Capítulo 31

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Capítulo XXXI

          VinaMore, la fortaleza de la Familia Dune, se encontraba al sur de Partenos

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VinaMore, la fortaleza de la Familia Dune, se encontraba al sur de Partenos. Sus alrededores eran bosques repletos de bestias y trampas, lo que no significaba que fuera un lugar desagradable, la fauna que rodeaba la fortaleza era única, las más pequeñas bacterias adheridas al césped brillaban cuando las pisabas al caminar.

El camino hacia el lugar había sido demasiado tedioso, demasiado largo al punto de que tuvimos que parar en posadas a descansar, por suerte lo había pasado en compañía de Audri.

Al bajar del carruaje nos topamos en las escaleras de la entrada con Nerea Dune, odiaba a esa mujer por cómo se había referido a Audri durante la selección. Por cortesía le hice una leve inclinación antes de soltar una palmadita en el brazo de Audri y decidir que lo mejor era entrar sola a tener que esperar que él finalizara su conversación con ella.

Para no tener perdida, al pasar por la puerta una gran alfombra dorada indicaba el recorrido que se debía seguir. Algunos nobles invitados caminaban con lentitud mientras fijaban sus fieros ojos en las paredes. En ellas se podían ver gran variedad de cuadros y adornos únicos que la familia Dune debía haber adquirido con los años, aunque ciertamente algunas de las obras que veía no me sentía capaz de reconocerlas.

―¡Joder!

Me giré en busca de esa voz que conocía tan bien. Unai me observaba con fijeza de pies a cabeza. Alzó las cejas varias veces mientras soltaba un silbido. Finalmente caminó hacia mí con una sonrisa que le correspondí al instante.

―Me encanta tu vestido.

―Eso lo puedo notar. ―sonreí.

Colocó su mano en mi cadera y me apremió a seguir con el recorrido hasta la sala de la reunión.

―Lo digo en serio, es lindo y te queda genial...

― ¿Hay un pero?

―No creo que a la abuela le haga gracia.

―Honestamente no me interesa. ―me encogí de hombros.

―¡¿Qué es esto que ven mis ojos?! ―preguntó divertida. ―Mi primita llorona le está perdiendo el miedo a su verdugo.

Le di un pellizco en el brazo que la hizo dar un pequeño brinco.

―No hables así de la abuela.

Cuando llegamos al salón Unai se dio cuenta de que probablemente tendría que saludar y sonreír demasiado. Callahan había invitado a toda la nobleza a la reunión, en cada rincón del lugar se reunían tres o cuatro nobles hablando bajo y sonriendo falsamente.

«Pirañas famélicas de carne para picar»

Con ninguna intensión de saludar, Unai pasó su mano a mi espala baja y suavemente me empujó hacia la multitud de cuerpos que bailaban. Comenzamos a movernos juntas siguiendo la melodía de los músicos, a cada tanto ella reía y me comentaba algo de los presentes, sobre sus vidas y secretos no tan secretos.

DESCENSO  (Balada de los Hijos de la Luna, Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora