Afable Robert Jamison
Now This
8 de enero de 1990
UNA SÉPTIMA BODA PARA DANIELA CALLE
se casó el sábado con el financiero Robert Guzmán. Es la séptima vez que ella da el sí, pero para Robert es la primera. Si el nombre de él les resulta familiar, será porque Daniela no es el único personaje de la realeza de Hollywood con quien está relacionado. Guzmán es el hermano mayor de María José Garzón. Parece ser que se conocieron hace apenas dos meses, en una fiesta de María José, y que fueron enamorándose desde entonces. La ceremonia se llevó a cabo en el juzgado de Beverly Hills. Daniela tenía un traje color crema. Robert estaba muy elegante con un traje a rayas. La hija de Daniela con el extinto Harry Cameron, Connor Cameron, fue la dama de honor. Poco después, los tres se fueron de viaje a España. Suponemos que fueron a visitar a María José, que hace poco compró una propiedad en la costa sur....
En las playas rocosas de Aldiz, Connor volvió a la vida. Fue un proceso lento pero constante, como el brotar de una semilla. Le gustaba jugar al Scrabble con Poché. Tal como lo había prometido, cenaba conmigo todas las noches, y a veces hasta bajaba temprano a la cocina para ayudarme a preparar tortillas o el caldo gallego de mi madre. Pero la compañía que más buscaba era la de Robert. Robert, alto y desgarbado, con una ligera barriga cervecera y cabello gris, al principio no tenía idea de qué hacer con una adolescente. Creo que Connor lo intimidaba. Él no sabía bien qué decir. Entonces le daba su espacio, quizá demasiado. Era Connor quien lo buscaba, le pedía que le enseñara a jugar al póker o sobre finanzas, le preguntaba si quería ir de pesca.
Robert nunca reemplazó a Harry. Nadie podía ocupar su lugar. Pero sí aliviaba un poco el dolor. Connor le pedía su opinión sobre los chicos. Se tomaba el tiempo para elegir el jersey perfecto para el cumpleaños de él. Él le pintó el dormitorio. Los finales de semana, le preparaba sus costillitas preferidas a la barbacoa. Y, poco a poco, Connor empezó a confiar en que el mundo era un lugar razonablemente seguro para abrir su corazón. Yo sabía que la herida que le había provocado la muerte de su padre no sanaría nunca del todo, que durante sus años en el instituto se le fue formando una cicatriz. Pero la vi dejar atrás las fiestas alocadas. La vi empezar a obtener buenas calificaciones. Y más tarde, cuando logró entrar a Stanford, la miré y me di cuenta de que tenía una hija con los pies bien plantados sobre la tierra y la cabeza bien puesta sobre los hombros.
La víspera del día en que ella y yo viajaríamos para llevarla a la universidad, Poché, Robert y yo llevamos a Connor a cenar afuera. Estábamos en un restaurante pequeñito sobre el agua. Robert le había comprado un regalo y lo había envuelto. Era un juego de póker. Le dijo:
-Quítales el dinero a todos, como vienes quitándome el mío con todas esas escaleras.
-Y después tú puedes ayudarme a invertirlo -respondió ella, con una sonrisa pícara.
-Así se habla -dijo Robert. Robert siempre decía que se había casado conmigo porque era capaz de hacer cualquier cosa por Poché. Pero yo creo que lo hizo, al menos en parte, porque le dio la oportunidad de tener una familia. Él nunca iba a sentar cabeza con una sola mujer. Y resultó que las españolas estaban tan encantadas con él como lo habían estado las estadounidenses. Pero este sistema, esta familia, era algo de lo que él podía formar parte, y creo que lo sabía cuando aceptó el trato. O tal vez, simplemente, Robert se topó con algo que le convenía, y no supo bien lo que quería hasta que lo tuvo. Hay gente que tiene esa suerte. Yo, en cambio, siempre lo puse todo para conseguir lo que quería. Otros encuentran la felicidad por casualidad. A veces me gustaría ser como esas personas. Y seguramente ellas a veces querrían ser como yo.
Ahora que Connor estaba en los Estados Unidos y venía a casa solo en vacaciones, Poché y yo teníamos más tiempo que nunca para estar juntas. No teníamos que preocuparnos por sesiones de grabación ni por las columnas de chismes. Casi nunca nos reconocían por la calle, y si alguien reconocía a una de las dos, no se acercaba ni corría a contárselo a nadie. En España, tuve la vida que realmente deseaba. Me sentía en paz, y otra vez despertaba todos los días con el cabello de Poché extendido sobre mi almohada.
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THE SEVEN HUSBANDS OF DANIELA CALLE
FanfictionDaniela Calle, el ícono de Hollywood que se ha recluido en su edad madura, decide al fin contar la verdad sobre su vida llena de glamour y de escándalos. Pero cuando elige para ello a Laura Villa, una periodista desconocida, nadie se sorprende más q...