7. Admirable

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Christine

La semana no iba tan bien como lo pensaba.

Apenas era mitad de semana y aún no me aprendía los horarios de roles de mis hermanos, sin dejar de lado que hoy en la escuela tuve que deshacerme de una actividad para poder "contemplar mis tiempos". Escuché unos ruidos en mi puerta desconcentrándome de mi lectura, bufé cuando siguieron tocando.

—¿Quién? —vi mi puerta abrirse, dejándome ver a mi hermano— ¿Qué pasa Mattheo? —él estaba parado en la puerta, con el estuche de su violín en una mano

—Mi clase de Violín es en cuarenta minutos

—¿Eso era hoy?

—Como cada miércoles y viernes, sí —cerré el libro y lo dejé de lado

—Mierda —salí de mi cama y tomé una pequeña bolsa colocando mi libro dentro de él—. Vamos antes de que se haga más tarde

—De acuerdo —él se apresuró a salir de mi cuarto

Al pasar por la habitación de mi hermana toque la puerta, ella no tardó mucho en abrir.

—Saldré con Mattheo, ¿tienes algo que hacer?

—Vendrás unas amigas hacer un trabajo escolar, solo eso

—¿No tienes ninguna clase hoy?

—Papá me informo que la maestra de piano no podrá darme la clase hoy, así que no

—De acuerdo, cualquier cosa me llamas

—Christine, tengo dieciocho, se cuidarme sola —rodé mis ojos al oír aquello

—Nos vemos luego

Me apresure a ir a la salida, al llegar mi hermano ya estaba en la camioneta esperando me, el chofer nos llevó directo hasta donde él tomaba sus clases.

—¿Te vas a ir? —lo mire de reojo mientras mensajeaba con Stella

—¿Por?

—No creo que quieras esperar la hora y media que dura la clase

—Lo pensare —asintió

Él se despidió de mi para luego bajar de la camioneta, lo vi entrar al lugar donde tomaba sus clases, y ahora yo me preguntaba: ¿Qué iba hacer durante una hora y media?

—Marco

—Dígame, señorita

—¿Hay un parque aquí cerca?

—Sí, aquí a la vuelta hay uno —me miraba por el retrovisor— su hermana solía quedarse ahí para esperar a su hermano

—De acuerdo, llévame, por favor —siguió mis indicaciones

Como él lo había dicho el camino no era tan lejos, cuanto llegamos tome mi bolsa y le dije que fuera a dar una vuelta, lo llamaría cuando lo necesitara.

El parque no era tan grande ya que no era el parque central de la ciudad, había pocas personas, unas cuantas mascotas corriendo con sus dueños y del otro lado unos cuantos niños. Caminé hasta un gran árbol, me senté en el pasto verde con una buena sombra del árbol, abrí el libro justo donde me había quedado, para continuar con la lectura.

No sabía cuánto tiempo llevaba leyendo, tampoco me interesaba, la lectura estaba demasiado interesante que incluso se me olvido por varios minutos que hacía ahí, mire mi teléfono, aún faltaba mucho tiempo para que mi hermano saliera, Stella ya no me volvió a contestar, guarde de nuevo mi teléfono y retome mi lectura.

Un juego a la vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora