Había comenzado a trabajar en la biblioteca, decidido a encontrar un espacio de tiempo en mi vida. No logré entrar a la universidad de mis sueños; a pesar de sentir que di todo para aprobar el examen, el resultado no fue el esperado.
No era necesario tener un empleo, aún vivía en la "Casa de los Revelles", la familia casi perfecta.
Esa mañana fue diferente, incluso más allá del pequeño caos que causó Simón, mi compañero y amigo, al derramar mi café en el mostrador.
Sentía una energía envolvente en el aire, una melodía sutil que susurraba a mi paso mientras limpiaba el desastre de Simón, una vez más.
Todo parecía un poco fuera de lugar, un poco más incierto, y quizás eso explica lo que sentí en ese instante. De repente, oí la puerta de cristal abrirse, y mis ojos, casi por instinto, se posaron en él: un chico de cabello oscuro, de semblante enigmático, y con un aura que parecía desafiar la lógica de lo cotidiano.
Había algo en él que evocaba la imagen de una estrella de rock recién despertada; su cabello revuelto se asomaba indomable bajo un gorro, como si el caos de la noche anterior aún vibrara en su presencia. Fue entonces cuando sentí que las cuerdas de mi corazón se tensaban, como si se prepararan para emitir un acorde desconocido y profundamente resonante.
Su mera presencia transformó el ambiente del lugar, alterando sutilmente la atmósfera. Todos parecían mirarlo, o al menos así lo percibía yo. Tal vez solo era mi fascinación desbordante la que lo convertía en el centro del universo, o quizás había algo en su esencia que exigía atención.
—Hola, ¿puedo ayudarte en algo? —dije, tratando de controlar mi emoción, pero dejando que un atisbo de entusiasmo se filtrara en mi voz.
El chico levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron, generando una electricidad silenciosa en el aire.
—¡Hola! —respondió, sorprendido pero con una sonrisa cálida y acogedora—. Soy Daniel. ¿Eres el bibliotecario?
Asentí, intentando mantener la calma mientras me acercaba a él.
—Sí, soy Ethan. Es un placer conocerte, Daniel. ¿Estás buscando algo en particular?
Daniel señaló las partituras con una expresión de fascinación en su rostro.
—Me encanta la música clásica. Estoy buscando algunas partituras para piano, especialmente de compositores como Bach y Mozart.
La mención de Bach hizo que mi corazón diera un salto.
Era como si nuestros gustos musicales se alinearan en perfecta armonía.
—Justo tenemos una colección de partituras clásicas aquí. Déjame mostrarte —dije, guiándolo hacia una sección llena de tesoros musicales.
Nos sumergimos en una conversación animada sobre nuestros compositores favoritos, intercambiando historias sobre cómo la música había influido en nuestras vidas. A medida que hablábamos, una química palpable se deslizaba entre nosotros, como un hilo invisible que nos unía.
Daniel mostraba entusiasmo genuino mientras compartía sus experiencias como músico, y yo lo escuchaba con admiración, cautivado por cada palabra que salía de sus labios. Sus ojos brillaban con una pasión contagiosa, y su sonrisa irradiaba una calidez reconfortante.
Cuando mencioné mi amor por la literatura y la poesía, sus ojos se iluminaron aún más. Hablamos sobre cómo la música y las palabras podían evocar emociones similares y transportarnos a lugares mágicos.
A medida que la conversación fluía, nuestras miradas se encontraban de vez en cuando, como si compartiéramos secretos sin palabras. Cada mirada prolongada era un eco de entendimiento mutuo, un lenguaje no verbal que solo nosotros podíamos comprender.
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Acorde en el Corazón #PGP2023
RomansaEn un mundo donde la música y las emociones se entrelazan, Daniel y Ethan se encuentran atrapados en un torbellino de pasión, amor y desafíos. Daniel, un talentoso músico lleno de sueños, ha sido cautivado por Ethan, un chico carismático y misterios...