O1 ! mi mami me dijo que tengo que disculparme

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cuando la maestra dijo que ya era hora de salir al recreo, layla se preguntó si de verdad quería salir, no era su hora favorita, no había nada de lindo en ella, así que, por primera vez, rindiéndose ante los demás, le pidió a la maestra si ella se podía quedar.

su maestra era linda, agradable, pero no sabía cómo protegerla de los demás. les había llamado la atención constantemente al resto de los niños, también había intentado integrarla en los juegos con el resto, pero nadie ponía de su parte aún cuando layla estaba dispuesta a olvidar todo con tal de estar con ellos.

y layla solo agradecía en silencio lo que ella hacía por ella. pero ya no quería nada de eso.

— claro que puedes, iré por unas cosas y regresaré para estar contigo. — ella dejó un ligero golpecito en su nariz.

layla le sonrió y solo la vio salir mientras ella regresaba a su silla en busca de su comida. su madre le había mandado galletas y un juguito de manzana, su madre no era muy fan de los alimentos de origen animal, y layla estaba siendo criada bajo ello, así que solamente era la costumbre en eso.

jamás se había interesado de la misma forma que los demás por comer carne que no fuese especial, y cuando en su clase le pidieron hablar sobre su comida favorita, se sintió juzgada.

quizás desde ahí había comenzado un poco el disgusto de los otros por ella, y de nuevo, ella no entendía el por qué, sino era la única vegana de su grupo.

no sabía si era por fea, o porque su cabello era de otro color, o por las pecas en su nariz que no le gustaban... ella quería entenderlo, pero sabía que preguntar, solo haría que su autoestima bajara. era algo de lo que había hablado su hermana; el preguntar el por qué no le agradas a lo demás, solo hará que te juzgues y no te gustes. y eso traerá consecuencias que es mejor evitar. no les puedes caer bien a todos, pero tampoco tienes porque aguantar los malos tratos de los otros.

después de esa conversación con su hermana se sintió a gusto, se sintió bien, y se preguntó el por qué se estaba haciendo tantas preguntas sobre sí misma. tenía cuatro años, no sería así siempre, entonces ¿por qué adelantarse a todo? si los demás no querían estar con ella, pues está bien, ella tampoco quería estar con ellos.

sorbió su juguito y siguió dibujando en el libro que sus padres le habían comprado, ni siquiera se había percatado del niño que estaba ahí con sus brazos detrás de su espalda.

— hola... — layla levantó su vista hacia él, era el mismo niño de ayer, el cual jugaba con su pie y no la miraba, parecía nervioso y a ella no le gustaba eso, no le gustaba que la gente sintiera sensaciones fuera de la felicidad con ella.

— hola, — saludó, poniéndose de pie para estar a la misma altura que el niño, — lo siento por lo de ayer, debí ser más agradable–

— soy yo quien debe disculparse. — se apuró a decir, mirándola por fin. — te hablé feo cuando quizás estabas asustada con que te hiciera daño; he visto como te tratan los demás, por eso quise acercarme, en mi otro kinder me hacían lo mismo, me dejaban de lado sin razón y, sin querer yo te hice lo mismo que dije que no le haría a alguien. — le tendió su mano, tal y como había visto que sus tíos lo hacían cuando se pedían perdón. — soy warren y, ¿podrías perdonarme? hablé con mi mamá sobre esto y ella me hizo entender que yo estaba comportándome como lash, uno de los tontos que me molestaba, y yo no quiero ser como lash.

layla vio su mano, el niño tenía el ceño fruncido y la miraba con ansiedad. ella le sonrió mostrando sus dientes y aceptó las disculpas, juntó su manito con la de él y después lo haló para sentarlo en la silla de al lado. le brindó de sus galletas e incluso de su jugo, también le dijo que podía dibujar con ella si gustaba, quizás se notaba ansiosa pero ella siempre había querido eso, un amigo.

warren no dijo nada, solo se quedó ahí escuchándola hablar sobre su hámster y como ella comía mucho y sus mejillas se inflaban.

después él recordó la flor que tenía guardada en su lonchera, y sintió vergüenza, así que la ocultó lo más que pudo de ella cuando sacó su comida.

y cuando la maestra llegó, solo sonrió al ver cómo el par de niños coloreaban en el libro de layla, sintiéndose satisfecha al ver a la pequeña niña feliz.

𝐦𝐞 𝐠𝐮stas | warren x layla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora