El interior del camión era cálido y cómodo. Lewis agradeció esto con toda su alma al momento que sus cansados huesos fueron a dar contra el mullido asiento del pasajero.
—¿En serio estás bien? Nos podemos desviar hacia algún hospital o algo.
—No, no hace falta.- Lewis se giró para mirar mejor a su salvador. Realmente era completamente distinto a lo que hubiera esperado. Ni siquiera vestía como un camionero, llevaba unas botas Timberland, unos jeans apretados y una camiseta blanca con diseños urbanos. La gorra iba al revés sobre su cabeza, asegurándose de que sus cabellos, para nada cortos, no le cayeran en la frente. Conducía bien, con seguridad, como si llevara toda su vida frente al volante de aquel vehículo, sin embargo lucía fuera de lugar, como si aquel chico perteneciera a otras esferas completamente distintas.
El silencio se volvió incomodo rápidamente. Al menos para Lewis, que no sabía qué hacer. Su mente era un desastre, había pasado por demasiadas emociones fuertes en menos de cinco horas. Su cuerpo estaba cansado y adolorido, pero la sensación de aventura que se iba instalando lentamente en él, le impedía dormirse.
Agarró su teléfono solo para constatar, frustrado, que ya no tenía batería. Algo lógico, cuando se había pasado estúpidamente las últimas dos horas jugando y escuchando música al darse cuenta de que no tenía señal.
—Rayos...
El chico a su lado se giró brevemente a mirarlo.
—¿Está muerto? ¿Necesitas llamar a alguien?
—Sí, pero está bien, cuando hagas alguna parada buscaré un teléfono público para llamar.
—Solo toma el mío.- se sacó el móvil del bolsillo y se lo extendió. Lewis lo tomó, incluso antes de pensar bien lo que hacía. Aquel era el último modelo de iPhone. A Lewis le encantaría tener uno, pero no era algo que él, en su humilde condición de estudiante universitario extranjero autofinanciado, se pudiera permitir.
—Ah...sí. Gracias.- Lewis desbloqueó el teléfono descubriendo un fondo de pantalla que le llamó mucho la atención. Era aquel chico, sí, el que estaba junto a él conduciendo un camión en el medio de la nada. Pero en aquella foto lucía muy distinto, su cabello perfectamente peinado hacia tras, llevaba un traje, a pesar de no tener puesta la chaqueta, una copa en la mano y estaba abrazando a un chico que sonreía sensualmente junto a él, también vestido elegantemente, tal vez demasiado.
—Ese es mi mejor amigo.- sintió su voz y se giró solo para encontrarse con aquellos ojos mirándolo fijamente. —Es bastante pegajoso pero es un buen chico.- retiró una de sus manos del volante y rozó el icono del marcador para dejar a Lewis frente a la pantalla de números. —Haz tu llamada.
—Claro...- Lewis se sintió algo nervioso al ver que el chico se percató de que miraba insistentemente la imagen. Así que no dijo nada más y marcó un número que conocía de memoria. Se puso el teléfono al oído.
—Sí... ¿Quién es?- escuchó una voz somnolienta del otro lado de la línea.
—George, soy yo.
—¿Lewis?... no... no vi tu número. ¿Qué sucede?
—No estoy usando mi teléfono. Solo quería saber si estabas en casa. Quiero decir, si no estás de viaje o algo así.
—No, estoy en casa, si estuviera de viaje hubiera puesto algo en Instagram o Twitter.
—Oh, es cierto. -Lewis rió nerviosamente. No estaba seguro de si debería contarle a George lo que había sucedido. —Era para pasar a visitarte. Resulta que estoy cerca.
—¿De Seattle?
—Sí. ¿Puedo?
—Por supuesto que pueden venir. Hace tiempo que no nos vemos.
—No, George, solo voy yo. Sebastian...- le resultaba un poco amargo pronunciar su nombre.-... Sebastian no está conmigo.
—Ah...- George se quedó momentáneamente sin habla.- Entiendo. ¿Cuándo pasarás por aquí?
—Supongo que mañana, bien tarde. Yo te aviso.
—Okay.
—Entonces te dejo para que sigas durmiendo.
—Está bien.
Lewis colgó y se quedó mirando de nuevo el fondo de pantalla.
Para ser su mejor amigo lo abrazaba con bastante posesividad.
—¿Ya?- sintió de nuevo la voz del chico. Era una voz profunda pero cálida, amable. Aunque su rostro aun fuera un poco inexpresivo.
—Sí, ya. Muchas gracias.
El chico tomó el teléfono y lo volvió a guardar, con esfuerzo, en su bolsillo. Lewis no sabía si la estrechez era por exceso de muslos o falta de pantalón.
—¿Eres británico?- sintió que le preguntaba de repente.
¿Eso era con él?
Bueno, no podía ser con nadie más.
—Sí.- contestó Lewis.—Aunque ya llevo varios años aquí.
—¿Viniste a estudiar, a trabajar...?
—Vine a estudiar con mi... mi amigo.
—Ya veo... mi nombre es Sergio, por cierto.- Lewis no pudo evitar alegrarse. Había conseguido su nombre y sin hacer ningún esfuerzo.
-Yo soy Lewis Hamilton. Pero puedes llamarme como quieras.
—De acuerdo, eres Sir Lewis entonces.
—¿Cómo sabes lo del Sir? Además ni siquiera sabes si soy mayor que tú.
—Primero, mírame, soy mexicano, puedo saberlo perfectamente. Y segundo, luces mayor que yo. ¿Cuántos años tienes?
—Veintidós ¿Y tú?
—Yo también.- el chico sonrió. Lewis se fijó muy bien en aquella sonrisa. Era amplia y linda. El hecho de haber sonreído con tanta facilidad le decía que aquel chico era alguien a quien le gustaba reír. Eso era tierno.— ¿Cuándo es tu cumpleaños?
—No tienes que llegar a esos extremos. Si tenemos la misma edad simplemente nos podemos tratar informalmente.
—No. Dime cuando es tu cumpleaños. Quiero saberlo.
Lewis no pudo evitar sonreír también.
—Es el siete de febrero.
—Pues ahí lo tienes. Te declaro Sir Lewis por el resto de este viaje.
—Si insistes.
Y de nuevo aquel silencio. ¿Por qué a veces era tan fácil y luego tan difícil hablar con él? Con el paso de los kilómetros, Lewis comenzó a extrañar aquella voz, a querer saber más. Solo sabía su nombre y su edad, eso era un buen comienzo, si eres un detective privado. Pero él quería conocer otras cosas.
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Highway; chewis. AU
FanfictionLewis Hamilton estaba teniendo el peor día de su vida. Se ha quedado sin gasolina, en medio de la carretera, son pasadas las 9 de la noche y no pasa casi nadie por ahí. Para colmo, su relación con su novio, Sebastian, fue la causa de su desgracia...