∆9: Amistad, Hermandad o,,, ∆

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El casco lo había dejado sobre una almohada, los cuernos brillaban pulcramente. Al verlo, el corazón de Sisifo se oprimió; dejó las botellas en la mesa de noche y se sentó junto a su amigo en la cama de negras sábanas.

-El Cid... Estás bien?
-Si. «dos lágrimas acababan de bajar por sus mejillas»
-Por qué lloras?. Es decir, sé que lo que acaba de pasar no estuvo bien pero, aún así,
-Estas lágrimas no son solamente mías, son suyas también.
-Comprendo. «el ambiente se siente tenso e incómodo nuevamente» oye, si quieres ir a ver cómo está y aclarar todo este malentendido no te detendré.
-No, sería inútil ahora. Estos sentimientos son profundos y ahora es él quien necesita estar solo. Mi insistencia solo provocaría su enojo, te lo dije puedo sentir todo su dolor y es demasiado.
-Mi presencia causó esto, lo siento mucho. Si prefieres que me vaya lo entenderé.
-No, «suspira» quédate, necesito compañía ésta noche, la soledad solo incrementará todas las sensaciones y yo, le temo a todo esto, no puedo acostumbrarme.
-No te juzgues, nadie podría. No te acostumbras de la noche a la mañana a estar ligado a alguien que prácticamente no conoces, solo fue tu compañero y además el que te caía mal, es difícil aceptar que ahora dependes de él y él de ti aunque se odien.
-De ese odio queda muy poco, de su parte ya no existe y de mi parte está transformándose en algo confuso. Es aterrador. Hasta hace poco odiaba el simple hecho de que alguien más lo mencionara en una conversación, o verlo de lejos ya arruinaba el resto de mi día, incluso me burlaba de él, «suena apenado y melancólico» pero ahora, ahora su nombre se volvió poesía en mis labios.
-Vaya, jamás te habías referido así a ninguna mujer... Esto es serio. Vas en serio. «afirma más en modo de pregunta»
-No lo sé, aunque yo no quiera mi alma va muy en serio. El lazo es lo suficientemente fuerte como para elegir por mí y hacer que yo mismo me traicione. Que mi cuerpo me traicione lo puedo entender, son muchos años de deseos reprimidos pero mi cabeza «niega» mi mente no, él lo ha tomado todo, tiene hasta mis pensamientos...
-No sé cómo ayudarte «murmura impotente y cierra sus manos en forma de puños»
-No puedes... Solo, entiéndeme. Eso es todo lo que necesito ahora.

Sisifo volvió a jugar con su suerte y abrazó a El Cid nuevamente, de manera más suave. Siendo nuevamente correspondido.

-Está bien, «lo consuela» sabes que desde que comenzaste a odiar a ese tipo yo dudé pero te seguí porque confío plenamente en tí y sé que si alguien no te cae bien es por una buena razón. Pero ahora que he visto cómo te trata, me queda claro que yo también debo odiarlo.
-No lo juzgues negativamente, tú no. Tu siempre eres el positivo de los dos, no ambiciono que cambies. Es cierto que yo lo hice, lo juzgué sin haber sido cercano a él como para justificar mis palabras, pero estoy arrepentido. Cuando fui esa noche, estaba a la vista y no quise verlo, no era lo que yo pensaba. De hecho, ha sufrido demasiado y lleva todo el sufrimiento oculto a simple vista, en su cara, en su insoportable personalidad, en su molesta actitud... Allí esconde su dolor, su vergüenza, sus miedos y traumas. Entonces he sido muy injusto con él, Sisifo, contribuyendo a castigar a alguien que ya ha sido castigado por la vida misma.
-Oh, «suspira y una gota de sudor se desliza desde su vincha hacia un costado de su frente» veo que has reflexionado mucho, realmente el encierro te ha ayudado, aunque no me gusta que te encierres. Cuando lo haces piensas en todo, a veces eres como Asmita.
-Ese cumplido es nuevo «se ríe en voz baja»

*****************************
Las horas pasaron rápido, solo quedaba la mitad del contenido en la última botella de vino, se la pasaban el uno al otro hasta finalmente vaciarla. Tres botellas de vino habían bebido.
Estaban mareados pero no ebrios, tres botellas compartidas eran poco para embriagar a tales hombres; aunque el alcohol había logrado desinhibirlos bastante como para decir o hacer cosas espontáneas, El Cid era el más controlado. Cómo siempre.

-Entonces, «dice Sisifo» cómo fue?
-Q-qué, no voy a decirte eso...
-Vamos dímelo. Soy tu hermano puedes confiar en mi, nadie más lo sabrá.
-Oh estoy seguro de que no se lo dirás a nadie, pero,
-Pero...?
-Pero sé que vas a molestarme con eso el resto de mi vida.
-Ohhh vamos, no seas aguafiestas! Dímelo, probablemente no me acuerde de esto mañana.
-Eso dices cada vez y siempre lo recuerdas todo.
-Dimeeee~
-Bien, te lo diré pero ya deja de molestar!... «el otro sonríe complacido» qué quieres saber?
-Bueno solo, qué sentiste al ser penetrado?
-Co-cómo! «se sobresalta el otro muy avergonzado»
-No es nada extraño, es algo de lo que hablamos siempre. «se ríe»
-Si, pero hablamos de mujeres. Además, eras tú el osado que preguntaba cosas tan personales sobre mis parejas «se justifica» y te reitero que ninguna era hombre.
-Bueno es lo mismo, ya que.
-No, no lo es. «lleva una mano al puente de su nariz» Además, qué amigo hace esa clase de preguntas! «se molesta»
-Un amigo muy cercano?... Un hermano, talvez?... «pregunta aniñado»
-No te pases «murmura riendo nervioso» no creo que ningún hermano le pregunte a otro cómo corteja a su esposa, o qué clase de cosas íntimas hacen...
-Bueno, yo sí.
-Si, por eso lo digo. A veces no entiendes la ironía.
-Si te avergonzaba tanto por qué me respondías, eh?
-Porque eres tú. Y ya no quiero hablar de esto.
-No desvíes el tema, vamos dime. Dimee, «lo molesta»
-Dolor! «alza la voz de pronto y luego vuelve a calmarse» sentí mucho dolor. Incluso sus dedos previos dolieron. Fue como ser empalado, como si te rompieran en dos sabes, un desgarro. «el mayor lo escucha atentamente» pasó bastante tiempo para que comenzara a sentirme mejor, llegó a un punto muy adentro donde el placer se volvió inevitable, no pude evitar gemir porque la sensación es extrañamente placentera. La combinación entre el dolor y el placer justa. Feliz?
-...Con el grito que te oí dar esa noche, imaginé que dirías algo cómo eso.
-Eres un descarado.
-Esa es una de las cosas que hace especial esta amistad.
-No puedo negarte eso, «consiente» y aún cuestionas por qué respondo todas tus estupideces. Curioso.
-Es porque me quieres como yo te quiero «le susurra al oído y logra estremecer a Cid»
-B-bien... «dice tenso» es tarde y bebimos bien, por qué no mejor vamos a descansar unas horas?
-Si. Suena bien. Una duda «se rasca la cabeza» dónde voy a dormir?...
-Oh, eso. «mira hacia todos lados en la habitación cómo buscando algo pero no lo halla» bueno, puedes dormir conmigo.
-Seguro?... «pregunta timido»
-Sisifo, hablamos de las cosas más íntimas juntos y siempre me dices las cosas más descaradas. Cómo preguntas eso ahora?
-Tienes razón, gracias.
-Además, no es la primera vez que debemos dormir lado a lado. «sisifo solo traga y se dispone a prepararse para dormir»

Comienza a quitarse lento la armadura, como si de un show se tratase, un show para El Cid; quien comienza a hacer lo mismo que su compañero mientras ambos se observan en el proceso. Las armaduras superiores ya no estaban, en poco tiempo la parte inferior tampoco. Ahora solo vestían su ropa cotidiana. El Cid sabe que está jugando con fuego pues él conoce los deseos que Sisifo trata de ocultar, su intuición le dice que aunque lo niegue Sisifo siente algo más que amistad por él, y su intuición nunca le ha fallado.
Ambos continúan, Sisifo se quita la camiseta dejando a la vista su torso esbelto pero marcado, mira fijamente al pelinegro en espera de que lo siga, y este lo hace sin pensar demasiado porque si lo piensa, sabe que acabará echando al rubio de su casa. Sabiendo lo que sigue, El Cid desprende su pantalón y se lo quita sin reparar en su acompañante, él siempre ha dormido así y hoy no será la excepción; Sisifo no puede apartar su mirada del cuerpo ajeno, su cautivante cabello negro como la noche, su piel ligeramente más oscura que la suya, su musculatura parcialmente cubierta de cicatrices de batallas, le da un recorrido visual y sin poder evitarlo, sin sentir que está mal sus ojos se detienen en la parte baja de su compañero, su tamaño le provoca curiosidad, se pregunta si talvez él podría bajar el slip y dar solo un vistazo,,, se convence a sí mismo de que su curiosidad es normal, que entre hombres es plenamente normal comparar tamaños, querer saber del otro, pero sabe que El Cid no pensará lo mismo y que si dice tal cosa probablemente sea echado, así que se contiene. Cid nota algo extraño en la mirada de su amigo pero elige ignorarlo, esquiva los pensamientos desconfiados y en su lugar dice:

-Duermes con el pantalón puesto?
-N-no... «responde Sisifo desviando la atención avergonzado, comenzando a hacer lo que su amigo solicitó indirectamente» sabes, no me siento cómodo si me estás mirando así... «pronuncia terminando de quitar su pantalón»
-Asi cómo? «cuestiona»
-Nada...

El Cid no pregunta más nada y solo se mete a la cama esperando a Sisifo. El otro lo sigue súbitamente y se acuesta en el lado restante. Ninguno de los dos sabe exactamente qué fue todo eso, se lo cuestionan internamente a su modo. Sisifo no sabe por qué de repente se siente tan incómodo ni por qué lo pone nervioso verlo de una forma que lo ha visto siempre, por otro lado El Cid nota la incomodidad de Sisifo y aunque su intuición le dice que tiene que ver con él, con ciertos sentimientos que son obvios para su afilada mente trata de no juzgarlo porque no quiere cometer el mismo error que cometió al caer en el deseo con el caballero de Cáncer, aunque, en el fondo ya no está arrepentido de ello.
La noche es fría y la piel del santo de Sagitario siempre ha sido caliente, todo lo contrario a él, quien es frío por naturaleza y eso le pesa en el invierno.

-Sisifo «susurra»
-Si?
-Puedes, puedes acercarte más?
-Cid~ «canturrea bromeando» me halagas pero creo que vas muy rápido para mí. Dame tiempo para adaptarme a la sensación «le susurra más agudo de lo habitual»
-N-no sería eso ni en mil años! «habla molesto y sonrojado alejándose un poco más del otro»
-A dónde vas?... No te escapes de mí «se acerca mucho» me pediste que me acerque, no?
-Si, eso fue antes de que dijeras eso... «trata de alejarlo sin éxito»
-Oh vamos, fue solo un chiste. No hagas un drama, no seas un niño.
-Eres de lo peor. «deja de luchar y deja que el otro se acerque tanto como para abrazarlo» ahora ven aquí, déjame hacerlo por tí.
-Q-qué?...
-Darte calor El Cid, qué pensabas?... «reniega pasando sus brazos por el cuerpo ajeno mientras ambos se ponen de costado hallando una cómoda posición»
-Lo siento, ahora definitivamente se siente mejor, ya no siento tanto el frío.
-Si... «murmura en su oido» definitivamente se siente mucho mejor.
-Tu piel siempre ha sido caliente, tienes suerte.
-Supongo, gracias a ella puedo calentarte...

Eso se sintió extraño para los oídos de El Cid, quien siempre encontraba el lado oscuro de todas las cosas. Sus pensamientos siempre acababan reflejando sus morbos y viendo el doble sentido de todo. En todos.

-Solo duermete, Sisifo.

Fue todo lo que dijo antes de cerrar sus ojos también.

COMPLEMENTARIOS (El Cid X Manigoldo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora