CARDIGAN ➳ GOJO SATORU; JUJUTSU KAISEN

04: Abandonen el barco.

En el coche, cuando Geto dijo que una pelea se formaba en la escuela y que el profesor Yaga también la observaba enserio creí que bromeaba, lo había dicho serio pero él dice muchas cosas de forma serie y que se tratan de bromas pero cuando cuando ambos caminamos hacia los dormitorios y observamos cómo Yabami Rina hacía explotar en el cielo lo que parecía ser un arbusto con espinas en dirección a Gojo Satoru comprendí que en ningún momento me había mentido.

Suguru dejó de arrastrar mi maleta por el suelo y observó como su amigo corría por todo el lugar con los brazos extendidos gritando incoherencias por lo alto, pero solo duro así unos segundos porque de pronto se detuvo para caer de boca hacia el piso. Yabami camino lentamente hacia él y arrancó de su espalda lo que parecía ser un pétalo, lo había sedado o lo había ligeramente envenenado.

—Esta vez duraron más que otra veces — comentó Suguru con mucha tranquilidad.

¿Acaso hacían eso más veces? Yo creía que en cuanto Yaga nos daba la orden de irnos a casa todos lo hacíamos a excepción de los que dormían en los dormitorios, pero ellos se quedaban más tiempo, era como si hicieran cosas geniales sin que yo lo supiera. Deje mi mochila apoyada a lado de mi maleta y corrí hacia el patio en donde se encontraba en el resto de las personas, me sentía extraña de ver a mis compañeros en la escuela tan tarde sin que tuviéramos que escabullirnos a como lo hicimos aquel día. Umiko estaba en las gradas comiendo algo y a su lado Nanami parecía estarle hablando para la mirada de este estaba sobre el combate que había terminado, horas atrás los había visto pelear igual y ahora volvían a la normalidad.

Camine hasta donde Rina observando como la chica tomaba el pétalo entre sus dedos y lo observaba detenidamente ignorando todo a su alrededor.

—¡Yabami!— le llame haciendo que ella me prestara atención — Gracias por ayuda.

—No ha sido nada — le restó importancia y me extendió el pétalo cerca de mi — ¿Sabes que planta es? — Negué y ella sonrió — Exacto, debo estudiarla aún.

—Acabas de noquear a Gojo con eso —Yabami se mordió un poco el labio, sus ojos se achicaron intentando mirar con más detenimiento su creación — ¿No tenías miedo de matarlo o sabias que no lo matarías?

— En realidad esperaba que de alguna forma esto lo dejara inconsciente — resopló — En fin, si no se levanta en media hora podemos llevarlo a la morgue.

Abrí los ojos en grande. ¿Estaba hablando enserio? La facilidad con la que ellos aceptaban y bromeaban con la muerte me parecía algo preocupante pero cuando la risa de Geto se escucha detrás de nosotras no sé si ella también hablaba enserio o solo bromeaba de la misma forma en que ellos solían hacerlo.

—Geto — Yabami le llama — Me voy a casa, si no se levanta en media hora énvialo a mi casa para darle algo que lo reanime.

—¡Por supuesto!— respondió eufórico, la chica le sonrió ligeramente de vuelta — ¿Te vas a casa tan pronto?

Ahora me sentía excluida. A esto me refería cuando decía que todos ellos estaban a un nivel superior o a un mundo diferente al mío, podías notarlo, podías verlo en cada uno de ellos, habían formado lazos, amistades y una buena red de confianza pero yo a penas llamaba amiga Umiko desde hace un par de días. Pero ahora que lo pensaba Yabami había hablado más de lo normal conmigo en estos momentos y también me había ayudado a regresar a la escuela, incluso si no hablábamos mucho ella lo hizo y le agradecía por completo.

—¡Se movió!— el grito de Umiko desde las gradas llamó la atención de todos.

El cuerpo de Gojo tembló o más bien tuvo espasmos unos segundos antes de verlo levantarse del suelo luciendo desorientado y sucio. Recorrió el lugar con la mirada un tanto extrañado y luego volvió a dejar caer su cabeza contra el suelo de tierra ensuciándose más. Lucía patético pero aun así me pare a su lado observando como respiraba plácidamente. Había caído dormido, vivía, pero la batalla lo había cansado o tal vez había sido el veneno de ese pétalo extraño que Yabami le había enterrado por la espalda con aquella explosión que logramos ver.