Amor Eterno - Temporada Uno

Capítulo 10 - La noche más fogosa (Parte 5)

Su se sintió aliviada, y excitada como nunca antes en su vida, al ver la reacción tan positiva de Moa. Iba a ser la primera la iban a penetrar de esa forma, y su inmaculada intimidad, palpitaba de deseo, lista para recibir esa nueva y emocionante experiencia.

Desde que Suzuka tiene memoria, siempre se sintió atraída por las mujeres. A pesar de eso, en las raras ocasiones que ella miraba películas para adultos, raras realmente porque a decir verdad no sentía la necesidad de hacerlo debido a sus encuentros íntimos diarios con Moa y Ella, Su solo miraba sexo heterosexual. Disfrutaba mucho viendo como los hombres tomaban un control absoluto sobre las mujeres, llevándolas al éxtasis máximo al penetrarlas sin cuartel con sus gigantescos atributos masculinos.

Su siempre ejerció el dominio indiscutido y total sobre La Chica Koala y Ella. Después de todo, Su es La Reina del Sexo. Bastaba tan solo una mirada de fuego suya para tener a ambas bellezas rendidas a sus pies. Sin embargo, Suzuka anhelaba tener aquel tipo de control absoluto que veía en las películas tripe x protagonizadas por hombres. Deseaba experimentar esa sensación de poder y dominio, totalmente distinto al que ella ejercía.

Desafortunadamente, eso no era posible para Su. Ella no había nacido con un miembro masculino grande y grueso. Y si bien los dildos que usaba para complacer a Moa y a Ella eran efectivos, eso no se parecía en nada a lo que Suzuka tanto anhelaba hacer. Con los dildos, a Su le era imposible cumplir ese deseo ardiente que sentía de poder sujetar firmemente las diminutas cinturas de Moa y de Ella, o tirar con fuerza de sus cabellos, mientras se sumergía profundamente en sus intimidades tal como lo hacían los hombres que veía en los filmes eróticos.

Por suerte para Su, en una noche a solas en Hiroshima al mirar una película para adultos durante unas vacaciones en la casa de sus padres al regreso de una extensa gira mundial, y lejos de sus dos amores, descubrió algo que le iba a cambiar la vida.

En aquella velada en particular, una más que excitada Suzuka, había decidido explorar por primera vez películas para adultos con temática lésbica. Definitivamente, extrañaba muchísimo a Moa y a Ella. Sin embargo, para desgracia de su insaciable líbido, nada de lo que veía le parecía interesante.

"Moa lo hace muchísimo mejor". "Esa pose la realicé millones de veces junto a Ella. Y sí, Ella lo hace muchísimo mejor", fueron algunas de las frases que cruzaron por su mente mientras se aburría con lo que miraba en la pantalla de su televisor.

"Tendré que recurrir a la memoria", murmuró algo frustrada Su esa noche.

Pero en el instante en el que ella tomó el mouse para cerrar la ventana del reproductor de video, una mujer apareció en escena. Su se sorprendió mucho al ver que la despampanante actriz tenía algo inusual entre sus piernas.

"Debe tratarse de una mujer trans", pensó la joven e ingenua Suzuka.

Para su sorpresa, no se trataba de una mujer trans. Pronto se dio cuenta de que toda esa enormidad que se erguía orgullosa entre las piernas de aquella mujer era un dildo que iba sostenido por una especie de cinturón.

Se trataba de un strapon.

Su no daba crédito de lo que se encontraba observando. La bella mujer que llevaba aquel juguete embestía ferozmente a otra tomando el dominio total al igual que lo hacían los hombres, tal como Suzuka tantas veces lo había fantaseado tomar con Moa y con Ella.

De regreso a Tokio al concluir sus vacaciones, Suzuka decidió adentrarse en el mundo de los strapons. Luego de una intensa búsqueda en línea, terminó comprando uno para usarlo con sus amores. Durante horas debatió consigo misma sobre el tamaño adecuado del dildo de silicona a elegir. La lujuria que ardía en su interior la empujaba a escoger algo desproporcionadamente gigante, pero su sensatez prevaleció, y al final optó por un strapon con un pene de tamaño estándar. Su no quería asustar a sus Ángeles Guardianes con algo tan enorme, temiendo que ellas rechazaran su propuesta. El tamaño estándar parecía ser la elección correcta, al menos para las primeras experiencias juntas.