula se podría dar por muerta si le tocaba un solo pelo.
Intenté olvidar todos los pensamientos oscuros que pasaban por mi mente y me centré en la carretera. Estaba llena de curvas, derecha e izquierda. Me encantaba sentir el volante entre mis dedos: a las chicas os pone ver que un chico conduce de forma segura, y a nosotros nos pone que os ponga. ¿Por qué mentir...? Yo disfrutaba conduciendo entre ese paisaje tan espectacular.
Llegamos a Barcelona y dejamos en el concesionario el coche que habíamos alquilado. Nos miraron el kilometraje recorrido, pagamos la tarifa, y bajé la maleta de Carolina y Abu. Alex refunfuñó un poco. A veces, sentía la necesidad de darle un guantazo. Todos lo amamos, pero tenía el don de ponerme de los nervios. Solía conseguir sacar lo peor de mí.
—¿Y la mía y la de Matt? –dijo alzando las manos.
—No me toques las pelotas, Alex... La puedes bajar tú solito.
Carolina se rio, y Abu movió la cabeza de lado a lado:
—Voy a ponerme tetas, así voy a tener privilegios en esta casa –susurró Alex.
Matt le dio un manotazo en la cabeza:
—Alex... –advirtió.
Sentí los dedos de Carolina acariciándome la palma de la mano. La abrí y entrelacé mis dedos con los suyos. Apreté un poco mi mano contra la suya para que me sintiera suyo de alguna forma... Giré a mi derecha y me fijé en cómo me sonreía. No sé cómo ha conseguido estar en lo más alto de la lista de personas que más admiro. Sin duda, está en la primera posición: tiene pase VIP dentro mi piel, con un asiento en el palco presidencial de mi corazón.
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Volver a Nacer
RomanceCarolina huye de sí misma y del mundo que le rodea; así es como termina viviendo en unos de los barrios más peligrosos de Barcelona: el barrio del Raval. En medio de este huracán, conocerá a Jasón Brown. Un joven atractivo de ojos azules que la cond...