Capitulo 6: Llegada de Lorit

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Dedicado a @MJ3010HO

Malditas hiervas, malditos dioses, pero remaldita la familia real. Bola de inútiles sanguinarios.

Entro en la cocina después del mediodía sudando a mares y con la sangre enervada al recordar la sonrisa de satisfacción de Olpert.

Me limpio las manos en los pantalones gastados y tomo un plato de comida que ofrece la cocinera de dudosa  procedencia.

Pero, a esta altura siendo mi último almuerzo... Ya no importa nada.

– ¿Cómo vas con los jardines, cielo? – Me pregunta la cocinera de apariencia agradable, pero no me pasa inadvertido los pequeños cuernos de chivos.

– Están listos para la fiesta de hoy.

–Eso veo. Has sido bastante rápido–Se queda pensativa, mientras a mí no me importa llegar hasta la mesa para empezar a comer–quizás si...

La miro enarcando una ceja esperando que termine mientras mastico la sobra de cecina de la cena de su majestad.

Mientras Su Majestad coma bien, sus criados siempre tendrán sobras de calidad.

¡Viva el rey!

– ¿Quizás sí...? –Presiono apurado.

– Podrías hacerme un favor–Arrugo el entrecejo– los amigos se hacen favores–la miro confundido y ella aclara: –eres alguien solitario y aquí necesitaras amigo, créeme. Quién mejor que tu servidora, Ferust.

– ¿Qué tipo de favor?

Saborea la victoria de esta partida y se apresura a decir:

–Mi sobrino le correspondía meseriar hoy en la gran fiesta. Sin embargo, la fiebre lo tiene encamado y alucinando, apenas he conseguido que otros me ayuden a hacer sus deberes sin que Aldre se dé cuenta. Pero, en esta fiesta con todos ocupados, no hay manera que Aldre no lo descubra y lo despida.

Masticaba mientras pensaba cuales era la posibilidades... ¿sería así de fácil?

Con los ojos lloroso, continua: – A menos, que me ayudes. Eres el único que tu presencia no es requerida y si usas la ropa de mi sobrino, al menos es creíble. Después de todo, no era ni la mitad de alto y eres muy descarnado, pero algo es algo.

Enarco una ceja, aparentemente ofendido. Estar en este pellejo conllevo mucho sacrificio.

– ¿Qué tipo de favor recibiría a cambio?

Me miro sorprendida, sea porque no esperaba que casi aceptara o que era muy indigno de mi parte negociar en su desafortunada situación.

–Lo que me pidas–Resolvió, viéndome fijamente.

– ¿Lo que sea? – Inquiero satisfecho.

–Así es. ¿Aceptaras? –Mira nerviosamente la puerta alternando conmigo, esperando quizás la entrada de Aldre en cualquier momento.

–Aceptaré y guardaré este favor para otro momento.

–Espero que lo uses pronto.

Gloria ensangrentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora