CARDIGAN ➳ GOJO SATORU; JUJUTSU KAISEN

11: Fue una mala idea ¿verdad?

Satoru deja un camino de besos húmedos de mis labios hasta mi cuello, sus manos no dejan de acariciar la piel debajo de mi blusa y cuando enrollo mis manos al rededor de su cuello y suelto un ligero gemido el mayor se detiene por completo y levanta la mirada para obsérvame.

—¿Cuanto bebiste?— vuelve a preguntarme. Intente hacer memoria pero solo podía recordar hasta el quinto vaso que fue colocado en mi mano y después de haber sido arrastrada a la pista varios más fueron dejados en mi mano pero si contaba al tanteo entonces debían ser un aproximado de casi nuevo vasos de aquel preparado que consistía mitad gaseosa mitad cualquier tipo de alcohol que se les cruzara en el camino a las de la barra. Alce mis manos enfrente de su rostro para enseñarle con los dedos la cantidad de tragos que había consumido (según recordaba). La sonrisa de Satoru se ensanchó — Creo que han sido más de diez, solo me estás dando un aproximado.

—Deje de contarlas en la pista de baile — me excuse formando un puchero en mis labios, mis brazos volvieron a enrollarse en su cuello y me abalancé sobre él haciendo que nuestros cuerpo estuvieran más cerca, deje caer mi cabeza sobre su pecho y cerré los ojos unos segundos — ¿Qué harás conmigo ahora? He tomado más allá de mi límite.

Lo escucho decir algo, pero no logro entenderlo. Sus manos acarician por última vez mi piel desnuda y me sueltan acabando de con ese hormigueo que sentía sobre mi piel que él tenía bajo su toque.

—Te llevaré a dormir — sentencia dándome unas palmadas en la espalda. Yo seguía aferrándome a él y apoyando mi cabeza en su pecho aspirando su colonia, escuchando el eco de su voz, sintiendo su respiración e intentando no caerme dormida ahí mismo — Mañana estarás hecha un desastre, vamos Hakari.

De solo pensar que tendríamos que tomar un taxi hacia la escuela y que era un viaje de casi diez minutos lloriquee un poco alejando mi cabeza de su pecho y observando su rostro. Él estaba disfrutando el verme así, hecha todo un desastre y a penas pudiendo caminar en línea derecha sin que mis pies se enredaran entre ellos, pero lo peor era que había creído que llevaría las cosas un poco más lejos a donde habíamos llegado en el hotel pero detuvo todo.

Quería besarlo. Quería sentir sus manos sobre mi piel. Pero él no quería hacer nada de eso.

Mis manos dejan de rodear su cuello, me acomodo la blusa y peino mis cabellos revoltosos para no lucir tan mal a como me había visto en el baño.

Baño. A mi mente vino la conversación de esas chicas.

—Oye Satoru — canturreo — Allá arriba hay un club de fans tuyo, estaban buscándote. — solté un hipido — Deberías ir a saludar, todas eran muy bonitas.

— Vamos Hakari— el mayor extiende su brazo en mi dirección para que tome la palma de su mano que se abría para mi pero yo la desvié de un manotazo y señalé la reja que aún seguía abierta de par en par.

— Subamos a saludar — ofrezco divertida — Aun puedo con una ronda más y esas chicas se pondrán felices de ver a Satoru Gojo.

Podía culpar al alcohol y a mi cabeza que no se mezclaban bien por ese parloteo y por ese sensación de presión en mi pecho cuando he soltado aquel último comentario. En realidad solo quería regresar ahí para pasearme por todo el lugar tomando a Gojo del brazo, simplemente ahora quería presumir frente a gente desconocida que sostenía al chico que muchas adoraban y eso era para nada mi estilo, nunca había querido ser eso, nunca había deseado ser tanto el centro de atención como lo sentía ahora.

Era una idiota.

Me reí en mi lugar observando las escaleras que parecían moverse, podía soportar una ronda más de tragos y a Satoru le pondría feliz tener algo de atención de chicas bonitas por lo que estaba casi segura de que él aceptaría pero al girar mi rostro de nuevo hacia él y encontrarme una expresión supe que la idea no era de su agrado y que haber rechazado su mano hace unos segundos atrás igual no le había gustado. Trague saliva, baje la mirada y me mordí el labio. La mirada que Satoru me había lanzando se sentía como las que mi padre solía darme cuando le preguntaba sobre mi madre o hacía algo que le molestaba.