03.

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—¿Esto es una puta broma? —es lo primero que pregunta Hao mientras que arruga la nota, los labios de Hanbin tiemblan y niega constantemente con la cabeza—. ¡Joder, habla! Tienes como veintiún putos años pero no puedes decir ni una palabra.

—L-lo s-siento —se disculpa mientras que aparta la mirada, y como era de esperarse, comienza a llorar dejando que esas gruesas lágrimas caigan directamente hacia el suelo.

—Joder deja de llorar —escupe casi con asco y da un paso hacia atrás—. No estoy para bromas, me largo.

Hao esta dispuesto a caminar, sin embargo, la puerta se cierra de golpe logrando que se detenga y puede escuchar a sus espaldas un lloriqueo del más pequeño para después sentir unos brazos rodear su cintura y las lágrimas empapar su espalda.

—P-por f-favor, no me dejes, t-te l-lo s-suplico por favor —se aferra de una manera casi exagerada al cuerpo del pelinegro, logrando que el corazón de Hao reciba una punzada—. H-haré lo q-que tú quieras... ¿Sí? Solamente no me dejes, ¡por favor!

—Dios —el pelinegro a duras penas pudo girarse, pues Hanbin no estaba dispuesto a romper aquel abrazó que necesitaba desde hace tiempo—. ¿Cómo es qué ya estás muy grande y aún pareces un crío? —pasó sus delgados brazos por encima de los hombros del contrario y lo atrajo aún más a él, recargo su quijada en sus hombros y comenzó la labor de consolar al chico de cabello decolorado—. Tranquilo, Hanbin. No voy a dejarte, loco.

—G-gracias —responde finalmente, dejando de llorar.

—Por favor, dime que todo lo que leí fue una muy mala broma, ¿sí? —pide nuevamente Hao, sin embargo Hanbin se aferra aún más a él—. Que puto miedo, joder.

—S-sé que da mucho miedo y aterra —su voz es bajita, como si quisiera que nadie lo escuchara—. P-pero si sigues las órdenes, nada malo te sucederá, te lo prometo.

—¿Hay algo más que deba saber? —pregunta, pues una parte muy grande de él pedía que saliera corriendo pero la otra le decía que no podía dejar solo a ese chico, se veía tan frágil y delicado entre sus brazos, que temía que algo le pasara si se iba. Está vez no podía ser tan cobarde como para irse.

Hanbin asiente lentamente y comienza a apartarse de él.

—A-a la hora de la cena, s-solamente ve tu p-plato. No importa que pase, solo ve tu plato.

El pelinegro trago y asintió lentamente, procesando todo. Quería irse pero cada vez que miraba como el cuerpo del contrario temblaba, se negaba. No era tan bestia para poder dejarlo solo en un lugar como ese.

—De acuerdo, puedo cumplir las reglas —le sonríe finalmente—. Por cierto, mi nombre es Hao. Seré tu niñero una semana.

Hanbin soltó una risita, asintió, entonces después del incomodo pero gran momento, el pelinegro se dispuso a ver la habitación. Había una gran cama donde perfectamente podrían caber incluso tres personas pero en los pies de esta, había una cama a tal estado que era como si tratara de un perro quien dormía ahí.

—S-señor Hao, usted duerme en esa cama —su dedo tembló, señalando la cama grande—. Y-yo a-aquí —y efectivamente señalo la cama del suelo—. La c-cena es l-la que usted g-guste.

—¿Por qué no dormimos en la misma cama? —interrumpe el pelinegro mientras que mira el perfil de Hanbin—. Y no me llames señor, ¿qué edad tienes?

—Veinte, s-señ... Oh, lo siento.

—Pues solo soy mayor por tres años, no debes decirme señor. Esta bien si me llamas hyung —aparta la mirada—. Bien, me dijeron que la hora de la cena es a las 9:00 pm, ¿quieres que la preparemos?

—¡S-sí! —asintió emocionado.

Hao giro sobre sus propios talones y se dispuso a caminar, abrió la puerta y dejo que primero pasara Hanbin. Pudo jurar que al salir, en el pasillo contrario vió lo que parecía ser una... ¿Niña?

—N-no l-le mires, si es que ella no te llama —Hanbin toma su mentón y le hace girar la cabeza—. A ninguno de ellos le mires.

Hao aparto la mirada y evito por cualquier cosa mirar hacia aquella dirección, sus piernas temblaron pero con una postura recta siguió caminando, sintiendo como una mirada al final del pasillo, le seguía, exactamente a él.

—N-no mires, n-nunca veas atrás tuyo, hyung. Ni siquiera gires si escuchas tu nombre, puede ser que alguien nunca te llamo.

Hao asintió lentamente, definitivamente, no podía dejar solo a Hanbin en ese lugar. Pues pareciera que siempre están viéndolos. Ambos caminaron hacia la cocina, Hao se dispuso a hacer la cena, que consistía en unas verduras al vapor junto con unas pequeñas frutas picadas y como ordenaba la dichosa lista, hizo las siete cenas. Colocando perfectamente los cubiertos con los vasos llenos de agua y los platos acomodados de una manera casi perfecta.

De igual forma, como dictaban las reglas, se sentó enfrente de Hanbin.

Justamente a las nueve en punto, Hao sintió como a lado de su lugar se movió la silla. Por el rabillo del ojo notó unos grandes ojos negros, mirándolo. Tembló, pero siguió las ordenes de Hanbin, mirar el plato y comer. En ningún momento miro a la persona -si es que era una persona- le miraba, sin tocar la comida, y cuando el pelinegro estuvo apunto de acabar sintió como aquella persona tocó su pierna.

Sus manos temblaron pero siguió comiendo normal, dadas las diez en punto, vió nuevamente por el rabillo del ojo como aquella persona corrió la silla dejando un sonido sumamente ensordecedor a su paso, camino dando la vuelta al comedor para después dejar salir un, si se podría describir así, tierno, gentil y sumamente agudo; —Gracias, Hao —y subió corriendo las escaleras, dejando una risita final.

—D-de n-nada —tartamudea y alza la mirada donde Hanbin le sonríe abiertamente.

—A ella le caíste bien —le informa, se pone de pie mientras levanta las platos. Como portaba unos cortos shorts, Hao pudo ver un hematoma, dándose cuenta que estaba en el mismo lugar en el que la niña le había tocado la pierna.

—Tu pierna, ¿eso pasó ahora?

—N-no lo c-creo —le sonríe y procede a levantar los trastos, se detiene y toca la puerta dos veces, se escucha un golpeteo que le indica que puede pasar.

—Hanbin —le habla, pero el contrario ya se había marchado.

Soltó un suspiro, todo lo que comenzaba a suceder lo tenia aterrado. Unos golpecitos en la ventana lo hicieron girarse y entonces la vio.

—¿Quieres jugar conmigo, Hao?

hanbin house ♡ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora