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Hyunjin caminaba acomodando su cabello negro, tenía como meta verse bien para su futuro prometido, su omega.

Realmente esperaba que el chico fuera alguien agradable y compatible con él. Ayer había dejado de presentar tanta pelea contra la petición de sus padres, al fin y al cabo terminaría casado y no siempre los matrimonios arreglados son malos.

Se paró frente a una cafetería que tenía los vidrios de afuera como espejos, aprovecho para seguir arreglando su cabello que había quedado un tanto largo desde su último corte de cabello, el color negro contrastaba con la palidez de su piel y sus ojos marrón claro. Justo cuando se disponía a retomar su camino hacia la reunión con su prometido y los padres de ambos, vio a través del vidrio a un hermoso joven. 

Mejillas pecosas y un rostro que parecía salido de algún cuento de hadas sobre elfos hermosos que provocaban lujuria en la gente con solo una mirada, exactamente como el chico al que ahora veía mejor debido a que decidió entrar a la cafetería. 

El chico estaba sentado solo en una mesita cerca al mostrador con una tableta delgada abierta ante sus ojos, el precioso elfo levantó la mirada de su pantalla hacia hyunjin y este sintió como el aire abandonaba su cuerpo y como la sangre se dirigía hacia sus pantalones. 

Los ojos de la belleza eran de un celeste hielo rodeados por un aro azul artico en sus iris, sus pecas eran adorables y parecían constelaciones misteriosas. Pero sus labios... eran tan rosados y hyunjin tenía la vaga idea de que si esos Labios estuvieran en cierta parte de él se volvería loco con un solo toque. 

Era como un ser mágico, un ángel, un elfo, una belleza y punto. 

- te puedo ayudar con algo, amigo? -cuestiono la belleza de ojos celestes. 

- no, yo de hecho ya me iba -balbuceó hyunjin no pudiendo moverse de su sitio. 

Tenía un lugar al cual ir pero ahora mismo esa no era una prioridad, sino averiguar el nombre, número y preferencias de esta belleza. 

- me podrías dar tu número? -preguntó ansiosamente

- podria, pero parece que ya vas ocupado

El hermoso pecoso inclinó la cabeza hacia la mano derecha de hyunjin donde sostenía un ramo de flores. 

Perfecto.

Ahora parecía un tipo infiel ligándose a otro mientras su amado lo espera.

- esto no es lo que piensas 

- ah no? -el chico levantó una ceja rubia suavemente 

- no, no, no - mintio hyunjin - son para mi madre, Justo iba a visitarla.

- pues no la hagas esperar. 

El chico volvió su concentración a la tablet.

-  me puedo sentar contigo? 

- no es no en español, cierto? Parece que no estoy comunicándome bien. - la belleza ni siquiera levantó la mirada. 

A hyunjin esta actitud totalmente desinteresada lo excito demasiado. 

- al menos puedo saber tu nombre? - preguntó con entusiasmo para nada desanimado.

Los ojos celestes del joven se clavaron en hyunjin mientras su rosada boca respondía. 

- soy Felix , ahora vete por favor. 

- que? 

- lo que oíste, querido. -cerro su tablet- no tengo tiempo para alfas desesperados por atención. No es mi pasatiempo coleccionar cosas bonitas.

- dijo la sartén al cazo -replicó hyunjin

Félix soltó una carcajada.

- en un insulto o un halago? 

- es ambos.

Félix miró con curiosidad al alfa coqueteándole y pensó que era una lástima que hoy tuviera trabajo que hacer, aunque tal vez podría tomar un breve descanso antes de terminar su encargo.

Después de todo, no todos los días Félix estaba de humor para hacerle caso a alfas hermosos y aburridos, al menos este era divertido o algo parecido. 

- oye,  quieres acompañarme a un lugar.

Los ojos de Felix brillaron con una promesa.

Hyunjin estaba listo, más que listo desde que lo vio desde afuera de la cafetería, no iba a perder su oportunidad por nada del...

- vienés o que? - Félix le sonrió mientras entrelazaba un brazo con el suyo.

Ambos se dirigieron a la salida.

Hyunjin liberó un poco, tal vez muchas, de sus feromonas cubriendo suavemente al beta de un manto que decía que era suyo. 

Félix, quien no era un beta resopló ante la acción de hyunjin, pero no dijo nada.

El tipo era demasiado guapo para ser verdad, es decir el cabello negro y ese aspecto como de rompecorazones una ilusión que se rompía cuando hablabas con el y notabas que era un exagerado y perseverante alfa. 

Es tierno, reconoció Félix mientras caminaban en busca de un lugar con más privacidad. 


No soy tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora