Capítulo X
La reunión en la Fortaleza Altruin, FoxHouse, se estaba desarrollado con regularidad. Todos los invitados bebían de sus copas y charlaban amenamente.
Me hallaba bailando con Azus, eso era mejor que formar parte de la parafernalia de risas y chismes.
―Debo admitir que es la mejor compañera de baile que he tenido. ―halagó mis capacidades con una sonrisa, una de las ensayadas.
Sonreí mientras negaba con la cabeza. No tenía muchas intenciones de mantener una conversación con él. Había decidido que esa sería la última pieza que bailaría, estaba demasiado sobria para aguantar más. Mi nivel de sobriedad se debía a que, apenas había entrado por la puerta, Callahan se había encargado de pedirme que me mantuviera en todos mis sentidos.
Nos seguimos moviendo un poco más hasta que un suspiro de resignación escapó de sus labios.
―Gracias por salvarme. ―murmuró de una forma casi inaudible.
―Era mi deber. ―hice una mueca. ―Su vida vale mucho más que la mía, majestad.
Era el deber de cada sempiterno dar la vida por los herederos.
―Esas ridículas leyes y normas son una mierda. ―dijo a rechina dientes, apenas y se le podía entender.
Abrí los ojos con asombro, era impropio que dijera tales cosas frente a mi ¿Quizás me estaba probando?
De alguna forma me encontraba en una situación difícil, si bien en un inicio mis intenciones eran tener una relación cercana a Azus, para ese entonces ya había cambiado de opinión. Estaba convencida que era alguien que mentía la mayor parte del tiempo y que no mostraba sus cartas, y eso era algo que no sabía cómo afrontar.
Estaba dispuesta a responderle algo que lo hiciera consiente de que no éramos amigos y que no tenía que tomarse esas libertades expresivas conmigo cuando la voz de alguien a quien no toleraba interrumpió mis intenciones.
―Si nos dan un minuto. ―pidió con su melosa y áspera voz Aron, el consorte de mi hermana Livia.
Todos en la sala dejaron sus actividades para prestarle atención. Él se encontraba en el centro de la sala. En una de sus manos sostenía una copa de vino, y con la otra el brazo a mi hermana.
Me alejé unos pasos de Azus para prestar total atención a lo que diría mi adorado cuñado ‒aunque ya me hacía una idea.
―Como todos saben Livia y yo nos unimos hace prácticamente nada de tiempo, y si bien es cierto que para nosotros el tiempo no es un problema también es cierto que tenemos que apresurarnos con algunos asuntos importantes antes de ser inútiles para ellos. ―en su rostro se plasmó una sonrisa cargada de petulancia.
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DESCENSO (Balada de los Hijos de la Luna, Libro I)
FantasyEn un mundo donde los encantos se entrelazan con las traiciones y el deseo arde como un fuego inextinguible, se desenvuelve la saga de los Sempiternos: seres de una belleza sobrecogedora, condenados a una perdición inevitable. Rubí, nieta de la Mona...