En las garras de la Bestia [Christopher Morgan]

6. Gracefield House

Hola, antes de que inicien con el capítulo quiero decirles dos cosas:

1. La verdad publiqué esta historia porque no esperaba que alguien la leyera. Llevo varios meses con la idea y me animé a publicar porque dije "nadie la va a leer". De todas formas, muchas gracias por quienes se toman el tiempo para leerme.

2. Pido una enorme disculpa por no actualizar durante las semanas pasadas, pero la universidad me traía asfixiada. Justo empezaron mis vacaciones y haré todo por aprovechar el tiempo y escribir.

Y pues nada, muchas gracias por leerme 😘

Raisa Winslow

Apago el televisor de la habitación y dejo un cocodrilo de felpa en las manos de mi pequeño paciente.

—Es hora de dormir.

—Nooo, aún falta el final —el pequeño se talla los ojos y se cubre la boca para ocultar su bostezo—. ¿Los dinosaurios escapan?

—Sí, huyen al bosque —me levanto de la cama y acepto la manta que la mamá de Viktor me ofrece—. Y yo debo ver a mis otros pacientes.

—¿Trabajas de noche? —el pequeño pregunta mientras acomodo la manta sobre sus piernas.

—A veces.

—Mi mamá también trabaja de noche, y de día igual. ¿Te he dicho que mis papás son superhéroes? Aunque no me gusta que hayan dejado su misión cuando mi abuela les llamó para contarles que estaba enfermo —arruga la cara y se cruza de brazos—, ahora el mundo está en peligro. Sin ellos, ¿quién cuidará a las demás personas?

—Viktor, ya hablamos de eso.

—Pero mamá —abraza al cocodrilo y agrega—, yo estoy bien y el mundo los necesita...

La habitación queda en silencio.

—Viktor, cualquier superhéroe dejaría el trabajo si las personas que quiere necesitaran ayuda —el niño asiente y decido cambiar de tema—. La infección ha remitido y mañana podrá irse a casa —camino hasta la puerta y esta se abre dejando ver al padre de Viktor—. Teniente —saludo.

—Gracias por todo, sargento.

Me retiro de la habitación mientras me trenzo el cabello. Busco la habitación de Melody, una niña de trece años que ingresó ayer. Me cercioro de que le hayan suministrado los medicamentos que indicamos esta mañana, pregunto si recibió la cena y cuando me asegura que sí, me despido de ella para dejarla descansar.

Hago una lista mental de todo lo que debo realizar para el día siguiente; Roman me ordenó un informe sobre el clan Mascherano y todos sus negocios durante el último año. También está la investigación para los laboratorios de la familia de Lorenzo. Llego a la sala donde los residentes descansan durante las guardias, tomo asiento en el sofá más grande y cierro los ojos. A decir verdad, las guardias que he tenido desde que llegué a Londres han sido bastante sencillas y esta no fue la excepción.

Al día siguiente despierto con un correo de mi universidad, donde abordan el tema de la ceremonia para la entrega de los documentos que me acreditarán como médico especialista, además de los premios y menciones especiales que se darán a los médicos más destacados, y como es obvio, estoy dentro de esa lista.

—Doctora, buenos días —saluda una enfermera desde la puerta—, el Coronel la está buscando.

«¿Ahora qué quiere?», pienso.

—Ya mismo voy, gracias.

Dejo todo en su lugar y salgo de la sala. Veo a Christopher sentado sobre uno de los sillones que se encuentran en el pasillo, trae el uniforme de entrenamiento y está fumando un cigarrillo.