Capítulo 3(Parte 1)

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Su padre, se encontraba sentado ante el fuego, sonriendo con placer
mientras ella le leía. Kim Yesung estaba orgulloso de haber enseñado a leer a su hija, aunque debía mantenerlo en secreto.

El aprender estaba vedado a cualquiera de las mujeres del clan. Esta prohibición escondía el infame deseo de depravarlas con alevosía y tenerlas bajo control. Sencillamente los Kim's no veían necesario que las mujeres leyeran, ya que eran los hombres los que redactaban y recibían mensajes importantes, tratados y acuerdos. ¿Por qué iba una joven a desperdiciar horas preciosas descifrando garabatos en una hoja cuando podía estar haciendo cosas más útiles, como limpiar pescado, cardar lana o desplumar alguna ave? Pero el padre de Jennie provenía de un clan más al sur y sus costumbres no era tan tradicionales como las de los Kim's. Había enseñado a leer y a escribir a su madre y más tạrde había transmitido la misma habilidad a la hija. Jennie había aprendido clandestinamente, por la noche y al abrigo de su pequeña cabaña. Su padre no había querido dar a los Kim's una excusa más para temer y condenar al ostracismo a su querida hija.

-Cuando me haya ido, seguirás viendo en los libros y cuentos a tus
amigos, mi dulce Jen-solía decirle.
Jennie levantaría en ese momento la vista del libro y con el ceño
fruncido le diría:
-Donde quiera que vayas, yo voy contigo.

Entonces una triste sonrisa ensombrecía la cara de su padre y desaparecía.

Un escalofrío recorrió a Jennie. Se acurrucó aún más, luchando por mantener a su padre en la silla. Pero su imagen se había desvanecido, Con un temblor, se echó hacia atrás en busca del reconfortante muro de calor que la había envuelto durante toda la noche.

Se había esfumado.

Sintiéndose perdida, abrió los ojos. Su padre estaba muerto, advirtió desvalida. Ya no habría más noches de lectura para él junto al fuego, ní más relatos de historias fantásticas que tanto le gustaba contar. Manoban y sus guerreras estaban ya despiertas, preparándose para el día de viaje. Seulgi se dedicaba a preparar un sencillo desayuno: tortitas de avena y pescado asado. Entre tanto, Manoban, Chaeyoung y Tzuyu atendían a los caballos. Jennie se sentó frotándose al mismo tiempo los brazos. Vio que Joohyun estaba aún cómodamente escondida bajo el tartán de repuesto de Seulgi sumida en un sueño profundo.

-¡Buenos días, milady!-gritó Tzuyu con entusiasmo-. ¡Un magnífico día! Verdad? Debo confesar que mi cabeza se encuentra estupendamente esta mañana, gracias a tus espíritus.
-Me alegro -murmuró Jennie.
-¿Tomarás algunas tortas y pescado, esta mañana? Chaeyoung lo acaba de
pescar y seguro que está buenísimo.

Jennie hizo un movimiento negativo con la cabeza. El dolor por la pérdida de su padre le había quitado el apetito.

-No tengo hambre.

-¡Comerás! -le ordenó Manoban sin mirarla mientras ajustaba las cinchas de la montura.

-¡No tengo hambre!-insistió con tozudez.

-Tu cuerpo necesita alimento- repuso-. No comiste nada ayer y apuesto que durante tu estancia en el calabozo no comiste gran cosa, si es que tomaste algo. Estás delgada y débil -le dijo mirándola de arriba a bajo

-No estoy débil -protestó. En realidad, desde la muerte de su padre tan sólo hacía cuatro días, se había quedado en nada.
-Una mujer bien alimentada no hubiera sentido ese frío tan intenso anoche. Serás afortunada si no ardes de fiebre para el mediodía y mueres
mañana por la mañana.

Jennie la miró perpleja.¿Qué significaba aquella extraña preocupación por su salud?

-No tengo ninguna intención de ponerme enferma con fiebre...
-Tu vida me pertenece ahora -le interrumpió-y he decidido que
comerás.

Hechicera(Adaptación Jenlisa )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora