Picó por octava ocasión el cuaderno que utilizaba bajo sus brazos con la punta de la pluma intentando concentrarse como era debido, vaya que le era complicado; las épocas heladas comenzaban a ser más presentes mientras los minutos recorrían lentamente el reloj, ello adjuntaba el vacío en su cabeza causando la inicial sensación de irritación mientras negaba por ocasión sin contar, fue entonces cuando cerró el libro, se tiró un momento de espaldas en la silla y dejó escapar un pesado suspiro.
- No puede ser tan complicado. -el poder del auto convencimiento nunca había sido lo suyo y en ello debía ser enteramente sincero.
Llevaba semanas mirando aquella hoja casi blanca en su cuaderno escribiendo apenas algunas palabras que le quemaban la garganta cada segundo, debía admitir que nunca le había sido tan complejo; se alborotó los cabellos con irritación y luego observó con detenimiento la fotografía que reposaba en el marco sobre la mesa en la que trabajaba.
- Ya han pasado cinco años, y aún no culmina mi desarrollo, ¿es momento de desistir?, ¿me odiarías si rompo mi promesa? -suspiró en silencio levantándose de su asiento para caminar hasta su cama tirándose boca abajo rogando que la almohada lo ahogara hasta la muerte, a sabiendas de que ello era imposible.
Se volteó mirando al techo y por un momento el silencio de la madrugada lo atormentó mientras llevaba una de sus manos a su pecho donde aún repasaba la cicatriz que le traía tales vagos y dolorosos recuerdos.
- Sé que te prometí que lo haría, sin embargo no estoy lograndolo, no me odies si me rindo un día, no me odies donde estés que un día podré volver a ver el color en aquella flor que aún reposa silenciosa. -susurró en la obscuridad como si de alguna manera está fuera a responderle, tomó un cuaderno de su buró encendiendo la lámpara de noche y suspiró abrazando el mismo unos segundos -. Aún hay aquí de ti.
Abrió al fin aquel objeto buscando entre las páginas hasta encontrar aquellos pétalos que con paciencia había pegado cada uno siendo cuidadoso de no dañarlos demasiado, después subió la mirada y asintió para sí mismo.
- Perdóname si un día me rindo, no habrá sido tu culpa, habrá sido el silencio, la cobardía y el terror a fallar como alguna vez, perdóname, mírame una vez más y dime que me has cedido un lugar en donde las luces aún son rosadas y el calor aún nutre nuestro momento. -las lágrimas pronto hicieron presencia mientras sus dedos acariciaban aquellos pétalos y las imágenes de sus recuerdos pintaban una vez más su mente.
Se levantó una vez más y tomó su cuaderno comenzando a escribir con mayor seguridad mientras sus manos temblaban ligeramente al ser atacado por los recuerdos, las lágrimas continuaban empapando sus mejillas mientras silenciosamente se deslizaba su pluma hasta que no pudo más dejando caer la misma cayendo de igual forma sobre sus brazos siendo víctima total del llanto que lo había apresado por tantos años.
Se sintió solo, se sintió culpable una vez más y abrazó aquellos pétalos que aún reposaban en su diario como si su vida dependiera de ello, aunque siendo sincero, a esas alturas podía jurar que era de esa manera.
"Perdóname, por no haber sido tan fuerte como tú"
Aquellos días tan inolvidables para mí que con esfuerzo conformaban una semana, porque me miraste un lunes y me abandonaste cerrando tus ojos un domingo.
Aquella semana de dolor.
Aquella semana de miedo.
Aquella semana de amor.
Aquella semana de olvido.
Aquella semana que fuiste tú.
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Pétalos de invierno
Randomla seriedad en el rostro permanecía mientras los pétalos descansaban en sus manos, el último aliento era su regalo mientras desaparecía al par de los minutos. - Perdóname. - No, perdóname tú a mí por regalarte un pétalo en lugar de la flor.