2. De vuelta a Londres

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Raisa Winslow

El dolor de cabeza es insoportable y el coronel no es de gran ayuda cuando le digo que quiero dormir, me está castigando porque ayer salí de fiesta sin avisar. No me arrepiento de nada, bueno realmente sí; me arrepiento de no haber dejado el celular en el departamento, porque el muy imbécil lo utilizó para rastrearme.

-Por el amor de dios, ya déjame en paz -le grito exasperada y la azafata me mira mal, como si le molestara que le haya gritado a mi marido. Maldita chismosa.

-No es mi culpa que hayas llegado ebria anoche -lo veo sonreírle a la azafata- además, tú no crees en dios, ingrata.

Imbécil.

-Explícame ¿Por qué acepté venir contigo?

-Porque soy tu marido y todo esto es por tu culpa, ¿Quieres que te recuerde que pedí que nos transfieran para que olvidaras tu caprichito con el nuevo teniente?

El nuevo teniente, Hunter Brown. Un bombón estadounidense

-¿Y qué esperas? ¿Qué me quede llorando todas las noches cuando llegas a casa oliendo a perfume barato?

-Si no te gusta, me pides el divorcio y ya.

-No pienso dejar mi trabajo en la FEMF solo para divorciarme de tí.

Llevamos casi tres años de casados, cuando Christopher Morgan volvió luego de estar viviendo en casa de la familia Mascherano, Alex Morgan propuso que me casara con su hijo y así ayudar a limpiar su nombre. Al principio mi familia se negó, aún cuando los Morgan siempre han sido amigos de la familia, y yo también me negué pero el Ministro necesitaba limpiar su apellido por lo que Sabrina Lewis era la segunda opción. Ni loca iba a permitir que Sabrina tomara ese lugar.

Algo que no pensé fue que Christopher Morgan iba a tomar una garantía luego de casarse, antes de la boda me presentó con su abogado y me mostró un acuerdo prenupcial el cuál no leí, de haber sabido que si deseaba solicitar el divorcio tendría que renunciar a mi cargo en la FEMF jamás hubiese firmado.

-Entonces compórtate porque no quiero que me vean como un cornudo.

Sin ánimos de pelear, me encojo en el asiento y vuelvo a colocarme los lentes de sol antes de quedarme dormida.

°°°°°

-Levántate, vamos tarde -la mano de Chris me sacude y provoca que me dé un golpe en la cabeza con el asiento.

-Fíjate imbécil.

Me mira burlón y sale del avión. Llevo una mano hasta el golpe y masajeo suavemente la zona mientras me pongo de pie y lo sigo. Acabamos de aterrizar en la central de Londres, la mejor central de la FEMF, aunque yo tengo mis dudas.

-Bienvenido coronel, la central se complace con su presencia -un soldado nos espera al bajar del avión y saluda a mi marido- es un placer conocerla, sargento Morgan.

-Gracias -le sonrío amablemente y el troglodita a mi lado toma mi mano para pasarlo de largo-. No te cuesta ser amable con las personas -inquiero mientras caminamos con dirección a una de las torres de la central.

-No me toques las pelotas.

-Eso es lo que te enoja, que no las toco.

Rueda los ojos y me suelto de su agarre para seguir caminando sola. El clima en Londres es bastante frío, lo que me hace cerrar mi abrigo y apretar el paso, escucho las pisadas fuertes de Morgan pero las ignoro hasta entrar al edificio. Soy conciente de que las personas nos observan pero no me importa, no pienso ser la única que haga el ridículo así que me detengo lista para iniciar una discusión con mi marido.

En las garras de la Bestia [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora