1O ! hippie

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y es por eso mismo, que warren seguía manteniendo esa cara de disgusto mientras ethan no lo entendía.

pero warren no pensaba explicarlo, ni siquiera tenía ganas de hablarlo.

suspiró y se removió en su lugar. la cabeza de layla estaba recargada en su hombro, sus manos estaban entrelazadas mientras la película se reproducía en la televisión. para warren ese pequeño gesto no tenía valor, pero tampoco es como que le valiera, no cuando la otra mano de la pelirroja estaba entralazada con la de zach, así que cualquier pensamiento lindo era opacado con eso.

y se podía notar, porque tampoco es como que él fuera muy cuidadoso con sus emociones.

— ¿no quieres hablarlo? — ethan seguía insistiendo en voz baja, pero warren no sabía que tan baja era su voz o que tan interesante estaba siendo esa película de superhéroes.

— solo cállate. — eso es lo que quería, silencio de parte del mocoso de lentes que parecía saber tanto del mundo.

realmente warren en momentos así no desearía que la primera imagen mental que llegara a su cabeza fuera la niña pelirroja que daba chillidos de felicidad ante la imagen de los dos mejores amigos enamorados que no hacían nada contra eso, él prefería pensar en lagartos, moscas o cualquier otra cosa que no tuviera relación con la niña, pero no podía evitar mirarla o pensar en su linda carita y el puchero que de seguro estaba haciendo.

y es que layla era un libro abierto tan sencillo de descifrar y querer, pero él no quería hacerlo a la vez.

es decir, por la cabeza del chico seguía pasando la idea de ser su novio en un futuro lejano, pero de la misma forma lo quería todo ya, y también no quería nada porque decía que era muy pequeño para preocuparse por ese tipo de cosas. era muy confuso, y realmente el único que tenía la culpa era él.

suspiró y se levantó de ahí tomando el traste donde habían colocado las frituras y regresó a la cocina por más. no quería seguir sintiéndose así; era abrumador y si le preguntas qué más te dirá que innecesario.

pero realmente ganaba aquel lado que le decía que si layla sentía lo mismo, podrían tener algo como los cuentos de hadas que tanto le gustaban a ella, esos donde el príncipe y la princesa se quedan juntos aunque tengan muchas trabas para poder llegar a estar unidos.

él también sabía lo estúpido que sonaba, pero no lo diría tan seguido frente a layla.

sintió unos brazos pasarse por su cintura y una pequeña cabeza recostada en su hombro. — ¿estás bien?

¿qué si lo estaba? él sonrió de lado y se olvidó de todo sin querer.

se dio media vuelta y la separó de su cuerpo, los ojitos de ella brillaban de preocupación, y no sabía (si sabía pero prefería hacerse el menso) porque se sintió bien el saber que ella se interesaba por él.

— ya pasará.

— cuentas conmigo para todo, lo sabes, ¿verdad? — enredó su dedo meñique entre el de él y le sonrió. warren sintió cálido en su interior ante eso, pues desde hace unas semanas layla había adquirido era pequeña acción que se estaba volviendo especial para él; era una promesa sin siquiera decir que lo era, pero warren sabía que layla no tenía ni idea de lo muy (mucho) importante que estaba siendo para él.

un mechón de cabello rebelde de la pelirroja cubrió su cara, y warren no la dejó quitarlo. — lo sé, pero no te preocupes. — pasó el mechón de cabello detrás de la oreja de la niña y se detuvo a mirar esos ojitos soñadores que tenían demasiada fe en él.

bajó su vista, viendo esas mejillas rositas que tanto quería besar, y más abajo estaba ese collar, que ella no se suele quitar, con una figurita de 'amor y paz' adornando su cuello, o esos labios hinchados y pequeños de tono rosado que le decían 'hola'. o esa vestimenta colorida y tan rara y no es que no le gustara, sabía que combinaba con ella, pero la hacía ver tan hippie; esos pantalones acampanados de mezclilla, o esa blusa verde olivo con un dibujo de color amarillo del signo de 'paz' en medio.

se veía tan bonita, tan ella...

— deberíamos regresar con los chicos, hippie.

y solo warren sabe los sentimientos que se escondían bajo ese apodo, o tras esa sonrisa que adornó la cara de la niña.

y es ahí, donde un warren de doce (casi trece años) aceptó que ya no había vuelta atrás, que de verdad estaba enamorado de esa chiquilla chillona amante del amor.

y estuvo bien, se sintió correcto.

𝐦𝐞 𝐠𝐮stas | warren x layla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora