🥀CAPITULO 2🥀

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Años después...

Heidi...

Los tenues rayos del sol se cuelan por la pequeña ventana de mi habitación. Otro día llegó, uno como tantos...

Estiro mis brazos, alejando de mi cuerpo la pereza de un nuevo despertar. Observo a mi pequeño peluche tirado en el suelo y rápidamente lo recojo para ubicarlo nuevamente en su lugar en la cama.

Mi día comienza haciendo todo mi aseo personal, me tomo una ducha, para luego buscar que ropa usar.

Hoy quiero que mamá esté muy contenta, por lo que me coloco uno de los vestidos que ella me regaló hace ya un año y que resultó ser su favorito. Luego de eso, peino muy finamente mi cabellera rubia y termino con colocar un lazo de color violeta en ella, lo que termina haciendo juego con mis pequeñas zapatillas.

Ya lista, salgo de la habitación para bajar con cuidado por las escaleras. Siempre me han dado un poco de miedo, aún no descubro el motivo de eso.

Observo a mi alrededor y suelto un suspiro al darme cuenta que mi madre ya se había ido. ¿Cómo lo sé? Pues ya todo se encuentra cerrado, solo puedo apreciar una pequeña nota sobre la mesa de la cocina, que me dice que regresa para la hora del almuerzo.

Dejo la nota donde se encuentra, y tomo asiento para comer el desayuno que ella me había dejado preparado.

Cuando terminó de comer, recojo lo que se encuentra sucio y comienzo a limpiar. Quiero que todo esté impecable para cuando ella regrese.

Listo todo, subo nuevamente a mi habitación e inicio con mi objetivo del día de hoy.

Dentro de tres días será mi cumpleaños número 18, por lo que tengo planeado en pedirle a mi mamá que me deje salir.

Toda mi vida he permanecido aquí, nunca se me ha permitido estar a las fuera de la vivienda en la que habito, ya que mi madre siempre me dice que es muy arriesgado y peligroso. Me cuenta que el mundo es un lugar oscuro y cruel, que solo busca hacerte daño. Es por eso, que cada vez que sale ella, cierra todas las puertas. Jamás se me ha dejado ni siquiera abrir las ventanas.

El único contacto con el mundo de afuera, es la pequeña ventana en mi habitación, que secretamente abro para poder ver un poco los rayos del sol y la linda luz de la luna.

Las únicas que vivimos aquí somos ella y yo. Mi madre se ha encargado de cuidarme y enseñarme todo lo que se. Cuando era niña, ella misma me enseñó a leer y a escribir. Jamás me dejó sola y siempre estuvo conmigo.

Ella es una mujer lobo, un ser sobrenatural de tantos que habitan en este mundo. Poco a poco me fue contado todo sobre lo de su especie, o bueno solo ciertas cosas, ya que podía no ser muy bueno para mí conocer más. Sinceramente nunca entendí a que se refería con eso último, digamos que nunca le di vueltas al asunto.

Mi madre siempre me dijo que yo era diferente a ella por ser humana, personas comunes sin ningún don o poder místico, pero que de igual forma me amaba y me aceptaba, a pesar de no ser loba como ella.

No obstante, me hubiera gustado experimentar otras cosas de la vida. Me hubiera gustado ir a la escuela, como los niños de los cuentos que ella me contaba, también poder tener un hermoso jardín o una mascota.

Quizás conocer un amigo, o un principe azul.

Es por esto que hoy quiero que todo esté en orden, quiero convencerla de que me deje salir y ver la luz de la luna por lo menos un momento.

Cada noche observo a través de mi pequeña ventana lo hermosa que es. Hay noches en dónde no sale, pero que igual deja observar las bonitas estrellas que la acompañan.

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