Capítulo 3(Parte 2)

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Sería cuestión de segundos el que Seulgi se percatara de que había pasado mucho tiempo. Necesitaba recorrer la máxima distancia posible antes de que las guerreras vinieran tras ella. El corazón le latía a toda velocidad y su respiración se había reducido a un profundo y desesperado jadeo. Continúo corriendo, sin hacer caso de las ramas que golpeaban su rostro, cada vez más lejos, adentrándose en el silencioso santuario verde. Se encontraba ya a gran distancia de ellas. El bosque era tan frondoso y oscuro, que con toda seguridad no serían capaces de encontrarla.

-¡Jennie! ¿Dónde estás?-gritaba Seulgi, su voz no sonaba tan lejos como le hubiera gustado.

Aunque sentía como si le estuvieran exprimiendo el aire del pecho, no se detuvo.

-¡Jennie!- gritó Manoban con voz áspera-. ¡Sal de ahí enseguida!

El agotamiento la obligó a detenerse un momento y apoyarse en un árbol, se esforzaba por respirar con frenesí. No la encontrarían porque el bosque era demasiado grande y probablemente no sabrían la dirección que había tomado. A pesar de todo, eran cuatro, y eso significaba que podían dividirse para cubrir prácticamente todas las direcciones. El sonido de las ramas al romperse y crujir le advirtió que habían comenzado la búsqueda. Echó un vistazo con frenesí en busca de un lugar para esconderse. No había nada excepto las interminables y estrechas columnas de árboles. Consideró subirse a uno, pero temió no tener la fuerza y la agilidad para trepar lo suficientemente alto y revelar por el contrario su ubicación.

-Venga, vamos, mi lady- gritaba Tzuyu, simulando un tono de voz comprensivo-. No pensará pasar la noche aquí sola en este bosque.

Se agarró la falda y comenzó a correr de nuevo, alentada por el sonido aún lejano de su voz. Ciertamente estaban yendo en la dirección equivocada. Su respiración se hizo dificultosa de nuevo y el corazón le golpeaba con intensidad en el pecho. Prosiguió la fuga, centrándose en la necesidad de escapar, de liberarse de Manoban y de sus deseos de encontrar a Minjoon para clavarle un puñal hasta el fondo del corazón. La tierra empezó a retumbar bajo ella. Aceleró el ritmo, pero ahora podía escuchar el crujir de las ramas de los árboles atrapado, anunciando el avance de un jinete. La desesperación la sobrecogió. Dándose cuenta de que la habían atrapado, se detuvo y se giró

Manoban avanzaba como un rayo hacia ella, con una flecha tensada en la cuerda de su arco. Los rasgos de la cara deformados por la furia, ofreciendo su expresión más terrible. Jennie se le quedó mirando fijamente horrorizada, con el corazón paralizado. En lugar de bajar el arma a medida que se acercaba, apuntó directamente a Jennie.

En ese instante, comprendió que estaba completamente loca.

Abrió la boca para gritar al ver cómo la flecha salía despedida, pero el único sonido que emitió fue un sollozo ahogado. Un alarido espantoso de dolor cruzó el aire.

Confundida, Jennie miró hacia atrás. En el suelo, con una flecha sobresaliéndole del costado, yacía un jabalí enorme. La sangre manaba a borbotones en su lucha por levantarse. Otra certera flecha cortó el aire junto a ella, hundiéndose en la pobre bestia y provocándole la muerte. Jennie se quedó con los ojos clavados, paralizada por la impresión. El animal la hubiera matado, comprendió.

Con lentitud se volvió hacia Manoban.

Esta se bajó del caballo con rapidez y con paso airado se dirigió hacia ella.

-¿Te das cuenta de lo cerca que has estado de la muerte?-le preguntó con suavidad.

-Manoban, yo...

La agarró de sus delgados y desnudos hombros, impulsado por la necesidad de tocarla, de asegurarse de que aún estaba entera y a salvo

Hechicera(Adaptación Jenlisa )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora