Viernes

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"Las raíces estiran mis pulmones dejándome sin aliento, hermosas flores que siempre adoraste ahora continuamente atormentan mi interior amenazando el calor que me mantiene, ¿Es hora de decirte adiós?"

Los escalofríos recorrieron mi espalda cuando esa mañana la nueva nota fue leída, ¿Era un aviso macabro o sencillamente una broma cruel en efecto de burla a mi persona?, me debatí entre guardar la nota o tirarla deliberadamente, no estaba seguro de la decisión, pero debía admitir que están realmente incómodo o incluso asustado, ¿Quién podía ser tan certero en las emociones que quería influir con tales palabras?

Dejé está a un lado y suspiré tomándome la cabeza con las manos intentando convencerme de que era simplemente eso, una cruda broma de mal gusto, debía serlo, no quería imaginar algo distinto a ello, no quería pensar, no quería ser yo, solo quería mi vida, mi antigua vida en un escenario perfecto que soñé cada noche incansablemente, ¿Era demasiado pedir?, ¿Realmente lo era?, y si era así, ¿Era justo?, no lo era, no lo ví justo y pese a que me sentí egoísta también me sentí en razón de reclamar al destino.

¿Por qué?, ¿Por qué la vida tenía que ser tan deliberada conmigo?, ¿Por qué el destino me odiaba?, ¿Por qué me ponía trabas tan duras y jugueteos tan fuertes?, no era justo, no lo veía justo, me sentí molesto, me sentí irritado y pronto la tristeza me abandonó siendo intercambiada por la rabia, por el enojo y la sensación de impotencia, te odie sin razón, te odie por no amarme como lo hice contigo, me dejé consumir por la irrelevancia de lo posible, me sentí estúpido, pero a la vez realista en lo imposible, ¿Qué era lo que realmente sentía ahora?

— ¿Por qué no me buscas más?, ¿Acaso me odias ahora? —me pregunté en silencio mientras miraba la pantalla del teléfono como los días anteriores, tuve que hacer un esfuerzo inhumano para no lanzar el aparato a la pared y soltarme a llorar por la sensación de desesperación e impotencia.

Los médicos caminaban fuera de la habitación, podía escucharlos hablar, también al resto de los pacientes y las enfermeras, sabía que no era un lugar silencioso, sin embargo jamás me había percatado de ello, ¿Cuántas personas tenían preocupaciones aún mayores a las mías?

Me debatí silenciosamente para luego abandonar la habitación, tenía permitido salir a caminar un momento, había pasillos específicos para ello, pude visualizar personas de todo tipo, hombres, mujeres, ancianos, bebés, niños y adolescentes, me pregunté cuál sería la historia de cada uno, me pregunté si todos tenían preocupaciones mayores a las mías.

Entre ellos hubo un escenario que llamó mi atención en totalidad, una pareja, mi pecho no dolió está vez, sin embargo se sintió hueco, sentí el eco de palabras silenciosas y ello me llevó a bajar la cabeza, miré por la ventana y me pregunté la respuesta de lo que sucedía, ¿Estaba en situación correcta o me había equivocado?

Tomé mi teléfono y miré el nombre de aquel en silencio por unos segundos antes de debatirme, me grité que hacía lo correcto mientras que el corazón me gritaba de regreso que no lo hiciera, sentí la impotencia de no saber que hacer una vez más, y entonces permití que la impulsividad tomará la decisión.

Un tono. . .

Dos tonos. . .

Tres. . .

El aliento se cortó cuando el buzón llegó a mis oídos, dejé caer el teléfono y suspiré con pesadez dejándome caer con cuidado sobre la camilla, era demasiado para mi persona, en palabras cortas no estaba siendo lo suficientemente fuerte para todo lo que afrontaba.

La última vez que le había visto había sido aquella noche que estuvo conmigo dejándome cuando se sintió seguro de mi estado, ¿Dónde estaba ahora?, ¿Por qué no había respondido?, jamás había topado con un buzón de su número, por lo que la sensación era amarga y difícil de definir.

¿Dónde estaba?

Deseaba fervientemente que la mañana llegará, entre más rápido avanzarán las horas, más rápido los días serían buenos, y entonces podría encontrarlo entre las penumbras de la ciudad, por primera vez en esos días me sentía seguro de querer verlo, sabía que le diría y entonces sería totalmente sincero con mis palabras, o al menos eso planeaba mi nueva ideología que buscaba la sinceridad y el resguardo en búsqueda de las emociones que ahora sabía eran como la llama de aquella vela que no podría volver a encenderse.

Porque fue tu silencio infernal el que respondió con parsimonia aquellos gritos desesperados en la obscuridad.

Pétalos de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora