Capítulo 1: Bagrat en declive

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Tic...

Tac...

Otro segundo pasa y no llega.

La taberna emite un hedor característico de ella más el horripilante olor usual de ellos. Porque ellos ahora están en todos lados, ya no son minoría, son miles de millones, en cambio la cantidad de humanos hemos ido en descenso.

¿En qué momento había pasado frente a nuestras narices?

Ellos no son humanos tampoco hadas. Si tienen magia, si es que la habilidad de usurpar identidad lo es.

Metamorfos, transmutadores o también conocidos como cambiaformas, para personas que no le han hecho daños. Para mí son asesinos traicioneros.

Los pocos humanos que aún viven en la capital de Cletur son menos que marionetas en la elite y los del sector del cultivo son esclavos con fecha de caducidad y remplazable hasta verse en número reducido, la razón que nos ubica en la actualidad.

El lugar es un reverendo asco, agujero en el techo y ratas corriendo debajo de las mesas, en definitiva comer aquí no es opción, pero la cerveza es lo suficiente buena para no importarme lo anterior, sobre todo si es servida por un humano.

Es el único cantinero de la capital de Cletur humano, además, que había vivido lo suficiente para estar en el reino de los humanos y verlo aniquilado por la otra raza, dejándonos bajo su reino y siendo el fondo de la cadena alimentaria.

Pero pese que el dueño es humanos, los usurpadores podían entrar aquí, no había lugar donde no pudiesen entrar.

Malditas plagas.

No solo ellos, sino que otras especies de la otra raza cohabitaban como si esto fuese un zoológico.

Hadas oscuras, solitarios troles, alguno que otro licántropo exiliado de su manada, minotauros salvajes castrados y coquetos sátiros esperando presas humanas para despedazarla entre vinos y risas.

En realidad, es una pequeña muestra del hilo delgado en lo que caminamos afuera de estas puertas. Tampoco es como que este lugar sea un refugio.

Si Glen, el cantinero, no viviese en modo de sobrevivencia, no hubiese quedado algún pedazo
reconocible de él después de la primera noche que entraran ellos. Incluso he llegado a creer que el viejo fortachón es un pervertido que le excita el peligro.

Tic...

Tac...

Empiezo a impacientarme, cuando me invade el dulce olor a tentación, la pura seducción que poco a poco podría condenar lo que me queda de alma.

Me volteo hacia ella, una de ellos, que hace que mis sentidos la perdonen y la deseen, solo a ella.

Con una apariencia de un maldito ángel, avasalla terriblemente con mi conciencia y cada pulgada de mi ser necesita desesperadamente acercarme a ella, deslizar mis dedos por su largo y azabache cabello, dibujar sus delgados y pálidos labios, aspirar el aroma de su cuello,
condenándome a más de esta abrumadora necesidad que por naturaleza me somete al ser un maldito demonio súcubo.

- Discúlpame, querido Bagrat

Su maldita y encantadora voz, me sumergía. Tan dulce y suave. Podría pedirme lanzarme a un volcán y lo haría, si la escucho una vez más.

Gloria ensangrentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora