[ PARTE 9 ]

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Podía escuchar el ruido de esa música que retumbaba en mi cabeza, no sabía que era lo que sonaba pero si sabía que era molesto porque estaba interrumpiendo mi sueño. Quería abrir los ojos pero simplemente la pesadez de mis párpados no me permitían ver la claridad del día.

— Callen a esa cosa — refunfuñé un poco molesta y de un brusco movimiento me senté en la cama, abrí los ojos y observé desorientada a mi alrededor.

Podía escuchar ese molesto ruido, seguía vibrando causando un poco de estrés porque no sabía con exactitud de donde provenía. Me coloque de pie sintiendo un leve mareo y también la pereza en cada célula de mi cuerpo.

Seguí el sonido, busqué con cautela hasta que dejó de sonar, suspiré un poco y talle mis ojos para que estos dejarán de arder un poco. Camine hasta el baño y cuando estuve apunto de poner mi mano en la perilla volvió a vibrar ese aparato.

Gruñó y continúo con la búsqueda, doy con la silla cerca a mi tocador y mis ojos se fijan en la chaqueta. Me acerco más y puedo escuchar con claridad que el ruido proviene de ese lugar, tomo la chaqueta, que por cierto me olvidé de devolver al azabache que se ofreció a traerme a casa está madrugada.

Rebusco entre sus bolsillos y doy con lo que se supone que es su celular, me cubro la boca con las manos un poco sorprendida pues ni siquiera me fijé del móvil en la chaqueta cuando me la presto.

Mire la pantalla y decía “Melocotón” una llamada entrante y antes de esa cinco más perdidas. No supe que hacer, si responder o dejar que suene hasta que se canse la otra persona. El celular dejo de sonar y volvió a la pantalla principal dejando ver la hora y el fondo que tenía.

Era él, el chico que me trajo a casa y que por olvidona no pregunte su nombre...mire la pantalla hasta que el celular se apagó pero curiosamente lo volví a encender para observar a la chica que estaba a su lado. Se veían feliz, supongo que debe ser una enamorada.

Quise dejar el celular en su lugar cuando nuevamente volvió a sonar, era la misma persona llamando, debatía dentro de mí si era correcto contestar o no.

Quería que dejará de sonar pero tampoco quería contestar. Suspiré y negué para finalmente decidirme, deslice mi dedo por la pantalla y terminé por responder.

—Hola — hable un poco nerviosa, tanto así que mi voz sonó temblorosa, en el fondo se podía escuchar a otras personas hablar y una risita.

Hola — respondió —. ¿Quién eres y qué haces con mi celular? — dijo en un tono firme, rápidamente me paniqueo y termino por cortar la llamada.

Suspiré un poco para recuperar el aire, pues mi corazón empezó a latir fuerte por el sustito que me dio esa voz agrave y ruda. Sentí que me iba a desmayar.

El celular volvió a sonar, no quise responder pero insistentemente no paraba, no me quedo de otra que armarme de valor y responder esta vez sin ponerme a llorar.

Deslicé otra vez mi dedo, no sin antes suspirar una y otra vez para controlar mis nervios.

—Hola — volví a escuchar voces en el fondo y seguidamente la voz de un chico un poco más dulce que la anterior.

Hola, buenas tard... — y no logró terminar su oración cuando el celular se apagó, mire extrañada e intenté encenderlo otra vez pero no lograba mi objetivo.

Batería baja, suspiré y coloqué de nuevo en su lugar al celular mientras pensaba donde tenía el cargador del mío.

Salí de mis pensamientos cuando el timbre de mi apartamento sonó una y otra vez de manera desesperante, fruncí el ceño algo aturdida por el ruido y camine hasta la puerta, la abrí sin cuestionar de quién se trataba pues conocía perfectamente esa manera tan brusca de tocar el timbre.

— Hasta que por fin despiertas — regaño y en un rápido movimiento me puso a un lado para entrar.

—¿Sucede algo? — pregunté un poco confundida y cerré la puerta, camine junto a él y lo vi detenerse a un lado de mi sofá.

Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y observó detenidamente cada espacio de mi sala. Mi hermano vestía muy bien con ese traje azul marino, aunque él siempre vestía elegante y resaltante.

Me devolvió la mirada y sin necesidad de palabras sabía que me estaba juzgando con solo mirarme. Pues Hoseok era tan obvio cuando algo no era de todo su agrada con solo verlo a los ojos.

— ¿En serio sigues así siendo las tres de la tarde? —la mueca en su rostro me decía que no le gustaba verme así, toda desarreglada con el cabello alborotado. Me encogí de hombros restándole importancia.

— Recién despierto, pienso arreglarme en un rato.

— Pues hazlo rápido, tenemos una invitación de una fiesta y papá quiere que vayas.

—¿Fiesta? — pregunté confundida.

—Si, papá cerrará un nuevo contrato y quiere que estemos allí. Así que date prisa que empieza a las 8, tienes...— saco su mano derecha de su bolsillo y miró su muñeca en donde adornaba un costoso reloj rolex. — Tienes exactamente cinco horas para arreglarte.

— Uh, está bien — murmuré un poco bajo.

— Uh, está bien — murmuré un poco bajo

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A Strange ➜[j.jk.] /Editando/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora