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Paul, Austin y Ginny se estaban preparando para ir a esquiar menos mamá y yo, quería quedarme para tratar de no que mamá no discutiera con papá.

— Papá, ¿seguro que no quieres ir a jugar en la nieve? —pregunta Austin vistiendo su abrigo.

— No, hijo. Vayan ustedes, solo me voy a despedir de su madre y hermana— dijo papá.

Ginny se acerca a mí y ella sostiene mi mano al darse cuenta de mi nerviosismo.

— Bear, ¿está todo bien?

— Estoy bien, solo tengo frío.

Tan pronto como Austin, Paul y Ginny salieron a esquiar, el ambiente se tensó en la casa.

— Georgia, he cambiado— comenzó papá.

— Genial, lo estabas necesitando— contesto mamá.

— Está bien— papá desvía la mirada hacia mí— ¿Ni siquiera voy a ganar un abrazo de despedida?

Voy hacia él y lo abrazo fuertemente, nos quedamos allí unos segundos antes de alejarnos.

— Cuídense bien, B y G— se despidió papá tomando su abrigo para saliendo de casa.

Hubo un silencio horrible en la casa, pero mamá rompió ese silencio.

— ¿Por qué no me lo dijiste? Pensé que no había secretos entre nosotros.

— ¡Y no existen, mamá! Quería decírtelo, de verdad, pero se lo había prometido— dije nerviosa.

— ¡Creo que ti, niña! —mamá se acerca a mí y me abraza— Simplemente no quiero que te haga daño de nuevo.

Me confundo al escuchar lo que dijo y llevo mi mirada hacia ella.

— ¿Qué quieres decir, mamá? —le pregunto que abre los ojos— ¿Qué quieres decir con eso?

— No es nada, amor. Acabo de decir cualquier cosa que me vino a la cabeza.

— ¿Estás segura?

— Sí, no te preocupes, cariño.

...

Al día siguiente, Marcus y yo estábamos acostados en el sofá.

— Entonces, ¿cómo fue tu Navidad?

— Fue bueno, mi padre apareció aquí en casa, me regalo este hermoso cárdigan y mi madre descubrió que le mentí e hice las paces con Ginny.

— Vaya, qué festivo— dijo Marcus envolviendo el brazo por los hombros— Me alegro de que tú y Ginny han hecho las paces.

— Yo también. Se estaba volviendo aburrida esta intriga entre nosotros— dije abrazándolo de nuevo— ¿Y cómo fue la Navidad con tus abuelos?

— Fue genial, jugamos a Uno toda la tarde.

— Me encanta el Uno, soy la mejor jugadora del mundo.

— Deberías jugar conmigo— dijo Marcus acercándose lentamente a mí, pero somos interrumpidos por Austin que entró en la sala.

El niño fue a la mesita del salón y los dos nos acomodamos en el sofá.

— Austin— saluda Marcus.

— Marcus, ¿quieres ver un truco?

— Exijo ver.

— Potter, ¿te han regalado ese reloj de Navidad? —pregunte mirando el reloj azul en la muñeca del rubio.

— No, mamá me lo dio— contesto Austin y vuelve a centrarse en las cartas— No soy muy bueno barajar bien.

Mastermind | Ginny and GeorgiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora