07.

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—H-hyung... —lo nombró bajito Hanbin mientras que se removía en la cama incomodo—. N-no podemos salir están enojados.

—Hanbin, tienes hambre y estás herido, necesito curarte esas heridas —le vuelve a contestar mientras que hace una mueca—. No me digas que estás acostumbrado porque ahora yo te voy a golpear.

—Que grosero —le dice sacando su lengua.

—Infantil —ahora camina hacia él y acaricia su pómulo donde hay un hematoma—. Tu piel es tan suave —halaga mirando el hematoma, se acerca lentamente y deja un pequeño beso en su mejilla, apenas rozando sus labios—. Oh, l-lo siento mucho.

—¿P-puedes h-hacerlo otra-ra vez? —pregunta con un puchero en sus labios, Zhang Hao encarna una ceja confundido—. ¿P-por favor?

Se inclina nuevamente y besa la mejilla de Hanbin provocando que este cierre sus pequeños ojos rasgados, disfrutando.

—¿Te gustó el beso? —ríe divertido mientras que se separa, Hanbin siente vergüenza y abre sus labios para poder hablar—. No tienes que contestar, Hanbin. Fue una broma.

—Uh... Está bien —rasca su nuca nervioso—. ¿Q-quieres jugar?

—No es momento de preguntar eso cuando acabamos de perder un juego no muy bueno que digamos y ahora estamos escondidos.

—¡Hyung! —le reprocha con un puchero provocando una risita en el mayor—. N-no uses sarcasmo conmigo.

—Que nena —ríe nuevamente y procede a acostarse a un lado de él—. ¿Sabes? Cuando era niño me fascinaban estas cosas pero ahora que las estoy viviendo me estoy cagando de miedo.

—P-pero, ¿por qué eres valiente cuando m-me def-fiendes de ellos?

Zhang Hao se gira a verle, su perfecto perfil, sus ojos rasgados, su cabello decolorado, sus lunares resaltando su rostro, su perfecta nariz, su piel pálida, sus clavículas que apenas y resaltan, pero lo único que no le gustaba, eran los hematomas.

—Eres muy bonito, Hanbin —halaga finalmente provocando que el más pequeño reciba un sonrojo y comience a temblar—. Y debo cuidarte porque para eso estoy aquí.

—¿P-puedo d-dormir? —pregunta evadiendo todo aquello, comenzando a acostarse en esa gran cama a un lado del castaño.

—No tienes que pedir permiso —le contesta dejando de mirarlo—. Duérmete.

Hanbin estiro lentamente sus brazos dispuesto a abrazar al pelinegro pero Hao no se percató de ello y se giró, dándole la espalda, provocando una punzada en el pecho del menor.

—D-descansa —dice aguantando las lágrimas. ¿Por qué sería eso? Hao ni siquiera era su amigo y mucho menos algo más, ¡Ni siquiera sabía que le gustaba! Vivía con tanto miedo de salir de la casa tanto como estar en ella que eso era lo menos que importaba.

Cada noche era escuchar como querían abrir la puerta de su habitación o como tocaban la ventana y veía un rostro en ella, el problema, es que estaba en el segundo piso y él juraba que aquella persona estaba de pie, los constantes desayunos, comidas y cenas en silencio sintiendo como ellos jugaban con sus pies, que cada vez que entrara al baño tuviera miedo de su reflejo, salir al jardín trasero y sentir cómo alguien lo miraba entre los árboles. Peor aún, los gritos del sótano eran totalmente alarmantes.

Llamada entrante.

Hao se levantó lentamente de la cama al notar que su celular sonaba.

—Joder, ¿quién molesta tanto? —a regaña dientes miro la pantalla y se recargó aún lado del marco de la ventana.

Número desconocido
00 000 000.

hanbin house ♡ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora