Capítulo 9 | Lucy

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Luego de un largo silencio, (y casi como si Killian intuyera sus pensamientos), comenzó a hablar.

–Hicimos el retiro para tener un lugar a donde ir en los momentos de mayor estrés. Un lugar donde pudiésemos conectar con la naturaleza y encontrar nuestro "propósito" a todo lo que nos proponíamos. En mi caso cuando me enfrentaba a casos muy polémicos y llenos de prensa que me superaban, o mi hermano cuando debía decidir cómo y cuando salir del closet, o mi hermana cuando...– sacudió la cabeza descartando la mera idea de mencionar lo que fuera que estuviera por decir. –En fin... para desconectar con el mundo en el que nos vimos envueltos en muchas ocasiones. A veces la fama y el poder pesan, y si no tienes la fortaleza para mantenerte con los pies en la tierra, pierdes el rumbo. Así es como muchos acaban en las drogas, el alcohol y mueren de una sobredosis antes de alcanzar la tercera década de edad.

–Supongo que cada persona enfrenta sus demonios como puede. Algunos pagan terapia, otros se compran una isla y crean un retiro espiritual para millonarios.

Killian largó una carcajada, su risa le hacía cosquillas y no pudo evitar contagiarse, aunque la suya fuera una risa más discreta, reservada.

–No entendí por qué Octavio y Thomas no pudieron esperarnos.

–Verás, Octavio empezó a trabajar de actor en algunos proyectos juveniles. Películas de Disney al estilo High School musical, o series similares a lo que fueron Vampire Diaries, ahora la Elena de esta era es una tal Sara Moon, una mujer lobo, y Octavio a obtenido su primer roll como el mejor amigo de la protagonista. Se ganó al público adolescente y ahora lo persiguen como moscas a la comida. Incluso en un lugar tan recóndito como este, a veces viene gente normal que gana sorteos, o universidades y escuelas organizan un retiro para sus alumnos para aprender sobre supervivencia y compañerismo. Siempre depende de la época del año. Ahora...digamos que solo hay gente joven en la isla. Gente que conoce a mi hermano muy bien. Le gusta jugar a ser normal a veces disfrazándose y trabajando de bartender y cosas así, además de darle una mano a Thomas. La gente que acude a esos lugares no suele mirar series juveniles. Pero pronto, si todo sigue yéndole así de bien, terminará haciendo cosas más grandes. Y si eso sucede ya no podrá jugar a ser uno más. Así que que lo disfrute mientras pueda, ¿verdad?

Tenía sentido, pensó Leia. Se alegraba por él, pero le inquietaba que su amigo quedase abandonado una vez más si Octavio se terminaba convirtiendo en una estrella y se iba de gira por el mundo.

Sacudió la cabeza, ese no era su problema, debía quitarse de la cabeza la idea de que la vida de Thomas le incumbía. Así que hizo la única y ultima pregunta de su cuestionario mental.

–¿Y quién es Lucy?

Killian se giró hacia ella y alzo las cejas como si no pudiera creer lo que le estaba preguntando.

–¿Lo preguntas enserio?

Leia, confundida, arremetió con seguridad.

–Claro que lo digo enserio.

–Wow, eres más despistada de lo que imaginé.

Volvió a sonreír. Frenó el motor y quedaron a la deriva en medio de mar.

Leia esperaba no haber metido la pata hasta el fondo, no de nuevo, no con él.

–¿Qué haces?

–Ven, quiero mostrarte algo– dijo dirigiéndose a la parte trasera del barco.

–¿Por qué frenamos?– preguntó ella inquieta mientras se aferraba a donde podía mareada por el movimiento de barco gracias a las pequeñas olas que arremetían contra el barco.

–Creo que ya quedo claro que no soy un asesino serial, y aunque lo fuera, tenemos varios testigos que nos vieron irnos en este barco. No habría forma de evitar una cadena perpetua segura. Y ya sabes, el sobretodo naranja no es mi estilo. Ahora vamos, sígueme. Estamos a solo media hora de casa.

Las redes del prejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora