XIX

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Ante el sonido de la voz de su sobrina, el bastardo giró hacia SiYeon

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Ante el sonido de la voz de su sobrina, el bastardo giró hacia SiYeon.

La mirada de ella cayó a su pantalón. Con un sollozo, dejó caer la bolsa de ropa y se tapó la boca con ambas manos mientras sus piernas finalmente flaquearon.

Miré a Nayeon justo cuando se volvía hacia mí. La derrota en sus ojos lo explicó todo; el dolor, la vergüenza, el arrepentimiento. Su expresión me dijo quién la había estado maltratando durante años.

—Hijo de puta —susurré vibrando de rabia.

—¡Jin! —Nayeon puso sus dulces dedos en mis mejillas, manteniendo mi enfoque en ella y nada más— Por favor, no lo hagas.

Quería destrozarlo. ¿Cómo no hacerlo?

Puta mierda. ¿Su propio padre? Cerré en puños mis manos y apreté mis ojos tratando de obedecer a sus suplicas. Parecía vital para ella que no lo golpeara, pero enserio, quería hacerlo. Incluso tuve que rebotar mi rodilla para aliviar parte de la agresión zumbando a través de mí.

—Tú no viste nada, SiYeon —decía el cretino; su voz me hacía retorcerme, ansiando atacarlo—. Podría destruirte, ¿entiendes? Si le dices algo a alguien, acabaré contigo y tu noviecito prostituto de allí.

La pequeña chica jadeó y se puso pálida mientras Jungkook se estremecía contra mí. Nayeon seguía mirándome fijamente, rogándome con los ojos, pidiéndome que mantuviera la calma. Presioné mi frente entorno la suya y traté de enfocarme en nada más que ella.

Pero su jodido padre tuvo que apuntarme a mí después.

—Y . Vas a pagar por ponerme encima tus sucias manos huérfanas.

Tal vez debería haber estado sorprendido de que supiera tanto de mí, aunque me encontraba más ansioso por destruirlo.

—Adelante —lo reté—. Me encantaría...

—No — imploró Nayeon agarrándome con más fuerza.

Un gruñido salió de mi garganta.

Maldita sea. ¿Por qué no me dejaba romperle las piernas?

De alguna manera, apenas respetando sus deseos, me quedé mirando a su padre sin perder el control. No estoy seguro de cómo lo logré, pero me impresioné con mi propia habilidad de retener mis emociones, a pesar de que todavía podía oír a mis niños al final del pasillo, llorando por nosotros.

—¡Lárgate de mi casa!

El hombre entrecerró los ojos. Al hijo de perra no le gustaba que le dijeran qué hacer, ¿verdad? Qué lástima. Este era mi dominio.

Finalmente sus labios se torcieron con diversión. Cuando su mirada se dirigió a Nayeon quise arrancarle los ojos de su cabeza por atreverse siquiera a mirarla.

—Me iré —murmuró—, por ahora. —Luego se dio la vuelta.

El minuto más lento y tortuoso de mi vida.

✔ 𝓞𝓷𝓵𝔂 𝓨𝓸𝓾 ||Libro 3 - KIM SEOKJIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora