Incluso si no lo sabes tienes lo mejor de mí

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Por lo general yo en contadas ocasiones doy regalos de cumpleaños, solo hay tres razones por las cuales doy un obsequio:

1- Me gustas (claro, solo pasa si le hablo y somos algo cercanos).

2- Eres uno de mis amigos y amigas (muy especial, por qué si no, no recibes nada).

3- Por compromiso, me has ayudado en algo de vida o muerte y tengo que pagarte.

Había unos dulces de galleta con chocolate que me gustaban mucho, le di a probar a Sean y resultó que le gustaban también.

Estaba en primero de preparatoria, lo recuerdo. Era el cumpleaños de Sean, así que le compre un paquete de aquellos dulces. Le puse una nota, me parece que solo decía feliz cumpleaños.
Se la di a Dayanna para que ella se los diera en el receso.
No quería ir ese día, pero al final fui.

- Gracias por los dulces- me dijo Sean.

- De nada, si te gustan ¿Verdad?- me hice la tonta.

- Sí, gracias-

- Ahh feliz cumpleaños- dije todo en tono frío.

Meses después él hizo lo mismo por mí, no el día exacto de mi cumpleaños, pero me regaló unos lentes que quería. Eso me tomo por sorpresa.

Lo dejamos en su casa.

- Esperen un poco, tengo que darle algo a Sophie-
Sean también me llamaba por mi segundo nombre.

Mi mamá me miró extrañada, yo también estaba curiosa.
Sean regreso con unos lentes iguales a los que yo quería (pues antes le había mencionado que quería unos lentes así, pero no sabía si se me verían bien).

- Toma son para ti- se recargó en la venta (cuando se bajaban yo me cambiaba al lado del conductor).

- Pruébatelos-

Sentí nervios de nuevo e intente poner mi cara neutral. Tome los lentes y me los puse.

- ¿Si se me ven bien?- pregunté insegura.

- Te ves bien- dijeron todos.

- ¿Sí?-

- Si te quedan- ahora solo dijo Sean.

- Gracias- le sonreí.

- De nada- se retiró.

Reprimí la gran sonrisa que quería salir.

- ¿Ahora por qué te regalo algo Sean?- pregunto mi mamá.

- Tal vez por qué yo le di algo en su cumpleaños-

- Ah bueno-

😦😦😦😦😦😦😦😦😦

En la secundaria se peleaban con frecuencia en la salida, mi mamá y la de Sean siempre se metían para pararlas.

Esa vez se peleaban unos niños, nuestras mamás se bajaron (el auto estaba literalmente enfrente de ellos).
Nosotros no queríamos que se metieran por temor a que nos hicieran bullying.

-¿Ahora qué hacemos?-

- Yo me voy a esconder en la cajuela- dijo Dayanna, quien ya estaba en proceso de pasarse a la cajuela.

- ¿Y nosotros?- dijo Sean.

- Agáchate y hazte bolita- nos hicimos bolita, pero, no cabíamos del todo, así que, no pudimos evitar estar en contacto varios minutos hasta que nuestras mamás regresaron. Eso me hizo sentir nerviosa.

Siempre me preguntaré ¿Alguna vez Sean sintió nervios cuando estábamos juntos? ¿Le llegué a gustar aunque sea un poco? Esas preguntas siempre inundaron mi mente.

😳😳😳😳😳😳😳😳😳

Hubo un tiempo donde se puso de moda hacer pulseras o llaveros de plástico. En realidad era como cuatro hilos unidos de plástico y había de varios colores.

Íbamos en el auto como siempre, Sean me vio haciendo uno.

- ¿Sabes hacerlos?- creo que su pregunta fue obvia.

- Si- la terminé- ¿Te gusta?-

- Sí, te quedó bien-

- Toma, es tuya- le di aquella pulsera.

- ¿En serio?- dijo sorprendido.

- Sí- Sean la tomo, la miró para después sonreír.

- Gracias-

Pasaron varios meses, cuando Vi una de esas pulseras que se podían usar como llaveros color naranja colgado en su mochila.

-¿Sabes hacerlo?- le pregunté.

- Tú me la diste- sinceramente no lo recordé, no sé por qué lo olvidé.

-¿Yo?- me señalé.

- Sí, tú, hace tiempo que me lo diste y aún la tengo-

- Ahh- fue todo lo que dije.

Me alegraba que la tuviera y que la llevara colgada en su mochila.

Días después recordé que si se la había dado yo, lo que me hizo sonreír ampliamente.

Cayendo hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora