Capítulo 1(Parte 2 )

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-Kim Jennie,  has sido encontrada culpable de los cargos de brujería y asesinato. Conforme a los testigos, la prueba de tus poderes diabólicos se hizo patente por primera vez hace doce años, cuando varios niños, en tu presencia, te vieron utilizar tu magia con una piedra, haciendo que volara en el aire, hasta que se convirtió en un pájaro. Eso ocurrió el mismo verano que cuatro queridos miembros de nuestro clan muriera de causas que desde entonces han sido atribuidas a tu magia negra...

MinJoon observaba a Jennie sentado detrás de su hermano, su expresión resignada, repiqueteando con impaciencia con los dedos sobre el brazo de la silla elaboradamente esculpida. Ambos sabían que era demasiado tarde para que él detuviera aquella parodia de justicia. La había condenado en un momento de pánico, y al hacerlo, MinJoon había perdido toda la esperanza de adquirir aquella cosa que con tanta desesperación deseaba. Con su muerte, el poder de la joya le eludiría para siempre. Le lanzo una sonrisa jocosa llena de triunfalismo, como si ella fuera la ganadora de esta batalla. Luego desvió con brusquedad la mirada, incapaz de soportar por más tiempo la imagen de él. 

Si, por medio de algún milagro, su espíritu sobreviviera después de esta vida, prometió que se dedicaría a atormentar a MinJoon hasta su tumba. 

Su atención se desvió hacia alguien quien no reconocía, una extraña impresionante montada sobre un corcel gris que estaba situado en un lugar de honor junto al estrado del laird. Debe ser Manoban, la loca, pensó.  Cuando Minjoon la visitó por última vez aquella mañana temprano, le había dicho que Lalisa Manoban, la loca, acababa de llegar y que venía en su busca. Al enterarse de que estaba condenada a morir, se había ofrecido a comprarla. Naturalmente, su oferta no había sido aceptada. Pero ya que lady Manoban y sus guerreros habían venido desde tan lejos. laird Kim les había invitado cortésmente a quedarse y presenciar su muerte y disfrutar más tarde del magnificó festín. Esa era la mujer, por tanto, que había ordenado a su clan que dejaran de golpearla. Quizá estaba impaciente por continuar con la ejecución. 

Era una mujer de figura sorprendente, alta y corpulenta, con el tórax un poco ancho, hombros delgados y grandes y unos brazos delgados pero musculosos que podrían con toda facilidad blandir la pesada espada que resplandecía en su costado. El pelo que le caía a la altura de los hombros era de color pálido del oro y de un espesor y brillo que despertaría la envidia de cualquier mujer; contrastaba enormemente con el resto de su rudo físico femenino. No podía ver su cara porque en aquel terrible momento en el que estaba a punto de ser quemada viva, ella se encontraba incomprensiblemente absorta en la tarea de arreglar los pliegues de su hanbok ya de por sí colocados con meticulosidad. 

Ignorando que la observaban, Manoban se ajustó con cuidado la tela de color verde oscuro y amarillo de su hanbok y enderezo el cinturón de piel. Cuando sus ropajes quedaron colocados a su gusto, echo un vistazo al broche de plata que sujetaba el manto a los hombros, frunció el ceño y empezó con fastidio a sacarle el brillo con la manga a la pieza que relucía ya de antemano. Esta tarea le hizo levantar la cabeza. revelando una cara hermosamente esculpida con una mandíbula delicada y firme, una hermosa barbilla y unos pómulos hermosos. Parecía  resuelta a sacar más brillo a sus joyas y las frotaba con gran concentración. 

Solo cuando un joven sirviente se acercó con una bandeja de refrescos se permitió con aire dubitativo distraerse de su cometido.  Estudio la bandeja de fruta y bebidas, luego sacó un puñal cargado de joyas de su cinturón y con delicadeza atravesó una manzana roja. La examinó, y sin duda, encontrando algún defecto, devolvió la insultante fruta a la bandeja y eligió otra.  La froto bien contra el tartán antes de morderla. En aquel momento, quizá sintiéndose observada, alzó de repente la cabeza y la miro. Su expresión era exasperantemente despreocupada; la mirada de una mujer que tenía pocas preocupaciones en su vida y sin intención de dejar que algo tan insignificante como aquella muerte le quitara importancia ni a sus atavíos ni a su apetito. 

Hechicera(Adaptación Jenlisa )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora